Edición 560 - Desde el 9 al 22 de Enero de 2004
Inicio | Traduccón | Favoritos | Recomendar Página | Cartas al Director |
Buscar
Buscar con Google

Libro de Visitas
Firma el libro de visitas Firmar el Libro
Este es el punto donde dejan su firma quienes visitan este sitio.
Ediciones Anteriores
En esta edición
Perspectivas del 2004 Cómo viene la mano
Sra. Canciller: Chile es un país que queda en América Latina

CUBA: AÑO 45 DE LA VERDAD

Nicaragua Atrapados en un triángulo fatal
Endeudamiento no es reactivación
El señor Figueroa y nosotros
La matanza de San Gregorio
Joven peruano ganó el cuadro de Gracia Barrios
Visita

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nicaragua

Atrapados en un
triángulo fatal

 

Enrique Bolaños, presidente de Nicaragua.

Durante doce tensos y largos días -del 26 de noviembre al 7 de diciembre- la crisis política alcanzó en Nicaragua cimas espectaculares. Los hechos que se sucedieron a ritmo vertiginoso en esa docena de días -hechos complejos en los que los tres grupos de poder en conflicto, bolañistas en el gobierno, arnoldistas en el PLC y danielistas en el FSLN, buscaron imponer sus lógicas- sumieron a la población, muy especialmente a la población sandinista, en la indignación, la incertidumbre y la perplejidad, sin ninguna salida de corto plazo a la vista.
El miércoles 26 de noviembre del 2003, muy de mañana, el ex presidente Arnoldo Alemán, reo acusado por gravísimos delitos de corrupción y en vísperas de recibir sentencia, fue trasladado, por orden judicial, de la cárcel especial en la que permanecía desde mediados de agosto, a su hacienda, recibiendo el insólito privilegio de un “arresto municipal”, con derecho a desplazarse libremente por los más de 200 kilómetros cuadrados del municipio en donde ésta ubicada su finca.

ARNOLDO Alemán: condenado por corrupción a 20 años de cárcel.

 

Al instante, una interminable caravana de vehículos de lujo -diputados, contralores, magistrados, políticos, incluso el vicepresidente José Rizo- llegaron a felicitar a Alemán. La fiesta con parlantes, cervezas y toldos de feria duró varias horas. Los hechos dejaron estupefacto al país. Alemán, el más grosero exponente del saqueo al Estado, sería declarado inocente, quedaría impune y retornaría al escenario político. Por más que la orden de trasladar a Alemán a su domicilio la dio la jueza sandinista que llevó el caso, Juana Méndez, no quedó duda para nadie con un dedo de frente que la decisión la tomó Daniel Ortega. La había tomado días antes en un arreglo bis a bis con el propio Alemán.
DANIEL Ortega: la penosa decadencia del FSLN.

 

La excarcelación de Alemán culminó tanteos previos de Ortega para iniciar una negociación de fondo con el PLC, y de hecho la inició, dejando sin margen de maniobra legal al presidente Enrique Bolaños. De nuevo, se cernía sobre el país la sombra de un nuevo pacto entre Ortega-Alemán. De inmediato se le llamó re-pacto. Y sin conocer claramente sus alcances, de inmediato quedó claro que significaría un nuevo reparto, como ya había sucedido en el pacto del año 2000.
Tras doce días de turbias negociaciones a dos y a tres bandas entre los tres grupos de poder -con avances, rupturas, desmentidos, presiones, falacias, simulaciones, golpes de efecto, amenazas de golpe de Estado, medias verdades y una colosal montaña de intereses económicos en juego- la crisis quedó -de momento- “cerrada” con un giro espectacular: la condena de Alemán.
El domingo 7 de diciembre, fiesta mayor del país, poco antes de comenzar el tradicional jolgorio que Nicaragua dedica a la Virgen María -un escenario calculado por el FSLN que rozó con la blasfemia y que buscó echar leña emotiva a los fuegos de las crisis que están por venir-, la jueza Juana Méndez dictó sentencia de 20 años de cárcel contra Alemán.
Fue la sentencia más drástica que se podía esperar. Alemán fue condenado por el delito de lavado de dinero y por los delitos conexos de malversación de fondos públicos, defraudación, peculado, instigación y asociación para delinquir. También por delitos electorales. Se le decretó también “muerte política y civil”, al suspendérsele por 20 años -más tres años extra- sus derechos ciudadanos y sus derechos políticos -lo que lo saca del juego político, cargos y candidaturas incluidas-, y hasta se le quitó la patria potestad sobre su hija de tres años. Causó estupor que Byron Jerez, el otro procesado por idénticos delitos en este caso, fuera declarado inocente.
La dureza de la sentencia contra Alemán -aunque merecida, y con base legal- fue también decidida por Daniel Ortega, tras dar marcha atrás en el reparto que había iniciado en el re-pacto con Alemán. El insólito fallo de inocencia para Jerez quedó como pieza clave de la próxima crisis.

en el MOMENTO PROPICIO

Esta crisis requiere de diferentes puntos de vista para ser mejor analizada. El momento y el ámbito internacional también la explican: estalló en vísperas de llegar Nicaragua al punto de culminación de la condonación del 80% de su impagable deuda externa, y explotó poco después que el gobierno de Estados Unidos enviara a Nicaragua a su canciller, Colin Powell, y a uno de sus vicecancilleres, Dan Fisk, para dar órdenes de acción al presidente Bolaños y a las fuerzas políticas antisandinistas, y órdenes de rendición al ejército de Nicaragua.
Tras trece años de ajuste estructural de consecuencias sociales devastadoras, el Fondo Monetario y la comunidad internacional exigían a Nicaragua que los diputados aprobaran en pocos días, antes de cerrar la legislatura, la ley del presupuesto 2004 con un techo fijo y dos leyes más. Este condicionamiento -en un calendario tan estrecho- y el mismo calendario jurídico del caso Alemán -tocaba dictar sentencia antes de fin de año- sirvieron de excelente pivote para que los diputados del PLC leales a Alemán confeccionaran un escenario a la medida de los cálculos de Daniel Ortega, quien decidió realiarse abiertamente con Alemán, ocupándolo como escudo con el que defenderse de los cada vez más explícitos proyectos antisandinistas de Estados Unidos. Y ocupándolo como pieza de negociación con Bolaños.
En vísperas de la sorpresiva excarcelación de Alemán, el proceso judicial contra el ex presidente por lavado de dinero y otros delitos en perjuicio del Estado, llegaba a su fin y tocaba a la jueza Méndez dictar sentencia.
En las escenas finales del juicio, el abogado defensor de Alemán solicitó a la jueza Méndez tomar declaración a 45 altos funcionarios del gobierno Alemán -algunos, actuales funcionarios del gobierno Bolaños-, para preguntarles si habían recibido alguna vez alguna orden indebida del presidente. Encabezados por el propio Bolaños -vicepresidente durante cuatro años de Alemán- todos desfilaron declarando no haber recibido nunca ese tipo de órdenes ni haber visto nunca ninguna irregularidad.
En el desfile, la declaración de Byron Jerez fue el plato más fuerte. Jerez sí lo admitió todo: por “obediencia debida”, él sí había realizado todas las operaciones de las que se le presentaron las pruebas y que incriminaban a Alemán, que le daba las órdenes. ¿Sinceridad que es señal del acuerdo que el hábil capo ha logrado al amparo de la justicia de Estados Unidos, para que le rebajen penas a cambio de “hundir” a Alemán? ¿Qué otro “amparo” lo liberó de todos los cargos en la sentencia del 7 de diciembre? Las declaraciones de Jerez contra Alemán dieron sustento a la sentencia de Méndez para concluir que Alemán lavó dinero de fondos públicos. Y es a Jerez a quien los arnoldistas responsabilizaron de la draconiana sentencia que se dictó contra su máximo líder.

arnoldo alemAn, LIBRE POR “VALETUDINARIO”

El tiempo ya venía demostrando que en el caso de Arnoldo Alemán, tan jurídico como político desde su inicio, el desenlace dependería de la correlación entre las tres fuerzas políticas en juego en el escenario.
El más afectado con un veredicto de inocencia era Bolaños. El más beneficiado, Alemán, naturalmente. Quedaba Daniel Ortega como gran decisor, por tener el control de la jueza. Cualquiera que fuese su decisión, era menester envasarla legalmente.
La justificación “legal” con que la jueza Méndez excarceló a Alemán en la mañana del 26 de noviembre fueron tres dictámenes médicos de hace tres meses que establecían la condición de “valetudinario” del ex presidente, por padecer de varias enfermedades crónicas, derivadas todas ellas, menos una -prótesis de cadera-, de su colosal exceso de peso, causado por su conocida falta de control ante los alimentos. Estas enfermedades, a juicio de Méndez, tenían a Alemán al borde de un infarto silencioso y era humanitario preservar su derecho a la vida. Así, por incapaz de valerse por sí mismo, por achacoso y decrépito, Alemán regresó a su hacienda.
El acuerdo que Ortega le ofreció a Alemán al excarcelarlo, era de envergadura: Alemán podría volver a la arena política, la Constitución sería reformada, el período de Bolaños podría ser recortado... “Hay que negociarlo todo”, dicen que dijo Alemán al regresar, satisfecho, a su finca. Bolaños quedó en una situación legal muy difícil, con un margen de maniobra estrechísimo, al contar con apenas ocho diputados ante los ochenta diputados con que cuentan danielistas y arnoldistas en la Asamblea Nacional, con poderes para legalizar “todo” lo que los dos caudillos negociaran.
El primer acuerdo concreto y visible de la negociación FSLN-PLC fue la introducción de un proyecto de reforma constitucional para suspender las elecciones municipales de noviembre 2004 para juntarlas con las elecciones generales de noviembre 2006.
La primera reacción del gobierno de Estados Unidos ante el acercamiento entre arnoldistas y danielistas fue calificar de corrupto al Poder Judicial de Nicaragua y de decisión política manipulada la excarcelación de Alemán, lo que coincidía plenamente con el sentir de una mayoría de la población. Unidos danielistas y arnoldistas en una posición “antiimperialista”, magistrados de ambos partidos en la Corte Suprema de Justicia respondieron calificando de injuriosa, desacertada e injerencista la declaración del gobierno estadounidense. Y el gobierno estadounidense replicó recortando proyectos de respaldo técnico, capacitación y asesoría a las instituciones del Poder Judicial, advirtiendo privadamente a los arnoldistas que se aliaran a los sandinistas para perjudicar a Bolaños, que les serían canceladas a ellos y a todos sus parientes las visas de entrada a Estados Unidos.

UN “combo”
de corrupciOn

El mayor costo de la crisis lo estaba pagando, sin duda, el FSLN, el danielismo y el propio Daniel Ortega. También el sandinismo, que aunque lleva años tomando distancia del danielismo, se veía también salpicado por la incalificable actitud de Ortega al negociar con Alemán, símbolo de la corrupción y el latrocinio, traicionando así, y nuevamente, todos y cada uno de los principios de la revolución.
Para demostrar esto aún más escandalosamente, la excarcelación de Alemán ocurrió dentro de una especie de “combo de corrupción judicial” orquestado por el danielismo: en 72 horas sucedieron los tres hechos. Alemán fue excarcelado por la jueza Méndez en la mañana y el mismo día, en la noche, Silvio Conrado, asesor económico de Ortega, fue declarado inocente por la jueza Ileana Pérez -otra de las juezas leales al danielismo- tras ser acusado, con pruebas suficientes, de haber abusado sexualmente, de forma continuada, de niñas muy pobres en un motel de Managua. Tercera pieza del “combo”: dos días después, Henry Ruiz, el legendario “Comandante Modesto” fue sentenciado a un año de cárcel por tratar de defender la institucionalidad y la transparencia en la mayor de las ONG del país, la FACS, junto a sus otros directivos.
Tan gran ola de indignación no se veía desde hacía mucho tiempo entre el pueblo sandinista. Especial conmoción causó la sentencia contra “Modesto”, que al calor de la crisis confesó que había renacido en él la pasión por retornar a la lucha, tras largos años de silencio y enclaustramiento.
El costo político que estaba pagando Daniel Ortega al mostrar a la nación su complicidad con Alemán y su total falta de principios, era demasiado alto. El mensaje con el que estaba defendiendo sus posiciones era indigerible para propios y extraños: negaba cínicamente cualquier influencia en el Poder Judicial y en las decisiones de la jueza Méndez y justificaba su alianza con Alemán en “el deber de unirnos para frenar la injerencia yanqui y buscar la estabilidad y profundos cambios para lograr una democracia participativa”. Amenazaba al presidente Bolaños con mandarlo preso y a la nación con cambiar instituciones, leyes y hasta la propia Constitución con los votos de sus desprestigiados diputados y los de los aún más desprestigiados diputados arnoldistas.
Tres horas después Ortega daba marcha atrás, y el presidente Bolaños “le respondía” en un mensaje a la nación. Por primera vez en la crisis reflejando firmeza, y -también por primera vez en un mensaje de este tipo- flanqueado por el alto mando del ejército y de la policía, Bolaños menospreció la “politiquería” de los dos caciques, se puso al lado del pueblo y anunció que el próximo año, enviaría iniciativas de ley para reformar el Poder Judicial y el Poder Electoral, advirtiendo que si se las engavetaba, organizaría una consulta popular vinculante para aprobarlas.
Media hora después de hablar Bolaños, la jueza Méndez anunciaba que la sentencia contra Alemán se dictaría en la tarde del día más alegre del calendario festivo nicaragüense.
En esa sentencia estaba contenida la respuesta de Ortega a Bolaños y a Alemán y su “salida” de la crisis: para Alemán rechazo total, la condena más drástica que se podía esperar. Para Bolaños, una espada de Damocles sobre la cabeza. Porque la jueza Méndez vinculó el lavado de dinero al delito electoral, porque en la lista de quienes pueden ser encausados, procesados y condenados por esos delitos electorales está, en primera fila, Enrique Bolaños y un buen número de sus funcionarios.

HOMBRE MIRANDO AL NORTE

Esta crisis, que no es independiente de inestabilidades anteriores, en un país en donde las reglas del juego vienen cambiando abruptamente desde hace 25 años sin que se logre un verdadero consenso nacional, tiene una lógica. Más exactamente, tiene varias lógicas encadenadas unas con otras. Se trata también de una crisis con responsabilidades compartidas.
El gobierno de Estados Unidos tuvo una enorme responsabilidad en la crisis. Afirmar esto no es una consigna, un cliché. Y no aludimos a esa responsabilidad histórica que a Estados Unidos le corresponde por tanto de lo que sucede en Nicaragua. Es algo más reciente. En el actual gobierno de Bush hijo -plenamente dominado por el militarismo y la codicia y por una ideología expansionista que atropella los derechos de todos los demás pueblos- están en muchos cargos de poder varios personajes de los años 80 que aún anhelan vengarse de todo lo que significó la revolución en Nicaragua. Ni entendieron entonces ni olvidan ahora.
Desde su llegada al gobierno en enero 2002, el presidente Bolaños y su equipo comenzaron a dar muestras de que su proyecto era actuar como diligentes administradores de los planes y prioridades de Estados Unidos para Nicaragua y para la región: el tratado de libre comercio, la reducción de las fuerzas militares, el control de armamentos, la uniformización de las leyes nacionales con las gringas, la “guerra contra el terrorismo” con todas sus injusticias y arbitrariedades y con su altísima cuota de terrorismo de Estado...
Carente de respaldo en las instituciones del Estado -el resto de poderes estaba, por el pacto Alemán-Ortega en manos de danielistas y arnoldistas-, carente de respaldo en el partido que le llevó al poder -por priorizar el desplazamiento de Alemán del liderazgo del PLC-, y perdiendo muy pronto el respaldo popular con el que llegó al gobierno por su insensibilidad social y su arrogancia, Bolaños, un hombre siempre mirando al Norte, lo apostó todo a ser sostenido desde el Norte.

EL SUICIDIO ETICO DEL FSLN

Cuando el FSLN perdió el gobierno, varios de sus dirigentes, hoy en la cúpula del FSLN, ya venían pervirtiendo los principios de la revolución con toda clase de vicios personales e institucionales: desde los abusos sexuales hasta la apropiación de bienes del Estado en formas similares al “lavado” por el que ha sido sentenciado Arnoldo Alemán, pasando por lujosos estilos de vida, ofensivos en un país tan pobre. Con la pérdida del gobierno, este proceso de descomposición se aceleró y se extendió en las estructuras que conservaron más poder dentro del FSLN.
Si con la llegada al gobierno de Violeta Chamorro el FSLN decidió hacerse potable a Estados Unidos y a la comunidad internacional apoyando la “gobernabilidad” que se le exigía a Nicaragua, desmontando o manipulando cualquier movilización popular que surgiera en cualquier punto del país en defensa de una causa justa, este proceso se agudizó al extremo con la llegada al gobierno de Arnoldo Alemán. Han sido muy largos los años en los que el FSLN, golpe a golpe, traición a traición, abandono a abandono, día a día, caso a caso, se fue desvinculando de sus bases, del sandinismo y de los principios de Sandino: justicia social y soberanía nacional.
Primaron los intereses personales y de grupo, donde esos fines justificaron cualquier medio y fue así como el FSLN conservó un poder determinante en la política nacional: enquistando a los dirigentes más leales al grupo Ortega en las instituciones del Estado y transformándose en un partido orientado exclusivamente a ganar votos en las elecciones para conservar esos espacios y, de vez en cuando, capaz de armar cualquier incidente violento en el centro de Managua. El discurso “a favor de los pobres” se mantuvo intacto, de ahí tan grandes confusiones aún vigentes en las bases sandinistas. El discurso antiimperialista se desempolvaba o se guardaba según las ocasiones. Sin principios, sólo había finales: dinero y cuotas de poder a conservar. Esta ambigüedad, expresada de manera tan hábil en las diversas coyunturas de los últimos trece años, le ha permitido al FSLN sobrevivir en el escenario político con mucho poder y mantener secuestrada la conciencia de buena parte del sandinismo.
El FSLN llega a esta hora, la hora de Bush y de su expansionismo militar, la hora de Bolaños y de su poner orden en el Estado y de su pro-norteamericanismo, la hora de la globalización del TLC, demasiado corrupto, demasiado desgastado tras todo tipo de trampas para mantener el poder de una red de caudillos que siguen al caudillo mayor, sin proyecto, sin estrategia propia, sin principios, sin capacidad de liderazgo nacional, sin nada de lo que fue su distintivo en los años de la utopía revolucionaria, sin ninguna carta limpia que jugar en un tablero tan complejo.
Tras su suicidio ético en los 90, en esta desnudez de ahora, con los tiempos políticos agotados en vísperas de elecciones municipales, se evidenció que el único escudo que tenía ya el FSLN de Daniel Ortega para enfrentar los avasallantes planes militares y económicos de Estados Unidos -rendir políticamente al ejército nacido del sandinismo por la vía de reducir su armamento y descabezar a su alta oficialidad, instalar una base militar en Nicaragua, llenar con el “libre comercio” el país de zonas francas y de productos agrícolas importados que terminarán de quebrar la economía rural-, su único escudo, su única carta de presión era Arnoldo Alemán. Sólo aliándose con Alemán y garantizándole impunidad y pervivencia en el escenario político podría sobrevivir Ortega, la dirigencia de su partido y el partido, ya destrozado por la corrupción, pero aún poderoso en el escenario nacional, también por la corrupción.
Esta fue la lógica del FSLN en el re-pacto. Y con esa misma lógica, pero ahora ya con otra estrategia -también sin principios- Ortega desmontó el re-pacto para montar nuevas crisis

(Extracto del reportaje del equipo Nitlapan-Envío. Revista Envío de la Universidad Centroamericana de Managua)

Volver | Imprimir | Enviar por email

 

[ Chile - Santiago ] Punto Final S.A. San Diego 31, of. 606   |    E-mails: Dirección | Webmaster