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El señor Figueroa
y nosotros
(Una conversación con Francisco)
En Santiago,
cerca de la medianía del pasado mes de noviembre, junto con mi
amiga y colega Paula, terminábamos de almorzar y nos disponíamos
a caminar hacia la Universidad de Chile para el inicio de una de nuestras
conversaciones respecto de la oralitura -con alumnas y alumnos chilenos
y extranjeros-, cuando tuvimos la grata sorpresa de encontrarnos con mi
amigo el poeta y traductor sueco Lasse Söderberg y su compañera,
la poeta colombiana Angela García. Lasse nos dice que ha venido
invitado a la Feria Internacional del Libro, y que en la fecha de nuestro
encuentro él tiene una lectura en la casa de Neruda. Nos pide que
vayamos para hablar un poco más, al anochecer. Nos despedimos con
la promesa de vernos otra vez.
Concluida nuestra conversación en la Universidad, y en abierto
desafío a mis aprensiones, nos dirigimos hacia el Barrio Bellavista,
donde está La Chascona. Después de todo -me digo y le digo
a Paula- ella sigue siendo la casa de ese hombre adelantado a su época
y a la sociedad chilena: el poeta Pablo Neruda. Voy recordando que hace
ya varios años atrás estuve allí (eran tiempos de
pactos de buena vecindad). La editorial Pewen me invitó
a la presentación de mi antología y versión al mapuzugun
de la poesía de don Pablo, libro conformado por 44 de sus poemas
y que titulé con uno de los versos de su Canto General: Todos
los Cantos / Ti kom Vl .
Nosotros llegamos al lugar con retraso, Lasse Söderberg leía
los últimos poemas de su recital. Luego, en el pequeño patio
en el que se desarrolló la actividad, conversamos con algunas amigas
y amigos, con Lasse y con Angela. A nuestro grupo se sumó Francisco
Torres, secretario de la Fundación. Yo resumo mi opinión
respecto de lo que me parece está sucediendo con la Fundación
bajo la presidencia del señor Juan Agustín Figueroa. Francisco
me dice que le interesa conocer mi opinión más extensamente.
Me invita a almorzar para el día siguiente.
Nos reunimos. Estoy en casi completa afonía y en el restaurante
hay mucho ruido. A pesar de ello hablamos de diversos temas: de las historias,
de las identidades, de las utopías en aparente somnolencia y, frente
a ello, de la cada día más importante significación
de las culturas indígenas para las sociedades nacionales. Francisco
me hace notar la preocupación de la Fundación, y la suya
propia (que me parece sincera), respecto de una intención de inicio
de acercamiento con el pueblo mapuche. Para lo inmediato, pero también
con miras a la conmemoración de los cien años del vate,
me pregunta qué podría sugerir. Guardo silencio.
¿Tal vez un coloquio organizado por la Fundación y
la Universidad de Chile?, me sugiere. A estas alturas nuestra conversación
ya no es a título tan personal. Le digo que mientras el señor
Figueroa esté a la cabeza de la Fundación no me parece posible
actividad alguna en ese sentido, pues no resultaría creíble
y, al menos para mí, no sería deseable. Si el señor
Figueroa renuncia y en la casa de Neruda se reinicia un acercamiento a
Neruda, entonces sí los mapuche nos sentiremos en la posibilidad
de participación allí.
Le digo que el señor Figueroa, como toda persona, tenía
todo el derecho a reclamar ante la justicia por los daños que le
fueron ocasionados a las viviendas de su latifundio, pero -considerando
su condición de presidente de la Fundación Neruda, Fundación
que supongo tiene como fin dar continuidad a la memoria del poeta y sostener
su enorme dignidad- a lo que me parece que el señor Figueroa no
tenía derecho era a hacer uso de su posibilidad de impugnar -valiéndose
de su poderío- el fallo emitido en el juicio de Angol en el que
nuestros lonkos Pascual Pichún y Aniceto Norín fueron absueltos
de todo cargo por la justicia chilena. El abogado Figueroa ni siquiera
respetó su propia condición de miembro del Tribunal Constitucional
que -me parece- debiera transformarlo en uno de los principales adherentes
de las resoluciones de los tribunales de justicia.
Escribo estas líneas porque a través de la radio oí
que la Corte Suprema ratificó el logro del señor
Figueroa, la vuelta de carnero de la justicia chilena: desde la absolución
total de nuestros lonkos a su condena a cinco años de presidio.
Vuelvo a recordar las palabras de nuestro hermano abogado Francisco Huenchumilla:
Cuando se dan títulos de merced, que es un decreto de Estado,
se dice por ejemplo, aquí hay ciento cuarenta hectáreas
para esta comunidad encabezada por el cacique Tanto, situada en tal parte,
sin deslindes precisos. Y esos títulos no se inscriben en el Conservador
de Bienes Raíces. Cuando después se producen las corridas
de cercos y los abusos, se iba a la justicia y el juez comparaba la merced,
que tenía puras generalidades, y el título exigido en el
Código Civil con sus deslindes, superficie, todo, y otros ganaban
siempre los juicios y todos los perdieron los mapuche. Entonces, la pregunta
mía es: ¿puede tener confianza el pueblo mapuche en el Estado
chileno?. La evidencia de los por qué... se convierte en
insoslayable constatación para nuestras nuevas generaciones.
A través de la radio oí al señor Figueroa alabando
la evidente vigencia del Estado de derecho en Chile. Nada
acerca del diligente movimiento de sus influencias ni de los testigos
secretos (esto último será pronto una práctica natural
en este país democrático). ¿Es la reanudación
del Far West en la región mapuche? A través de la radio
oí al señor Figueroa hablando respecto de la conformidad
de los agricultores del sur ante dicha ratificación de la
Corte Suprema. Pero, ¿qué agricultores? ¿Tanto tiempo
ha pasado desde su cargo de ministro de Agricultura que olvidó
que los mapuche también somos agricultores? Claro, pequeños
agricultores porque vivimos en reducciones rodeadas de enormes latifundios.
Es lo que marca nuestras diferencias de visión.
Pablo Neruda seguirá diciendo, quizá por cuánto tiempo
más porque los aludidos no se dan por enterados ni en su propia
casa: La Araucana está bien, huele bien; los mapuche están
mal, huelen mal, huelen a raza vencida. Y los usurpadores están
ansiosos de olvidar, de olvidarse.
Nos dicen que debemos seguir dialogando. Seguiremos dialogando. Nuestras
organizaciones dicen que recurrirán a la Corte Internacional en
busca de justicia. En nuestra lucha que es una lucha por Ternura, en defensa
de nuestra Madre Tierra (de su Palabra -su Pensamiento-, de sus ríos,
de sus bosques, de su aire, de sus aves, de sus animales e insectos, de
sus flores, de sus hierbas medicinales), nosotros, sus hijos e hijas agradecidos,
cada cual desde lo que es su ámbito, hemos demostrado largamente
que ése es nuestro camino.
Hoy, en uno de los días amargos de la historia contemporánea
mapuche, sucede la paradoja que la Fundación ha decidido premiar
a uno de los nuestros. Quisiera augurar que el señor Figueroa tendrá
que guardarse las dádivas con las que pretende convencernos
acerca de su ecuanimidad con el mundo mapuche (lo de siempre, saber
distinguir: aquí los violentos, allá los bondadosos).
Seguramente Francisco no compartirá mi propuesta de iniciar un
listado de firmas que le solicite respetuosamente al señor Figueroa
que, en aras de la memoria del poeta y teniendo en vista la ya próxima
conmemoración de sus cien años que debiera aunar voluntades
en torno de la figura de Pablo Neruda, renuncie a la presidencia de la
Fundación cuyo espíritu (al pensamiento de Neruda me refiero)
el señor Figueroa ya no representa de ningún modo
Elicura Chihuailaf
Temuko, Región Mapuche
Luna del Verdor del 2003
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