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¿Qué tan amplio es el Frente?
BEATRIZ Sánchez, candidata presidencial del Frente Amplio.
La principal novedad de las elecciones primarias del 2 de julio pasado fue el debut en la arena político-institucional del Frente Amplio, como referente ya plenamente constituido. Este agrupa a una serie de organizaciones y movimientos identificados con el ideario democrático-ciudadanista, y que, según sus propios ideólogos, busca ser la representación de los llamados movimientos sociales en la esfera institucional.
Los resultados electorales obtenidos por el Frente Amplio entregan un valioso material para avanzar en su caracterización.
RESULTADOS DEL 2 DE JULIO
Según datos preliminares entregados por el Servel, el número total de votos que el Frente Amplio obtuvo en Chile y el extranjero alcanzó los 327.727 sufragios. La votación frenteamplista superó al número de sus inscritos en solo 82.343. En la vereda opuesta, la coalición de derecha, Chile Vamos, obtuvo 1.418.167 votos, 1.164.207 más que el total de sus inscritos.
Así, ante una base militante de igual magnitud (245 mil del Frente Amplio versus 254 mil de Chile Vamos), la derecha mostró una eficiencia electoral abrumadoramente mayor que el nuevo referente ciudadano. Puesto gráficamente: mientras el aparato electoral de la derecha logró arrastrar a 4,6 votantes independientes por cada militante en apoyo a sus distintas precandidaturas presidenciales, el Frente Amplio necesitó tres militantes de sus filas para convencer a un votante independiente para que concurriese a votar por cualquiera de sus opciones. La eficiencia militante de la derecha fue en términos electorales 13 veces superior a la de los ciudadanistas.
Ahora bien, estas cifras globales suavizan la debilidad orgánica del Frente Amplio, que queda precisamente al descubierto cuando se analizan los resultados con un mayor nivel de desagregación territorial. Considerando las 346 comunas de Chile, más el extranjero, en 68 de ellas la votación frenteamplista ni siquiera alcanzó el número total de sus inscritos, siendo que para la derecha dicha situación se presentó en solo 19 comunas. El número de inscritos del Frente Amplio que finalmente no fue a votar alcanzó la cifra de 24.081, o sea al menos 9,8% de su base militante no concurrió al acto ciudadano;(1) en tanto que para la derecha, la sangría en votos que significó la no concurrencia de sus militantes a la votación fue de apenas 761 sufragios, un 0,3% de su militancia.
Otra dimensión interesante a analizar se refiere a la distribución territorial de la militancia y la votación. Esta cobra una particular importancia en las condiciones del Chile actual, donde las diferencias sociales se traducen en una marcada segregación territorial en la forma en que la población se distribuye a lo largo del país. Tanto, que prácticamente se puede deducir la extracción de clase de la población dependiendo del lugar donde habita.
Al respecto es ilustrativa la forma en que se distribuye en términos relativos la militancia frenteamplista entre las distintas comunas del país. En primer lugar se trata de una militancia fuertemente concentrada en la capital. Más de la mitad (53,4%) de sus inscritos en el país proviene de la Región Metropolitana, siendo que esta representa el 40,5% de la población del país. Dentro de esta misma Región la distribución militante muestra un marcado desnivel hacia comunas específicas. Así, si se toma la cantidad de militantes per cápita por comuna se observa que las cinco primeras en orden de importancia corresponden a Providencia, Ñuñoa, Peñalolén, La Reina y Quinta Normal. En el caso de Chile Vamos las comunas son Vitacura, Lo Barnechea, Calera de Tango, Las Condes y San José de Maipo, con la diferencia que la militancia de la Región Metropolitana de este conglomerado representa el 38,4% de su militancia nacional.
De los votos obtenidos es posible observar dónde el discurso frenteamplista resuena con mayor fuerza. A nivel nacional su votación se concentró fuertemente en la zona centro del país, particularmente entre las regiones Metropolitana y de Valparaíso. En estas el Frente Amplio obtuvo el 61,9% del total de su votación nacional, siendo que entre ambas regiones representan el 50,7% de la población del país.
Del total de comunas del país las cinco primeras en orden de importancia en que el Frente Amplio logró una mayor representación, o sea donde la participación de su votación superó al peso de la población de la comuna en el total nacional, correspondieron a Ñuñoa, Providencia, La Reina, Valparaíso y Santiago. Para la derecha en tanto estas fueron Vitacura, Zapallar, Pirque, Las Condes y Lo Barnechea.
LECCIONES DE JULIO
Al observar los datos arrojados por el proceso eleccionario recién pasado es posible constatar ciertos elementos característicos del Frente Amplio en cuanto fuerza político-social. Se trata, en primer lugar, de una estructura orgánico-militante débil, incluso vista desde el aspecto meramente electoral. Esto es leído como un problema meramente administrativo por sus representantes, pero en verdad sus causas más profundas se sitúan en las características propias de los sectores sociales que el Frente Amplio encarna y las lógicas de construcción que en consecuencia pone en juego.
Desde la perspectiva territorial la composición de su militancia y de su votación, que en esta ocasión prácticamente coincidieron, confirma que el Frente Amplio no es sino la expresión de la emergencia y consolidación político-social de un sector de las nuevas clases medias, en particular de su segmento ilustrado.
Por otra parte, los pobres resultados electorales obtenidos ponen en entredicho la lectura sobre las causas del agotamiento del sistema político chileno levantadas por sus ideólogos. A juicio de ellos estas radicarían en el fuerte descrédito de los partidos tradicionales ante los hechos de corrupción y su relación con el poder económico. Sin embargo, el Frente Amplio se midió en estas elecciones primarias con la coalición que más directamente ha estado involucrada en este tipo de hechos, donde su candidato electo es precisamente un personaje que representa la relación entre política y dinero en su estado más puro. El resultado final fue que la votación frenteamplista fue más que cuadriplicada por la derecha.
Los ideólogos frenteamplistas rápidamente cambiaron el discurso y achacaron la abultada diferencia en las votaciones al largo tiempo que los partidos de derecha llevan establecidos en el sistema político-institucional. Pero precisamente lo que ayer presentaban como una debilidad, de la noche a la mañana se había convertido en una fortaleza. ¡Nadie podía entender nada!
Finalmente, más que acercarlo al votante medio, ideal de todo referente ciudadanista, los planteamientos programáticos y lógicas de construcción, anclados en la concepción de mundo de la intelectualidad pequeñoburguesa biempensante (donde son moneda de uso corriente temas como democracia, derechos sociales, corrupción, desigualdad, medioambiente, educación, principios éticos, etc.), lo alejan de este, especialmente de los sectores populares. Por eso su base de apoyo termina tomando la fisonomía concreta de los sectores medios acomodados.
NATURALEZA SOCIAL DEL FRENTE AMPLIO
Ni los resultados electorales ni la composición militante bastan por sí mismas para caracterizar la naturaleza social de una determinada fuerza política. La clave al final del día la constituye su programa. Qué pretende hacer, cómo piensa llevarlo a cabo y quiénes son los actores llamados a materializar dicho programa son lo que definen el carácter de una fuerza política.
Por sus propias características, es imposible que la burguesía constituya referentes políticos con militancia y base de apoyo de extracción puramente burguesa. No por nada la historia del capitalismo registra múltiples episodios en que fuerzas políticas de marcada composición y arrastre popular han servido para consolidar la dominación burguesa. El fascismo es un caso paradigmático en este sentido. Sin embargo, por su propia dialéctica, estos episodios duran “lo que la vida de quien lo impulse o hasta el fin de las ilusiones populares, impuesto por el rigor de la sociedad capitalista”.(2) Así el juego democrático-representativo obliga constantemente a toda fuerza política burguesa, por más reaccionaria que sea, a entrar de una u otra forma en transacción con las capas no burguesas de la sociedad.
Los vasos comunicantes que la burguesía establece con las diferentes fuerzas políticas que encarnan sus intereses son variados, pueden ir desde la irrupción directa de los mismos representantes del capital en el escenario político hasta la corrupción de los partidos políticos. Pero hay también situaciones en que la conexión es menos obvia y burda, y no por eso las fuerzas políticas pierden su carácter burgués. De hecho cierto grado de autonomía es requerido para garantizar la estabilidad de la dominación burguesa.
En base a esto es posible caracterizar al Frente Amplio como una más de las fuerzas burguesas que el variopinto espectro político chileno ofrece, cuyo rasgo distintivo radica en su anclaje en la fracción ilustrada de los sectores medios.
La naturaleza social del Frente Amplio se deduce no tanto de que sus principales representantes sean los “hijos de…”, según los calificó la presidenta Bachelet, como de sus lineamientos político-programáticos y su práctica. Estos son principalmente fruto de la confluencia de distintas corrientes presentes en el imaginario cultural de las clases medias (democratismo, ciudadanismo, medioambientalismo ciudadano, etc.), así como también del electoralismo popular proveniente del viejo reformismo de Izquierda.
No es raro que esta mezcla haya resultado en planteamientos tan poco sustanciosos e inconexos como los contenidos en los programas de gobierno de sus precandidatos presidenciales. Donde lo más “radical” -si es que así se puede denominar- fueron retazos de un desarrollismo senil y vergonzante. Senil como el delirante tren de alta velocidad entre Arica y Puerto Montt de Mayol y vergonzante como su propuesta de nacionalizar apenas el 20% de la propiedad de las empresas estratégicas. Todas propuestas que por lo demás descansan en una visión idílica de una determinada forma histórica que tomó la explotación de la fuerza de trabajo, como lo fue el patrón de sustitución de importaciones.
Esta es una típica expresión de cuando la intelectualidad biempensante echa a volar su “imaginación económica” en nombre del pueblo, según la expresión del doctor Urrutia y la egresada Yeomans,(3) pero que al pretender subvertirlo todo no puede sino concurrir temerosa en auxilio de los programas reformistas del pasado, donde la farsa revela de paso lo rasante del vuelo de aquella imaginación.
LA POLITICA FRENTEAMPLISTA
El cuadro político chileno atraviesa por una situación pantanosa que deriva de la ausencia de proyectos de las clases fundamentales de la sociedad burguesa. La dominación prácticamente sin contrapeso que ejerce el gran capital hace que la burguesía no posea un proyecto posneoliberal para resolver los problemas que se presentan en la base de la acumulación y en el agotamiento del sistema de partidos que no sea sino la aplicación de las mismas recetas ya conocidas. Por otra parte, la ausencia de las clases trabajadoras como actor colectivo con agenda propia en la escena nacional priva a esta de una alternativa realmente transformadora.
Es en este tipo de situaciones cuando las clases medias se presentan en escena como salvadoras con soluciones mágicas que pretenden resolverlo todo sin cambiar nada. Esa es la aspiración autodeclarada, pero lo cierto es que tal y como están planteados los términos del problema, y de no mediar cambios fundamentales en el mismo, el cuadro político chileno oscilará pendularmente entre dos caras de una misma moneda: la ortodoxia neoliberal y el reformismo timorato-vergonzante de las distintas expresiones burguesas.
Los ideólogos frenteamplistas repiten hasta la majadería lo de la “ampliación de los límites de lo posible”, que por lo demás nunca queda claro a qué realmente hacen referencia. Sin embargo, si algún contenido concreto tiene dicho eslogan este se refiere a la ampliación de ciertos derechos civiles (matrimonio igualitario, legalización de la marihuana, etc.) y medidas simbólico-culturales (paridad de género en los altos cargos del Estado, por ejemplo), programa característico de los sectores medios y que la burguesía chilena no es capaz en principio de impulsar por su tradición cultural conservadora. Pero no es a mucho más que esta “ampliación de lo posible” puede llegar.
Otro aspecto dice relación con lo que se juega en la arena electoral en el marco de una democracia burguesa representativa, ya que este es el teatro de operaciones donde el Frente Amplio ha decidido llevar la lucha de los denominados movimientos sociales. Para sus teóricos no hay dudas. En línea con las concepciones liberales más vulgares, lo que allí se juega es ni más ni menos que el poder. Esta idea está presente incluso en su ala “izquierda”. De hecho el eslogan del programa de gobierno de Mayol era precisamente “Gobernar es poder…” (sic). ¡Tanto pergamino académico para terminar enarbolando lo más vulgar del sentido común de la teoría política burguesa!
Ahora bien, lo que verdaderamente importa de estas vulgaridades del discurso es que ellas son expresiones orgánicas de los sectores sociales que confluyen en el Frente Amplio.
En efecto, para quien piensa y se mueve dentro de los marcos de la sociedad vigente la parcela que constituye el gobierno sin duda que entrega poder, ¡y no poco! Situarse a la cabeza del gobierno otorga la capacidad de nombrar ministros, subsecretarios, jefes de servicio, impulsar/vetar leyes, definir presupuestos, etc. Así no es extraño que donde se determinan y conducen las políticas públicas, o sea el Ejecutivo, sea visto como “el” espacio de poder por excelencia, el ámbito privilegiado que permite pasar de las predicciones del paper(4) a su aplicación generalizada a la realidad, y donde además los sectores populares clientelizados pueden acrecentar la porción que obtienen de la torta.
Sin embargo, si el problema se enfoca desde la perspectiva del proyecto histórico de las clases trabajadoras y de las transformaciones radicales que demanda para su materialización, dicha concepción se revela como una peligrosa ilusión.
SEBASTIAN ZARRICUETA CABIESES
Notas
(1) Esta cifra podría ser eventualmente superior ya que se estima como la diferencia entre la votación total obtenida por la coalición menos el número total de sus inscritos a nivel de comuna, pudiendo aumentar levemente si la estimación se realizara a un mayor nivel de desagregación, por ejemplo por mesa.
(2) Ernesto Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba, Ediciones Era, México, 1967, p. 629.
(3) Miguel Urrutia F. y Gael Yeomans A.: “El Frente Amplio ante la refundación democrática del neoliberalismo”, Rebelion.org, 17/7/2017.
(4) Término comúnmente usado hoy en la academia para denominar investigaciones y artículos científicos.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 881, 4 de agosto 2017).
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