Punto Final, Nº 875 – Desde el 12 hasta el 25 de mayo de 2017.
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Las esquivas condiciones

 

Pocas expresiones tan recurrentes en el vocabulario de la Izquierda como las “condiciones”,algo extraño y difuso queparece definir cuándo la Izquierda debe hacer o dejar de hacer.
¿Cuándo están las condiciones? ¿Se hacen o se dan solas? ¿Qué o quienes determinan las condiciones perfectas, las más o menos o las que no sirven? ¿Alguna vez ha habido condiciones para algo que se hayan propuestos los revolucionarios en algún rincón de la historia? A la espera de un prodigio relacionado con las condiciones óptimas para una propuesta de Izquierda que marque un camino, no hemos llegado muy lejos.
La Izquierda vive soñando un mundo mejor. En un tris, un izquierdista término medio puede nombrar tres o cuatro cuestiones relacionadas con el país que merecen el pueblo y los más desposeídos. Y es casi seguro que no habrá mucha diferencia entre lo que piensan unos y otros al respecto. Pero entonces tercian las condiciones para su concreción. ¿Están? ¿No están?
Al parecer, las condicionesse relacionan con la idea que tenemos de lo que se entiende por utopía; según Galeano, que lo escuchó de Birri: en el camino a la utopía, si das un paso, esta se aleja el mismo paso. Es decir, sirve solo para caminar. Nada dice de llegar a algún lado. Quizás no haya“condiciones”. En ese sentido los desfiles y marchas son la utopía misma si se considera todo lo que se camina, aunque lo único que cambien sea el sentido del tránsito.
Desde la Izquierda más apegada a los manuales parece que nunca hay condiciones para nada: no las hubo para los cambios propuesto por la UP. No las hubo para defender el gobierno de Salvador Allende. Tampoco para resistir el golpe a tiros. Ni para llamar a la insurrección contra el tirano. Ni siquiera para salir mejor parados cuando el retiro táctico de los militares.
Aquellos que fueron partidos de Izquierda y que traicionaron todo lo que alguna vez dijeron con la convicción de los mártires, encontraron mejores condiciones creando la Concertación.
Años después, el Partido Comunista define mejores condiciones al alero del poder y mediante un fast track, pasa a ser parte de un gobierno que antes era la suma de los males.
Y para todo el resto de la Izquierda, durante todo este tiempo no ha habido condicionespara decir una palabra inteligente o por lo menos proponer un camino novedoso y efectivo.
Por estos días, la cultura neoliberal pasa por una severa crisis provocada por la corrupción y busca, afanosa, el modo de resetearse. Casi no tiene de que asirse. El rasgo esencial de este segundo e innecesario gobierno de Michelle Bachelet está signado por un halo de fracaso. Y la derecha tiene que echar mano a un pelafustán que en un país decente estaría en la cárcel.
Pero aún así, parece que tampoco hay condiciones para que la gente aburrida, hastiada, castigada, traicionada, tenga la oportunidad de decir su bronca haciendo uso de su propio albedrío.
El Frente Amplio afirma que habría condiciones para propuestas y planteamientos ante el escenario electoral vecino. Pero no las habría para que la gente misma despliegue su iniciativa y tenga el derecho a levantar la mano y proponer, discutir, contradecir y volver a discutir. Lo que resulta de suyo extraño si se considera que el actual alcalde de Valparaíso, frenteamplista como él solo, fue electo a partir de una iniciativa popular en que la organización de los pobladores fue central. ¿Entonces sí había condiciones?
En estos días se supo de una iniciativa, también en Valparaíso, en la que numerosos dirigentes gremiales, sindicales y pobladores, proponen a Mabel Zúñiga, presidenta regional de la Anef, como precandidata parlamentaria. Y hacen bien. Si hay algo que se extraña en estas formas que adquiere la política, es la voz y decisión de los trabajadores. Es rara una Izquierda sin que no tengan ni pito que tocar.
A esta altura de la historia resulta del todo fuera de lugar intentar suplantar a la gente por la vía de la imposición administrativa o burocrática. Podemos afirmar que así no se llega a nada bueno.
Lo cierto es que hay condiciones de sobra para que el mundo de los trabajadores, de los pobladores, de los artistas, de los numerosos colectivos de Izquierda que intentan algo en campos, poblaciones, escuelas y universidades, se decidan a abordar sus propios candidatos a cualquier cosa y fijen su propia táctica electoral, de alianzas y su programa. Lo que hace falta en el vocabulario y por sobre todo en la acción de la Izquierda, cualquiera que sea su nomenclatura, es la palabra “decisión”.
Esa sí que se extraña.

Ricardo Candia Cares

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 875, 12 de mayo 2017).

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