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Observatorio Político
Longueira complica al “piñerismo”
Autor: MANUEL SALAZAR SALVO
A veces parece que el senador Pablo Longueira Montes (52 años, ingeniero civil), dirigente destacado de la UDI, no fuera de derecha. Pero lo es, y pertenece al partido que fundó Jaime Guzmán, uno de los principales consejeros civiles de la dictadura militar y gestor de la Constitución de 1980, aún vigente.
No obstante ese origen, Longueira ha tratado desde hace más de una década de transformar a la UDI en un partido de centroderecha -el Partido Popular- y alejarlo de la influencia de los poderes fácticos del conservadurismo más tradicional.
En los últimos doce años intentó llevar a Joaquín Lavín a La Moneda, y casi lo consigue en 1999, cuando aquel perdió estrechamente ante Ricardo Lagos. Más tarde se enfrentó en repetidas ocasiones a Sebastián Piñera, quien a la postre consiguió acceder a la primera magistratura. El mérito de Longueira ha sido transformar a la UDI en el principal partido político chileno, que hoy espera su turno para relevar al actual mandatario.
Es por eso que ha sorprendido su propuesta de efectuar un plebiscito para que la ciudadanía se pronuncie sobre la entrega de una salida al mar para Bolivia. La idea de Longueira logró el inmediato respaldo del presidente del Senado, Jorge Pizarro, del PDC; y de algunos otros parlamentarios y dirigentes políticos. La resistencia más dura provino de su propio sector: el senador de la UDI, Hernán Larraín, esposo de la ministra de Vivienda, Magdalena Matte, señaló que propuestas como la de Longueira “despiertan ilusiones que no corresponden y pueden ser causa de frustraciones. Lo responsable es que se haga a través del presidente o la Cancillería”. El presidente de la UDI, senador Juan Antonio Coloma, en tanto, señaló que se puede avanzar hacia una solución del problema boliviano, pero sin ceder soberanía.
En una primera lectura, el tanteo de Longueira parece una reacción al efusivo abrazo de los presidentes de Perú, Alan García, y Bolivia, Evo Morales, el 19 de octubre en el puerto de Ilo, ubicado a 140 kms. al norte de Tacna, donde se amplió un acuerdo firmado en 1992 que pretendía facilitar a Bolivia romper su enclaustramiento y tener una salida al Océano Pacífico. Dicho acuerdo consistió básicamente en la cesión, por parte de Perú, de cinco kilómetros de playa, una concesión de 165 hectáreas dentro de la zona franca industrial de Ilo y una zona turística de dos kilómetros. En esta oportunidad, se ampliaron los plazos, se aumentó en dos kilómetros la zona turística para Bolivia y se anunció que se permitirá la instalación de una sede de la Escuela Naval boliviana.
El denominado Plan Boliviamar, sin embargo, no consiguió materializar ninguno de sus propósitos originales y los bolivianos siguieron prefiriendo los puertos chilenos de Arica, Iquique y Antofagasta para acceder al Pacífico.
Los mandatarios Alan García y Evo Morales tuvieron durante los dos últimos años ásperos intercambios de palabras que incluyeron insultos de grueso calibre. No obstante, al aproximarse las elecciones presidenciales en Perú, Alan García inició una ofensiva diplomática para reforzar su alicaída popularidad y fortalecer la posición peruana en el diferendo sobre el límite en el mar que mantiene con Chile, y sobre el cual debe pronunciarse el Tribunal Internacional de La Haya.
Trasfondo de la propuesta
El senador Longueira ha dicho que “una nueva derecha con vocación de mayoría debe romper radicalmente con las estructuras propias de la derecha histórica. Avanzar resueltamente al centro, representando esta nueva clase media emergente que se aproxima con cierto temor a la globalización y la modernización”. También ha señalado que “la derecha chilena en muy histérica y se da vuelta en cualquier minuto. En dos o tres meses cambia de opinión, porque no estudia, no analiza y escucha a líderes de derecha que no tienen fundamentos”.
Longueira parece convencido de que para mantenerse en el poder y llevar a la UDI a La Moneda, no basta con el 35% de los votos que controla la derecha dura, que en las últimas elecciones planteó la tesis del “desalojo” y que Sebastián Piñera dejó de lado oportunamente en su campaña presidencial. Requiere en cambio conseguir votos en nuevos segmentos de la población, en particular entre los jóvenes, y restar sufragios donde la Concertación aparece aún con fuerza, como las regiones del norte del país.
La propuesta de Longueira de plebiscitar una salida al mar para Bolivia tuvo mediano impacto en los medios formales de comunicación, pero remeció con fuerza a las redes sociales que interactúan por Internet y otros soportes de contactos. Un promedio de dos de cada tres opinantes en los foros abiertos sobre el tema, se mostró partidario de entregar una solución definitiva al problema de la mediterraneidad de Bolivia. La mayoría además, celebró la posibilidad de modificar la Constitución y crear los plebiscitos vinculantes.
Los foristas, casi todos personas jóvenes e informadas, comprenden el potencial futuro de una solución acordada entre Bolivia, Perú y Chile, que pueda proporcionar nuevas oportunidades y ventajas a las tres naciones. Agua y energía son necesidades básicas de las regiones involucradas, así como cooperación trilateral y nuevas oportunidades de negocios. Las industrias mineras de los tres países, más el creciente auge de prospecciones en el norte argentino, auguran un impensado desarrollo de la subregión y del litoral del Pacífico en el norte chileno y el sur peruano.
Los gobiernos de la Concertación no pudieron o no quisieron avanzar hacia una solución del enclaustramiento boliviano y ahora esa posibilidad histórica la tiene la derecha y, en especial, el presidente Piñera, quien ha dado claras muestras de ambicionar pasar a la historia. Una manera de conseguirlo sería terminar con la mediterraneidad de la hermana nación altiplánica.
En la UDI se mira con inquietud la aparente intención del presidente de distanciarse de la Alianza por Chile y construir un proyecto político propio para los próximos períodos de gobierno. Temen un crecimiento del “piñerismo”, con fuerte inclinación al populismo y al manejo mediático del poder, afincado principalmente en la capacidad de gestión personal de su líder y de sus más cercanos amigos, casi todos dueños de cuantiosos patrimonios.
Roces que aumentan
Bajo la aplastante uniformidad que hoy detenta el oficialismo en los medios masivos de comunicación, se oculta esta creciente pugna entre la UDI y Renovación Nacional, los soportes políticos del gobierno. A esa lucha cotidiana, se agregó este “piñerismo” integrado por los partidarios del actual gobernante e independientes de la Alianza derechista. Un caso ejemplar, visto a diario a través de la televisión en los días que duró el rescate de los mineros en Copiapó, fue el de Cristián Barra, descrito como “un asesor” del Ministerio del Interior, pero que en la práctica es un “control de cuadros” del equipo duro del mandatario, formado políticamente a la vera suya desde comienzos de los años 90, en el primer intento de Piñera por transformarse en candidato presidencial. Como Barra existen personajes semejantes en casi todos los Ministerios. A diario informan a La Moneda sobre las actuaciones y decisiones tomadas en los gabinetes. En la UDI y RN también se reciben datos similares los que, al irse acumulando, marcan conductas y tendencias no siempre coincidentes con las acordadas entre ambos partidos y el gobierno.
En algunos Ministerios se han conformado amplios comités de asesores, liderados (...)
(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 721, 29 de octubre, 2010)
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