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El llamado del Papa de 1987 cayó en el vacío
Los pobres
siguen
esperando
Autor: ARNALDO PEREZ GUERRA
LUISA Riveros
A días de cumplirse el Bicentenario de la Independencia, la pobreza y desigualdad siguen imperando en Chile, casi igual a la situación de desigualdad que denunció Luis Emilio Recabarren, fundador del movimiento obrero, hace cien años. Millones de pobres viven atrapados en precarias condiciones laborales, en indignos salarios o, aún peor, en la cesantía. Las desigualdades condenan a los trabajadores a sudar sangre para sostener el sistema, mientras los bancos y los grandes consorcios agroindustriales y comerciales se embolsan millonarias ganancias, cada vez más elevadas. Sólo en el primer semestre de este año, el sistema financiero ganó 1.554 millones de dólares, mientras hay pobres que sobreviven con 70 mil pesos mensuales, o menos, y los trabajadores ven aumentar sus salarios -según cifras oficiales- en apenas 0,3% mensual.
En plena dictadura -el 12 de abril de 1987-, a poco de la masacre de Corpus Christi perpetrada por la CNI contra doce jóvenes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la pobladora Luisa Riveros Varas habló ante el Papa Juan Pablo II, denunciando con coraje la pobreza en Chile, los detenidos desaparecidos, la tortura, los presos políticos. Durante su visita, Juan Pablo II clamó: “Los pobres no pueden esperar”. Pero aquí están todavía, incluyendo a Luisa Riveros. Siguen esperando.
“Ante el Papa denuncié la miseria. Le dije que para ir a los consultorios de salud había que levantarse a las 5 de la mañana, que en los hogares no había qué comer… Y todo sigue igual o peor. Porque ahora no hay medicinas en los consultorios, no hay especialistas, mucha gente no tiene qué comer, la miseria está en todas partes… La población en que vivo, cuando nació, se llamaba Violeta Parra y la dictadura militar le puso Villa Libertad. ¡La libertad de los ricos para condenarnos a la pobreza! Ahora hay algunas áreas verdes, es cierto. Pero eso no basta si no educamos a nuestros hijos, si no les damos un futuro a los jóvenes que hoy están perdidos en la droga o en la cesantía”, dice Luisa Riveros.
La encuesta Casen 2009 confirma lo que todos saben: que el modelo económico, instaurado a sangre y fuego, significa pobreza y explotación para millones de chilenos, altos niveles de cesantía, empleo precario y esporádico. La encuesta desnuda la verdad: hay una clara relación entre la pobreza y la desigual distribución de la riqueza. Todos los “ajustes” terminan pagándolos los trabajadores con rebajas de salarios o desempleo. Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Chile se ubica entre los cinco países más desiguales del mundo. La encuesta Casen 2009 advierte que la pobreza aumentó de 13,7 a 15,1 por ciento entre 2006 y 2009. Son cifras engañosas que no muestran toda la verdad.
La pobreza se perpetúa
Luisa Riveros (67 años, seis hijos) dirige actualmente un club de adultos mayores. En Cerro Navia -la comuna en que vive- hay 85 de estos clubes que de alguna forma intentan apoyarse entre sí para sobrevivir. “La situación de los ancianos en la comuna es muy mala. Quienes no viven con sus familias prácticamente no tienen nada, porque las pensiones son muy bajas: de 70 a 106 mil pesos… Subió la locomoción y tenemos que movilizarnos a lugares en que se necesita locomoción. En eso se nos va mucha plata. El Transantiago ha terminado por aislar al adulto mayor. Quienes tienen familia en comunas distantes, sencillamente no pueden ir. Los que inventaron este sistema de transporte público no pensaron en la gente con bastón o en silla de ruedas. No pensaron en los viejos que entregamos tanto esfuerzo a este país”, dice Luisa Riveros, que recibe una pensión mensual de 106 mil pesos.
Según estadísticas, los pobres gastan mucho más que su ingreso. ¿Cómo lo hacen? Endeudándose. Es el creciente sobreendeudamiento que sobrelleva la población. El sistema está hecho para cobrarle más al que más necesita, y así la pobreza se perpetúa: mediante las deudas se domestica a millones de personas. Un 60 por ciento del ingreso promedio de los chilenos se destina a pagar deudas.
Es el caso de Mirna Vallejos, vecina de Luisa Riveros. Recibe una pensión de 220 mil pesos, pero no le alcanza. “Tengo una deuda en Ripley. Estuve casi 36 meses pagando 148 mil pesos. Repacté y bajé a 120 mil pesos a 36 meses. Volví a repactar a 36 meses para pagar 98 mil pesos. El crédito inicial lo pedí para arreglar mi casa. Si no repacto no puedo vivir, no me alcanza. Tuve que pedirle a una hija que me ayudara. Vivo sola pero uno de mis hijos tiene unas piezas al lado y me ayuda a pagar la luz. Mi hijo tiene su señora y una hija. Yo hago empanadas, queques, pan de Pascua, calcetines de lana, guantes, de todo. Con eso me doy vueltas para sobrevivir y pagar las deudas”, dice.
A la sombra de la miseria y la desigualdad, crecen otros problemas. Chile tiene el mayor porcentaje mundial de problemas mentales, depresión, trastornos afectivos y ansiedad. Las cifras de la encuesta Casen muestran el fracaso de las promesas de terminar con la pobreza y erradicar la indigencia. Ha sido el compromiso de sucesivos presidentes de la República.
“Antes se hacían ollas comunes cuando había crisis económica. En plena dictadura organizamos el Comprando Juntos, Construyendo Juntos, y otros grupos para jóvenes y mujeres, talleres, etc. Ahora hay muy poca organización de base. Y la organización es fundamental para luchar contra la injusticia y la desigualdad”, reflexiona Luisa Riveros.
Durante el gobierno de Michelle Bachelet se dijo que aumentaría la red de protección social. Algo se hizo… sin embargo la pobreza aumentó. Según la encuesta Casen 2009, el 15,1 por ciento de la población es pobre o indigente. En 2006 el 10 por ciento más rico tenía un ingreso 31,3 veces superior al del 10 por ciento más pobre. El año pasado, esa brecha aumentó a 42,3 veces. Según el ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco, esas cifras están amañadas porque no incluyen subsidios y otros beneficios que entrega el Estado. El debate generó polémicas entre economistas y políticos.
Pero don Pepe (José Fuentes), no sabe de cifras. Jubiló con la pensión mínima y debe ingeniárselas para conseguir recursos: “Salgo en bicicleta a la laguna Carén a pescar, subiendo un cerro, haciéndole el quite a los carabineros que impiden el paso. Para entrar hay que pagar 500 pesos que no tengo. Si logro pescar algo tengo comida para uno o dos días. A veces puedo vender los pescados y comprar otra cosa… También hago almácigos de limones y naranjas. Los voy a vender a la feria libre cuando están crecidos. Y salgo a buscar fierros en los botaderos de deshechos: en el club del adulto mayor hacemos pilares para vender”, dice.
Más de dos tercios de los pobres tienen empleo, pero lo que ganan es muy poco y se mantienen en la pobreza. Cientos de miles no califican como pobres para los fines de la encuesta Casen, aunque viven con menos de lo necesario. Los ingresos que determinan la línea de pobreza son 64 mil pesos mensuales para las zonas urbanas y 47 mil en las rurales. Según estudios, como la encuesta Panel, que analizaron los resultados de Casen desde 1996 a 2006, en ese período un tercio de los chilenos calificó como pobre por lo menos una vez. La línea de la pobreza se traspasa muchas veces por el desempleo, las alzas de precios, la precariedad del trabajo, el endeudamiento, las enfermedades y accidentes, etc.
José Contreras, 56 años, trabaja como jardinero en Cerro Navia. “Fui del POHJ durante años y ahora estoy acá. Es casi lo mismo. Gano el mínimo y no me alcanza. Vivo muy apretado, no tengo estudios para un trabajo mejor. Trabajo para una empresa contratista del municipio. Somos más de 130 trabajadores, la mayoría jubilados. Antes vivía arrendando, pero se dio la posibilidad de comprar un sitio e instalé una casita. Salí del calvario de pagar arriendo. Mis hijos ya se independizaron y vivo con mi esposa. Hago trabajitos extras para que lleguen unas monedas más. Es un desastre que muchos vivan con pensiones de 70 mil pesos. Soy un decepcionado de la política: prometen y después no hay solución. En Cerro Navia se ve mucha pobreza, hay hogares con cinco o seis niños y los padres están sin trabajo. ¿Qué hacen? Venden droga y destruyen su familia. Faltan oportunidades para salir de la pobreza. Vivimos en dos Chile, uno que está acá, en las comunas pobres. Y otro en el barrio alto, otro mundo, construcciones impresionantes, lujo y dinero. Una diferencia muy grande”, dice Contreras.
El Papa tenía razón
Luisa Riveros agrega que la pobreza en Cerro Navia, como en todo Chile, está disfrazada: “A simple vista no se ve. La gente sale a trabajar, pero gana tan poco que no le alcanza para el sustento de la familia, entonces, se endeudan… ¡Hay tarjetas de crédito hasta en los supermercados! Para comprar lo que se necesite, útiles escolares, comida, artículos de aseo, todo con tarjetas, y pagadero en cuotas. Y las casas comerciales sacan un ojo de la cara con los intereses. La gente se convierte en esclava del crédito”, dice. “Las mujeres que salen a trabajar pierden más que lo que ganan. Dejan a sus hijos solos… las familias se destruyen por la violencia, la droga, la soledad. Los niños quedan en la escuela un rato y después están solos. Necesitamos escuelas que realmente se preocupen de los niños, que les entreguen capacitación”, agrega la mujer que hace 23 años denunció la miseria y la represión que vivía el pueblo chileno al Papa Juan Pablo II.
Luisa Riveros cuenta que hay vecinas de su población que tienen hijos con deficiencia mental y que reciben pensiones que apenas les alcanzan para cubrir los servicios básicos. “Cocinan con leña, hacen fuego con palos y tablas. No tienen plata para parafina… La situación de los pobres es terrible y sin solución… No la hubo con la Concertación. Yo tenía muchas esperanzas que (...)
(Este artículo se publicó completo en Punto Final, año 45, edición Nº 718, 16 de septiembre, 2010. Suscríbase a PF)
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