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Transformación
de la prensa
Autor: Paul Walder
La homogeneidad informativa, que abarca desde la política a los aspectos sociales y culturales, las corrientes de pensamiento y la acción, puede llegar a asfixiar al lector con su pesada presencia. La circulación de noticias generadas y modeladas por una misma mano forma una pasta espesa que, si bien informa, también cubre y oculta. Se exhibe lo que interesa al público, pero dentro de los márgenes de lo consensuado, y se dejan fuera aspectos que la misma institucionalidad excluye. Una prensa funcional al sistema, al statu quo, a las corrientes de pensamiento dominantes, a partir del 11 de marzo tiene total coincidencia con el gobierno. Expresa con palmaria y creciente claridad su estrechez, sus preferencias, su sesgo. Lo que se ocultaba se hace visible.
Ante este universo que se expresa en Chile en toda la prensa escrita, la televisión y gran parte de las radios, los medios independientes parecen tener su oportunidad. Los vínculos comerciales con Colonia Dignidad del efímero gobernador del Bío Bío, José Miguel Stegmeier, denunciados a comienzos de marzo por el diario electrónico El Mostrador, fueron una de aquellas informaciones que no emergen normalmente de la pesada y homogénea pasta informativa nacional. La denuncia pudo haber sido silenciada por la gran prensa, pero la gravedad de los cargos revelados, la aterradora presencia que ha dejado Colonia Dignidad y Paul Schäfer en la memoria colectiva chilena, más una recién estrenada oposición, ansiosa en la búsqueda de errores e irregularidades del nuevo gobierno, hicieron que esta información rompiera los cercos de silencio que habitualmente instala la prensa de derecha. Tras la insistencia periodística -porque algunos periodistas mantienen la independencia y ética que sus medios ocultan- a las pocas horas la denuncia ya circulaba a través de la prensa tradicional.
Es también de interés observar lo que ha ocurrido con las radios durante las últimas semanas. El espacio radioeléctrico vuelve a levantarse como un lugar de independencia informativa y, en algunos casos, opositor. Pese a las fusiones y adquisición de emisoras por parte de grandes grupos económicos, que ha causado una fuerte concentración de la propiedad, aún quedan unas pocas radios independientes o de grupos cuya inspiración no es esencialmente comercial. Son las que han privilegiado la información y la opinión por sobre la entretención y la farándula. Radios como Bío Bío, Universidad de Santiago, Universidad de Chile, Cooperativa y Nuevo Mundo cuentan con equipos periodísticos y se levantan como medios capaces de generar información y marcar la agenda pública. Es desde estos medios desde donde se consolida hoy la información. Y si consideramos el creciente y natural rechazo que se generará en la ciudadanía hacia una prensa teñida de oficialismo, es muy probable que la lectura de medios electrónicos y la audiencia de estas radios aumenten con el tiempo.
Pero éstas no serán las únicas transformaciones. El traspaso del gobierno desde la Concertación a la derechista Coalición por el Cambio es el mayor giro político en los últimos veinte años y muy posiblemente, afectará al conjunto de los medios de información nacionales. No es un giro tan radical como el de 1990, que dejó en el camino por diversas causas a la gran mayoría de los medios opositores a la dictadura. Sin embargo, hay elementos políticos que necesariamente deberán incorporar la prensa del duopolio y los grandes canales de televisión abierta. Si tenemos en cuenta el estrecho margen que le dio el triunfo al gobierno de Piñera, los medios de derecha tendrán que canalizar la presencia de las fuerzas opositoras y desligarse, o camuflar, su imagen oficial. Lo harán ya sea por simples cálculos mercantiles, o para mantener la institucionalidad binominal o para reforzar la idea del equilibrio político y la correcta alternancia del poder. Las diferencias son de matices.
Aun así, queda fuera un universo creciente y no representado ni por esta prensa ni por la institucionalidad binominal-neoliberal. Las actuales grandes radios independientes, la oposición política canalizada al interior del duopolio y los diarios electrónicos capaces de elaborar información propia, no tienen como objetivo levantar ideas ajenas a la institucionalidad ni a las grandes y tradicionales corrientes de opinión. No tienen como objetivo canalizar la mirada política y social de las organizaciones y movimientos sociales ni de las denominadas minorías, las que pese a los cambios ya citados, mantendrán su marginalidad mediática. El quiebre de esta rígida estructura, que es una expresión más de la institucionalidad binominal, está estrechamente ligado a una necesaria mayor participación social y una mayor democratización, aspectos que sin embargo no se resolverán con una receta tan simple como una inclusión en los medios. Aun cuando ayuda, es insuficiente. Hoy son otras las vías para conseguir influir en la agenda.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 706, 2 de abril, 2010)
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