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Un gurú para Piñera
Autor: Juan Jorge Faundes
“La clase política forma más bien una oligarquía de profesionales que defienden sus propios intereses… una oligarquía de ‘expertos’, de altos funcionarios y de técnicos”.
(Alain de Benoist)
El filósofo francés Alain de Benoist (1943), es considerado el ideólogo de la “nueva derecha” en Europa, pero se piensa a sí mismo como “más allá de la derecha y de la Izquierda”: “Lo que los medios de comunicación a partir de 1979 llamaron la ‘nueva derecha’ es una escuela de pensamiento, fundada a principios de 1968, que se proponía reconsiderar la filosofía política y trabajar, más generalmente, en el ámbito de las ideas (…) La ‘nueva derecha’ evolucionó, no dejó de precisar y hacer avanzar su discurso”.
¿Será Piñera punta de lanza de esta escuela en América Latina? Hay quienes lo sospechan, pero no muy convencidos. ¿Qué se concluiría si se contrastara el pensamiento de este autor de más de 50 libros y 3.000 artículos, traducidos a quince idiomas, con la totalidad del discurso y la práctica social del empresario hoy presidente de Chile? Veremos a continuación, en síntesis, qué plantea de Benoist, y usted tendrá cuatro años por delante para ir comparando con la práctica piñerista. Cuatro son los principales ejes del pensamiento de Alain de Benoist, según su sitio web:
1) La crítica conjunta del individual-universalismo y del nacionalismo (o del etnocentrismo) como categorías que pertenecen, en ambos casos, a la metafísica de la subjetividad;
2) La deconstrucción sistemática de la razón mercantil, de la axiomática del interés y de las múltiples dominaciones de la Forma-Capital, cuyo despliegue planetario constituye, a su juicio, la principal amenaza que pesa sobre el mundo;
3) La lucha en favor de las autonomías locales, ligada a la defensa de las diferencias y de las identidades colectivas;
4) Una decidida toma de posición a favor de un federalismo integral, basado en el principio de la subsidiaridad y de la generalización a partir de la base de las prácticas de la democracia participativa…”.
Párrafos marcados de su pensamiento:
Globalización: “La transmisión brutal de la crisis hipotecaria norteamericana a los mercados europeos es el fruto directo de una globalización concebida y realizada por los aprendices de brujos de las finanzas (…) constituye el desemboque de cuarenta años de desregulación exigida por un modelo económico globalizado conforme a las recetas liberales (…) es la ideología de la desregulación la que hizo posible el superendeudamiento norteamericano (…) es también la globalización la que creó una situación en la cual las crisis se propagan casi instantáneamente al resto del planeta, de manera ‘viral’ habría dicho Jean Baudrillard”.
Estrategia capitalista: “La estrategia actual de la Forma-Capital es (…) comprimir cada vez más los salarios y agravar de continuo la precariedad del mercado de trabajo, lo que produce una pauperización relativa de las clases populares y medias que, con el objeto de mantener su nivel de vida, no tiene a la mano otro recurso que endeudarse, aunque su solvencia disminuya”.
Hipocresía liberal: “…Desde este punto de vista, resulta casi irresistiblemente cómico observar cómo aquellos que no cesaban de alabar los méritos de la ‘mano invisible’ y las virtudes del mercado ‘autorregulado’ (…) se precipitan ahora hacia los poderes públicos para pedirles su recapitalización o su nacionalización de hecho. Es el viejo principio de la hipocresía liberal: privatización de los beneficios y socialización de las pérdidas”.
Democracia participativa: “La democracia, a final de cuentas, descansa (…) sobre la participación del pueblo en la vida pública, de suerte tal que el máximo de democracia se confunda con el máximo de participación. Participar es tomar parte, es probarse a sí mismo como parte de un conjunto o de un todo, y asumir el papel activo que resulta de dicha pertenencia (…) Conocemos la divisa republicana francesa: ‘Libertad, igualdad, fraternidad’. Si las democracias liberales han explotado la palabra ‘libertad’, si los antiguos demócratas populares se han emparentado con la ‘igualdad’, la democracia orgánica o participativa, fundada en la ciudadanía activa y en la soberanía del pueblo, bien podría ser el mejor medio para responder al imperativo de fraternidad”.
Hegemonía cultural: “No hay revolución ni cambio posible en el orden del poder si las transformaciones que se trata de provocar en el terreno político no han tenido ya lugar en las mentes”.
Si Piñera quisiera un buen apoyo teórico, aquí tiene un gurú. Sin duda puede ser útil un parámetro europeo para medirlo. Pero, ¡cuidado! Ariane Chebel d’Apollonia, cientista política francesa, sostiene que aunque el carácter ecléctico del pensamiento político de Alain de Benoist dificulta su caracterización como fascista, “es indiscutible que contribuyó a la difusión del neo-fascismo en Francia”. Para de Benoist, ello quedó atrás. Considera que hablar hoy de fascismo o antifascismo es anacrónico.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 706, 2 de abril, 2010)
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