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Ordenes religiosas se enfrentan en el seno del gobierno
Disputa por
el Arzobispado de Santiago
Autor: MANUEL SALAZAR SALVO
FRANCISCO Javier Errazuriz, cardenal arzobispo de Santiago.
De las tres virtudes teologales -fe, esperanza y caridad-, la última es la más importante. Es la única que permite al pecador redimir todas sus faltas para ganar la recompensa del cielo, aunque no lo exime de la obligación de confesar sus pecados. La moral cristiana sostiene que la caridad sólo es eficaz cuando se practican obras de misericordia. Estas pueden ser espirituales o corporales. La limosna compendia todas las corporales y debe entregarse preferentemente a quienes están en extrema necesidad. Su mérito, dicen los evangelios, es muy grande. Se lee en Tobías: “La limosna libra de todo pecado y de la muerte eterna”. (Tob. 4, 11). La caridad, para que tenga validez ante Dios, tiene que ser generosa, prudente, modesta y amable. En ningún caso debe hacerse ostentación de ella, ni menos buscar alabanzas.
En los tiempos actuales, sin embargo, la práctica de la caridad -salvo contadas excepciones- es una rama del marketing, como ha quedado a la vista luego del terremoto del 27 de febrero. La caridad esta vez ha incluido un contundente envoltorio religioso, que esconde una soterrada disputa por copar los espacios comunicacionales y diversas esferas del gobierno de Sebastián Piñera.
En su campaña presidencial, Piñera mostró un inusual fervor católico pidiendo en sus discursos una y otra vez la iluminación. Nunca antes se le vio tantas veces prosternado en busca de apoyo divino. Coincidió con su elección la muerte del sacerdote Renato Poblete, alma y corazón del Hogar de Cristo, principal referente de la Compañía de Jesús en Chile, y muy cercano al actual mandatario. En los días siguientes, se apreció con más claridad la influencia que tendrán los jesuitas y la comunidad ignaciana en la nueva administración.
Pero también se observó que otros dos conglomerados católicos, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, disputarán mano a mano los espacios de gravitación en el gobierno. Algunos, incluso, creyeron ver el primer síntoma de conflicto en la resistencia de la intendenta del Bío Bío, Jacqueline van Rysselberghe, militante de la UDI y del Opus Dei, a que se instalaran en Arauco las mediaguas de Un Techo para Chile, exitosa empresa de solidaridad que encabeza el jesuita Felipe Berríos.
La catástrofe del 27 de febrero afectó principalmente a tres ámbitos que han interesado sobremanera en las dos últimas décadas a estas tres corrientes religiosas: vivienda, educación y salud. Es en ellas donde más se han desarrollado y enfrentado, y dónde también han tomado posiciones los empresarios que actúan como sus benefactores y que ahora conforman la principal base de apoyo del gobierno de Piñera.
Los jesuitas
En el círculo más estrecho del presidente, formado en el colegio Verbo Divino, priman las influencias jesuitas. A lo menos dos de sus mejores amigos, José Cox y Pedro Pablo Díaz, han sido y son personajes claves en la comunidad ignaciana. El primero, un “liberal concertacionista” que fue parte del grupo Expansiva, presidió desde 2001 la Comisión de Financiamiento de la Conferencia Episcopal y ha sido uno de los pilares de las relaciones entre la Iglesia Católica y el empresariado. El segundo, es hermano del sacerdote Luis Antonio Díaz, que fue secretario del cardenal Raúl Silva Henríquez durante casi dos décadas y párroco de La Dehesa desde comienzos de la década de los 90.
En el influyente lobby jesuita se suman el ministro de Hacienda, Felipe Larraín; el intendente de Santiago, Fernando Echeverría; los abogados Enrique Barros, Davor Harasic y Jorge Carey, entre otros; los empresarios José Said, Felipe Lamarca, Hugo Yaconi, Manuel Santa Cruz, Marcos Cariola, Alberto Hurtado, José Antonio Garcés y Raimundo Valenzuela; el general (r) Juan Emilio Cheyre; comunicadores como Eugenio Tironi, Fernando Paulsen y Rafael Araneda; y numerosos políticos, que cruzan todo el espectro político.
Tras permanecer casi tres décadas distantes de la derecha y de los grupos sociales más acomodados, los jesuitas iniciaron una ofensiva para acercarse otra vez a ellos a partir de 1997, cuando fundaron la Universidad Alberto Hurtado. Paralelamente, diversificaron y robustecieron la labor del Hogar de Cristo y de organismos como el Cide (Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación) e Infocap (Universidad del Trabajador), crearon Un Techo para Chile y aumentaron sus colegios en diversas regiones.
Al promediar la última década, los jesuitas ya habían recuperado gran parte del terreno perdido y sus enseñanzas permeaban con renovada fuerza a las elites chilenas. Un hito en esta tarea lo consiguieron en 2005, cuando El Mercurio eligió a Felipe Berríos como “el emprendedor social del año” y en los maletines de muchos empresarios empezó a circular el libro El liderazgo al estilo de los jesuitas, escrito por Chris Lowney, un ex sacerdote de la Compañía de Jesús y actual ejecutivo del banco de inversiones JP Morgan, que resume las dotes de liderazgo de la orden religiosa en casi 400 años.
Arremetida del Opus
El Opus Dei, presente en Chile desde inicios de la década del 70, dio un paso decisivo en 1989 al crear la Universidad de Los Andes. Lo hizo de la mano del empresario Eduardo Fernández León, quien ese mismo año tomó el control de Chilquinta (ex Chilectra V Región) y de Entel, además de expandir numerosos negocios inmobiliarios y de salud a través de Banmédica. Fernández León, junto a colegas suyos como Gonzalo Ibáñez, Matías Izquierdo Menéndez y Juan Ruiz-Tagle, entre otros, se transformó en el principal recaudador de fondos de la institución religiosa.
Paralelamente, la prelatura del Opus expandió su influencia en la educación básica y secundaria, creando los colegios Albamar, Montemar, Almendral, Nocedal, Cordillera, Los Alerces, Itahue y Pinares, en Viña del Mar, Santiago y Concepción.
El principal referente del Opus Dei en el gobierno de Piñera es el ministro de Educación, Joaquín Lavín.
También destacan como supernumerarios de La Obra, Mauricio Larraín, presidente del Banco Santander en Chile; y Carlos Larraín, presidente de Renovación Nacional.
Legionarios de Cristo
Aparecieron en Chile en 1996 con la creación del colegio Cumbres. Luego agregaron el Everest, Highlans, San Isidro, La Cruz y Mano Amiga, entre otros. En la actualidad forman en sus principios a cerca de veinte mil alumnos en una docena de establecimientos.
Tras larga disputa con los fundadores de (…)
(Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 706, 2 de abril, 2010)
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