Edición 696 - Desde el 16 al 29 de octubre de 2009
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Consecuencia del libre mercado es la concentración, un proceso que niega sus bases conceptuales. La teórica diversidad conduce a la uniformidad práctica, a la homogeneidad como efecto del lucro. Si aquello sucede en diversos “mercados” -como el financiero o el farmacéutico, unificados como en las modas del vestuario o las tecnológicas-, ocurre con especial intensidad en las comunicaciones. Y de todas ellas, la televisión es el paradigma de la concentración, de la uniformidad, del sesgo: todos los informativos iguales, el mismo fútbol a la misma hora, las clonadas teleseries, los acotados concursos, los dramas, los realities. El mercado ejerce su influencia en flujos comerciales que adaptan el producto al consumidor. Como la dictadura de la moda, que es el imperio del marketing y la publicidad a través de los medios, tenemos también la dictadura del mercado. Aquí no hay oferta, es simple respuesta a la demanda.
Y a esto le llaman “libertad”. Sobre esta libertad levantan su retórica política las democracias neoliberales. Pero con tanta oratoria se han pisado la cola: libertad para las corporaciones, para los grandes grupos económicos, tal vez para una elite de los consumidores. El resto de los productores y consumidores, bajo la autoridad, que es autoritarismo y uniformidad del mercado.
La concentración y la exclusión en el espacio es el concepto del mall, el mercado amurallado. En su interior elegimos comer en MacDonald’s o Burger King, calzar Nike o Adidas, vestir Levi’s o Mossimo, entre Visa y American Express. Es el libre mercado de las corporaciones y de las elites, ilusión de libertades adquiridas. Fuera del mall, los “otros”, el carente, el excluido.
El mismo concepto de falsa libertad está instalado en los grandes medios de comunicación, uno de los tantos rostros de las corporaciones. Los medios no sólo ofrecen productos o servicios sino algo más complejo, que es la producción simbólica, capaz de manipular y adormecer conciencias, de generar deseos de cosas o servicios, en suma, de ingresar al mall. Son una herramienta poderosa articulada y orquestada desde la publicidad y las comunicaciones corporativas privadas. Bajo este poder, lo blanco no sólo parece negro: puede verse negro. La falsa libertad del mercado es presentada como la verdadera y única libertad. Un discurso repetido, machacado y amplificado desde las corporaciones y toda su telaraña a todo el establishment político.
Un ejemplo, entre muchos otros, es la televisión vespertina orientada al público o “mercado” juvenil. Los grandes canales, liderados por TVN, el canal público, emiten programas para adolescentes y jóvenes. Se llaman Jingo (Chilevisión), Calle 7 (TVN) y La Muralla Infernal (Megavisión). Sus contenidos son tan similares como la diferencia que puede haber entre tres marcas de zapatillas, de pantalones o de celulares. Los tres programas están llenos de erotismo, con chicas en bikini, jóvenes musculosos y bronceados y juegos entre ellos. Y también pasiones básicas, como la envidia o los celos. Erotismo y farándula, modelada según la demanda de este “mercado”. Aquí acaba la libertad de elección, la libertad de los medios de comunicación públicos y privados. La libertad de divertirse está acotada a la exhibición farandulesca y a hermosos cuerpos.
Pero este mercado adolescente recibe adoctrinamiento: largas tandas publicitarias con mensajes de vestuario deportivo, zapatillas, celulares, alimentos. Todo de marca y adquirible sólo en el mall. Pero se trata de un mensaje que en su aparente simplicidad encierra una enorme obscenidad: las caras zapatillas de marca, la exclusiva ropa deportiva está dirigida a un público sin poder adquisitivo. Se sabe que la televisión abierta es la entretención de la población de menores recursos, aquella que no puede pagar la TV por cable. Es una obscenidad porque este mensaje que llama a la inclusión a través de la marca, conduce a la frustración y la desesperación. ¿No son los locales de artículos deportivos los más asaltados? ¿No se ha llegado a matar por un par de zapatillas de marca? La industria de los deseos es también la que desnuda las desigualdades, y está estimulada no sólo desde las corporaciones del lucro sino desde las elites políticas a través de Chilevisión y TVN. La ilusión de inclusión es tan falsa como la ilusión de libertad.
El analista político argentino Agustín Calcagno escribió sobre esta noción de libertad: “La estrategia de las compañías y de sus aliados políticos es la de defender a rajatabla la idea de que la libertad de empresa es sinónimo de Libertad. Desarticular esta concepción que han sabido esparcir hasta permear a gran parte de la sociedad convirtiéndola en un hecho casi objetivo, es de una magnitud enorme puesto a que cuentan con vastas herramientas como la publicidad y los grandes conglomerados noticiosos. Sin embargo, es imprescindible comenzar a hacerlo justamente en pos de la Libertad y para terminar de cerrar un capítulo abierto desde 1810”.
Paul Walder

(Publicado en Punto Final, edición Nº 696, 16 de octubre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)