Edición 696 - Desde el 16 al 29 de octubre de 2009
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Los asesinos de Huber


Autor: PEDRO FERNANDEZ

Diecisiete años después de cometido, ha sido aclarado el crimen del coronel de ejército Gerardo Huber. Fueron sentenciados cuatro altos oficiales -sus “camaradas de armas”- como responsables del asesinato. El más importante de ellos es el general (r) Víctor Lizárraga, ex subjefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (Dine), condenado a 5 años de presidio por homicidio calificado y a otros 5 años por asociación ilícita. También fueron condenados el brigadier (r) Manuel Provis, ex jefe del Batallón de Inteligencia del Ejército; el coronel Julio Muñoz, que fingía ser amigo de Huber y encubrió el crimen; y el general (r) Carlos Krumm, ex jefe de Logística del ejército. Fue absuelto el general (r) Eugenio Covarrubias, ex jefe de la Dine, porque no se lograron acumular suficientes antecedentes de su participación.
 El ministro en visita Claudio Pavez, que se hizo cargo del proceso en 2005, logró desenredar una madeja que perseguía dejar el crimen en la impunidad. Inicialmente, hubo una versión oficial de suicidio, “respaldada” por una autopsia que descartaba en la muerte de Huber la participación de terceros. Tres años después, ante la presión de la familia, emparentada con destacados militares, se hizo una exhumación que no permitió establecer las causas de la muerte. En 1997 se logró una nueva exhumación, que instaló la idea de que había dudas sobre la identidad de los restos. Recién en 2003 se pudo establecer, luego de pericias de alta calificación, que el coronel Huber había sido asesinado con un disparo de fusil a gran distancia que le atravesó el cráneo. Se produjo un vuelco en la investigación judicial.

Contrabando de armas

El origen del crimen de Huber está en el contrabando de armas a Croacia, descubierto en 1991. Comandante en jefe del ejército era Augusto Pinochet. Entonces se envió ilegalmente una partida de armas del ejército chileno a la nación balcánica, que estaba en guerra con Yugoslavia (Serbia y Montenegro). Ambos beligerantes estaban sometidos a un embargo de armamentos dispuesto por la ONU, por lo mismo, el tráfico o mercado negro de material de guerra era sumamente rentable. En la operación participaron en Chile los responsables militares de Famae, que pusieron a disposición su aparato administrativo para facilitar la exportación; un general de Aviación, Vicente Rodríguez Bustos, se encargó de materializar el transporte aéreo y un grupo de altos oficiales, que actuó secretamente como asociación ilícita, daba las instrucciones y aseguraba los contactos, con centro de operaciones en la Dine.
Las armas aparecían destinadas a un tercer país, muy distante de Croacia. Sin embargo, el cargamento fue descubierto en Budapest. Estalló el escándalo. En la asociación ilícita participó el coronel Gerardo Huber, especialista en logística, que había formado parte de los servicios de seguridad de la dictadura. Huber cayó en una profunda depresión cuando se descubrió el contrabando a Croacia. Se convirtió en el eslabón más débil de la cadena y los otros temieron que confesara. Se tramó el crimen. Su cuerpo fue lanzado al río. Casi un mes después fue encontrado el cadáver en el Cajón del Maipo.

Vacíos en la investigación

Con todo lo importante que ha resultado la actuación del juez Claudio Pavez, hay todavía insuficiencias en la investigación. Algunas derivan de que no se haya podido determinar la identidad del autor material del crimen, el tirador escogido que disparó contra Huber. Todo hace suponer que se trata de un agente de la inteligencia militar protegido por la ley de silencio que impera en las organizaciones delictuales. Por otra parte, resulta dudoso que el crimen sea de exclusiva responsabilidad de los ex oficiales que han sido condenados. Por su magnitud y los riesgos que implicaba, la operación de contrabando de armas debió estar en conocimiento de las máximas autoridades del ejército y en especial, de Pinochet. Años después se supo que Pinochet se preocupaba especialmente de los negocios de compra y venta de armamentos que pudieran dejar buenas utilidades, o significaran comisiones que le permitieran incrementar su fortuna.

Otros crímenes en el ejército

No fue el coronel Huber el primer militar asesinado por militares. Incluso no es seguro que en el asesinato del general René Schneider, comandante en jefe del ejército en octubre de 1970, no haya habido participación de altos oficiales que (…)

 

(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 696 de Punto Final, 16 de octubre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)