Edición 696 - Desde el 16 al 29 de octubre de 2009
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Autor: PATRICIA BRAVO

A cinco años de ponerse en práctica la reforma de la salud, parecen ser más los “debes” que los “haberes”. El sistema público de salud, donde se atienden doce millones de chilenos, sigue arrastrando enormes déficits de infraestructura y de personal médico y paramédico. Más de 83 mil personas con patologías no contempladas en el plan de Garantías Explícitas de Salud (GES), ex Auge, se mantienen en lista de espera para intervención quirúrgica. Además, en los últimos meses se han conocido graves irregularidades y negligencias en hospitales públicos de Talca, Iquique y Santiago, que han costado vidas humanas.
“Estos hechos dan cuenta del fracaso de la reforma de la salud, que se ha hecho sin recursos financieros, humanos y de infraestructura, lo que ha derivado en faltas a los procedimientos y gestión o déficits que se pretenden ocultar trasladando prestaciones al sector privado”, señala Silvia Aguilar, presidenta de la Federación Nacional de Técnicos de los Servicios de Salud (Fentess) y vicepresidenta de la CUT. La compra de servicios al sector privado de salud ha aumentado la deuda histórica de los hospitales públicos, que llegó, en 2008, a 57.242 millones de pesos, la cifra más alta de los últimos diez años.
La Fentess agrupa a 26 mil funcionarios paramédicos de los hospitales del país. Fue una de cinco organizaciones que encabezaron el 23 de septiembre una movilización por la defensa y fortalecimiento de los hospitales públicos. La demanda principal es que el aporte del Estado al sector salud, que actualmente representa el 1,6% del Producto Interno Bruto (PIB) -el más bajo de América Latina-, se eleve a 3%. También piden que el gobierno postergue la puesta en marcha de los hospitales autogestionados en red.
Las otras organizaciones sindicales movilizadas son la Federación Nacional de Profesionales Universitarios de los Servicios de Salud (Fenpruss), Confederación Nacional de Trabajadores de la Salud (Confenats), Federación Nacional de Trabajadores de la Salud (Fenats Unitaria) y la Federación de Funcionarios de la Subsecretaría de Salud Pública (Fenfussap). En conjunto, representan a 50 mil trabajadores. “Esta unión es histórica. La ley de organizaciones gremiales se hizo para dividir, pero decidimos que las organizaciones de la salud debemos trabajar juntas”, dice Silvia Aguilar

¿Por qué plantean que el presupuesto nacional destine un 3% del PIB al sector salud?
“Es vergonzoso que la Concertación, que recibió la salud con sólo 0,6% del PIB, en 20 años haya aumentado el presupuesto en apenas 1%. Pensamos que el 3% es lo mínimo para salir del caótico endeudamiento en que están los hospitales. Los trabajadores llamamos a los gobernantes, partiendo por la presidenta de la República, los intendentes, gobernadores y parlamentarios de la Concertación, a dejar zanjado el aumento del presupuesto antes que termine este gobierno, independientemente del que venga después.
Es importante que nuestra fuente de trabajo esté en condiciones óptimas para mejorar la cobertura y la calidad de atención. Una mejor atención nos permitirá trabajar más tranquilos, porque los usuarios nos mirarán con otra cara. Ellos generalmente responsabilizan a los estamentos más bajos de los problemas de atención, porque somos los que estamos más cerca y los que debemos darles las explicaciones cuando el sistema falla”.

Reforma fracasada

¿Consideran que la reforma fracasó?
“Para nosotros es un fracaso, aunque la autoridad nunca lo va a reconocer. Los trabajadores participamos durante tres años en el debate de la reforma, pero no estuvimos de acuerdo con la ley que se promulgó en 2004. Sabíamos lo que iba a ocurrir. Y no nos equivocamos”.
¿Cómo evalúan el sistema de autogestión en los hospitales?
“De los 56 hospitales de alta complejidad que deberían ser autogestionados, sólo 11 supuestamente están en esa situación. Pero apenas ocho acreditaron y serán evaluados recién a fin de año. Los otros tres son experimentales. El resto de los hospitales no ha sido capaz de autogestionarse. La mayoría intentó acreditarse, pero no cumplió con los requisitos. Según la ley, los que lo lograban antes de 2009 iban a tener un premio en dinero. Por eso muchos se la jugaron, pero es tan grande el deterioro y tantas las carencias, que se endeudaron aún más para acreditarse, y no lo consiguieron. Para nosotros, la autogestión habría estado bien con un presupuesto limpio, sin deuda”.
¿Si no fuera por el endeudamiento, aprobarían la autogestión?
“El endeudamiento es uno de los problemas. Al ser autogestionado, el hospital no depende del presupuesto del área de salud. Tiene un presupuesto propio que administra el director del hospital. El es el gerente de la empresa hospital y tiene atribuciones para administrar la plata que se genere por la venta de servicios a privados -por ejemplo, acceso a pabellón quirúrgico en las tardes, o los sábados y domingos-. Pero si el hospital está muy endeudado, por más que haya una buena gestión, los recursos no se invertirán en el hospital sino que se destinarán a amortizar la deuda histórica”.
¿Podrían ser privatizados?
“Nadie va a comprar un elefante blanco, un saco roto que no aporta ganancias. Pero otra forma de privatización es lo que está ocurriendo hoy. Los recursos de los hospitales se gastan comprando servicios en el área privada, porque no somos capaces de prestar esos servicios dentro del hospital. Las patologías GES tienen un plazo perentorio de atención que no se puede modificar -aunque se han ampliado algunos plazos-. La gente que no puede ser atendida en el hospital dentro de ese lapso, debe ser derivada al sector privado. Por una operación que en el hospital tendría un costo de un millón de pesos, en el área privada hay que pagar 5 millones. Con ese dinero se podría atender a cinco pacientes. A eso nos referimos cuando hablamos de ‘privatizar’ o ‘externalizar’ el sistema”.
¿Cuál ha sido el criterio para ampliar los plazos de atención de algunas enfermedades que están en el plan GES?
“No se han modificado legalmente, sino que cuando no hay recursos, se pone un resguardo. Yo no estoy de acuerdo con eso. Si el beneficio consistía en que el diagnóstico del paciente estuviera en 30 días y luego se extiende a 60, quiere decir que el beneficio del GES se terminó. Eso está ocurriendo”.
En vez de disminuir, las listas de espera parecen haber aumentado…
“Con los recursos que hay, no estamos cumpliendo. La pandemia AH1N1 (peste porcina) sumada a la campaña de invierno, nos hizo caer en un hoyo mayor con las listas de espera. Nos retrasamos casi tres meses en la atención de otras patologías y se suspendieron operaciones. Hubo que concentrarse en la pandemia, y lo hicimos muy bien porque se dictó un decreto que nos permitió contar con todos los recursos necesarios. Lo hicimos mejor que en el sector privado, porque no tuvimos listas de espera para la pandemia y el área privada sí las tuvo. Se demostró que con plata se pueden hacer muchas cosas. Pero después volvimos a nuestra realidad. A la gente que lleva tres años en listas de espera por una operación habrá que sumarle uno o dos años más. Esto no se puede sostener. Es un deber moral de los trabajadores apoyar y ayudar al que no puede salir a la calle, al que está postrado esperando atención como si se tratara de un favor”.

Corruptela política

Cada vez que se propone aumentar el presupuesto de salud, la derecha y sectores de la Concertación se oponen señalando que mientras no mejoren la administración y la gestión no se saca nada con incrementar los recursos.
“En gran parte tienen razón. Hasta hace poco la mayoría de los directores de hospitales y de servicios de salud eran designados por razones políticas. Por eso se preocupaban poco de hacer una buena gestión. Esa ha sido una de las trabas para mejorar la salud. Y no sólo a nivel de dirección, en todos los niveles llegó gente por cuoteos políticos, sin tener idea de lo que significa trabajar con personas. Porque un hospital no es una fábrica: allí trabajamos personas para atender personas. Más allá del título profesional, hay que tener vocación de servicio. Lamentablemente se ha gastado plata en cosas que no correspondían y se han retrasado pagos por darle prioridad a otras cosas. En los hospitales había mucha gente que sólo aparecía para cobrar sueldos por trabajos políticos. Ahora están desapareciendo, porque va a terminar el gobierno”.
¿No cumplían ninguna función?
“No. Figuraban de vez en cuando. Años atrás nos dimos cuenta que había personas que no deberían estar allí. Descubrimos que en el Hospital Sótero del Río habían contratado un veterinario para atender guaguas. Apenas hicimos la denuncia, desapareció. También hubo actores contratados y nunca vimos que hicieran alguna representación, ni siquiera para los trabajadores. En vez de un jefe de mantención, había tres: uno visible y dos invisibles. Cuando eran descubiertos, estos personajes desaparecían para reaparecer en otro hospital. Se paseaban de un establecimiento a otro. Eso hizo mucho daño a los hospitales”.
¿Qué proponen para mejorar la gestión?
“Que se cumpla la ley y se llame a concurso para adjudicar los cargos. Ahora se está haciendo  (….)

(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 696 de Punto Final, 16 de octubre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)