PAÍS PERDIDO
Por guardar ese emblema divino
marcharemos ¡Oh patria! a la muerte;
generosa será nuestra suerte
si morimos pensando en tu amor.
Se escuchan las voces cantando el himno nacional, todos juntitos en el centro de la multitud, todo el viento abraza a la chusma, a los que se saltaron el muro del trabajo para estar en la defensa de la patria, con su pañuelo del doctor Guevara, todos cantando, todas las bocas con dientes torcidos, montados, cariados, de oro, la voces de los vendedores de helados, de los albañiles, de los mercaderes, de los estudiantes, de los carpinteros, de los que hacen ladrillos, de los taxistas de taxi ajeno, de las vendedoras de plátanos, las voces de los profesores, de los intelectuales que cantan con su estilográfica pluma fuente, el canto de los tristes, de los nostálgicos, los necios, las madres solteras, de los que cantan con hambre, con sed, con ganas…
Defendiendo tu santa bandera,
y en tus pliegues gloriosos cubiertos…
Todos cantan, el grito de amor por las cinco estrellas, los solteros, los chavalos, los que saben leer el latín y a Borges, los que sólo leen los anuncios de empleo, los universitarios, los sin gracia que llegaron hasta tercer grado, los sindicalistas, los obreros sin camisa, todos con carteles destartalados hechos a pura mano temblorosa por la resaca, “Avajo el dictador, Avajo el golpista”, todos con errores, porque la dignidad se escribe con güevos, no con mecanografía perfecta. Las chavalas bonitas, con su pañuelo en la frente, con la bandera roja en las espaldas, con las caderas vírgenes en marcha, los campesinos sudados con olor a tristeza, el olor de las 5 de la tarde que tiene la tristeza y ese olor a mierda que tiene la miseria; todo el viento tiene olores sacrílegos para la burguesía, acá se suda hombro a hombro, acá está la revolución, acá nadie es marxista, pero acá está la fuerza del proceso histórico, acá se parió la utopía sin socialismo, acá nació la esperanza sin romanticismo, acá se encendió el motor de la dictadura del proletariado, acá se pasó de la decadencia a la gloria, sin pasar por la historia, acá… todos juntos cantamos el himno, la canción de la patria, todos con dignidad, de frente al pelotón frío, los policías de verde olivo con sus escudos metálicos.
Nuestra mirada es un cuchillo torcido por el sol que no se vende, que no se rinde. Las marchas no se detienen…
Los camisas blancas, cantan el himno burgués de la alegría, ese otro himno que le robaron a Beethoven para cantarlo entre maricas y arrastrados del poder espurio con sonrisas nítidas, con camisas de almidón, blancas como la conciencia sin usarse, con relojes matemáticos, con lentes de Gucci para no tapar el sol con un ojo, con guardaespalda, por si cae una piedrita comunista, caminan con estilo, como desfilando en la pasarela del glamour golpista, todos con sus pancartas pulcras en letra gótica y luminosas, en laminados y en neón, se ven lindos ellos, piel tersa, rosadita, y las niñas árabes, con sus dientes con ortodoncia para la perfecta sonrisa maldita de la mentira, ensayaron los pasos para no desperdiciar el tacón nítido de zapatos Nine West, guapas las idiotas que jamás se les cae el rimel de Lancôme, todos de blanquito, como para decir que acá hay paz, esa tonta materia inventada por un vendedor de sueños, allí están ellos abrazados con los militares, con los golpistas mercaderes de la democracia, con los curas pederastas que se encaraman en las masas como para alcanzar al Dios de derecha que ellos tienen, mientras en sus pechos lampiños esta el crucifijo, el Cristo de Izquierda, que le estorba la basura que huele a Chanel 5.
Adelante los tanques marchan como en un carrusel de terror.
El dictadorzuelo, brinda con champagne, disfruta y ve por la ventana el mundo lejano.
Las paredes son los periódicos verdaderos, la verdad está allí.
Las iglesias se persignan con el oro burgués.
El púrpura del cardenal es un destello dorado en la moneda del extorsionador.
Los derechos humanos tienen neuronas de goma, las balas llueven bajo el techo azul de la historia.
Obama le ve el culo a una muchacha de Brasil.
Tegucigalpa se hunde, Honduras no existe.
Somos un paisito perdido en la conciencia del mundo.
Serán muchos, Honduras, tus muertos,
pero todos caerán con honor.
Allan McDonald
(Publicado en Punto Final, edición Nº 690, del 24 de julio al 10 de agosto, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl) |