Revolución
en dos ruedas
Autor: MARTIN ROMERO EGUILUZ
OMAR Villanueva, perseverante impulsor del uso de la bicicleta como medio de transporte.
Omar Villanueva tiene 56 años. Es economista de la Universidad de Chile y experto en consultorías. Compañero de generación de “importantes” como los ex ministros Nicolás Eyzaguirre y Ricardo Solari, es por sobre todo un ciclista. Y uno empecinado, tanto que en una oportunidad, en compañía de otros, pedaleó durante doce horas alrededor de La Moneda exigiendo aire más limpio para la contaminada capital.
Desde su hogar en Maipú pedalea todos los días en su bicicleta azul (con casco y chaleco reflectante) a la consultora en que trabaja o para visitar distintos proyectos en Santiago. Omar Villanueva es un pionero en la utilización de la bicicleta como medio de transporte urbano. Participó en la creación de Furiosos Ciclistas y de la corporación Bicicultura. También es un poco deslenguado, dice lo que piensa y no teme a las réplicas, ni siquiera si provienen de aquellos que comparten su causa.
Líder del grupo Chileprociclista, no ha dejado de concientizar desde diversos medios de comunicación. Para ello escribe cartas a diarios y revistas (ver PF 686) sobre el uso de la bicicleta y los beneficios que trae. Su meta es una “ley de la bicicleta”, que la reconozca como un medio de transporte público, fomente su uso y proteja los derechos de los ciclistas. De ahí que sea una voz autorizada para explicar esta lucha que miles de chilenos emprenden día a día para mejorar su calidad de vida y la de millones que ya no soportan la contaminación de las ciudades.
La futura “ley de la bicicleta” avanzó un trecho largo el pasado 2 de julio, cuando la presidenta Michelle Bachelet firmó el proyecto de ley que incentiva el uso e integración de la bicicleta como medio de transporte en el país. La mandataria calificó el proyecto como una “apuesta por una vida más sana, pero también por una ciudad más limpia”.
Para Omar Villanueva la bicicleta es de lejos lo mejor para movilizarse. “No contamina, es económica, favorece al medioambiente y la salud de las personas. La economía que puede provocar el uso de la bicicleta, en términos de salud, es muy importante. Esta es una sociedad que se pone obesa, y las enfermedades asociadas al sedentarismo obligan a gastar millones de dólares en salud pública… Con mi bicicleta, en cambio, puede hacer una vida un poco más sana”, expresa.
Según este experto en números, la bicicleta supera en ventajas a todos los medios de transporte. Sobre todo es conveniente para aquellos trabajadores, jefes de hogar o estudiantes que por la crisis necesitan ahorrar. “Puede significar una economía de 20, 30 y hasta 40 por ciento, y si es un grupo familiar grande, de mucho más”, agrega. Además -continúa- con el uso de la bicicleta se solucionarían graves problemas de transporte público, en especial los derivados del Transantiago. “Si se hubiese llevado adelante una política a favor del uso masivo de la bicicleta, una parte importante de los problemas de transporte se hubiesen resuelto”, alega.
Para Villanueva la desidia de las autoridades para impulsar el uso de la bicicleta se debe sobre todo a arribismo. “La gente que estuvo exiliada y que en otros países andaba en bicicleta, aquí no se puede bajar del auto. Uno se pregunta por qué. Chile es un país muy arribista y los políticos son los más arribistas de todos. Esa es la razón de fondo de porqué el uso de la bicicleta no prospera. En La Moneda no hay dónde guardar bicicletas, aunque la mayoría de los funcionarios que trabajan en palacio estuvieron exiliados en países donde la bicicleta es de uso corriente”, acota.
“Ley de la bicicleta”
La valoración de la bicicleta como un medio de transporte complementario a los ya existentes es a lo que Omar Villanueva -y su movimiento- aspira, mediante la “ley de la bicicleta”. Esperan que la presidenta Bachelet le otorgue condición de suma urgencia a su proyecto, para que la Cámara de Diputados inicie la discusión inmediata.
El proyecto de ley cuenta con apoyo de diputados de la Concertación y de la derecha. Contempla objetivos tales como implementar políticas a favor del uso de la bicicleta, creando una comisión para que vele por esas políticas; establece derechos y obligaciones de los ciclistas y crea un registro nacional de bicicletas.
La opción de luchar por una ley, explica Villanueva, es porque “en un país tan legalista como Chile, mientras no exista una legislación que establezca el derecho al uso de la bicicleta, estaremos en problemas. En este país lo que no está en la ley, no existe; y queda sujeto a la voluntad de un ministro, de un subsecretario, de un intendente o de un alcalde. Lo que nosotros buscamos es un cuerpo legal que otorgue un marco de derechos a los ciclistas. También de deberes, y que asigne recursos. Que afecte a la educación de ciclistas como de no ciclistas”.
Entre los principales objetivos está que los municipios sean promotores del uso de la bicicleta y que este medio de transporte sea incorporado a los planes de salud y del Ministerio de Transportes, para descontaminar las ciudades.
Para Villanueva esta opción del camino “legalista” se debe al poco horizonte que tienen otras alternativas. “Hay muchos ciclistas y organizaciones de ciclistas que plantean que no es necesaria una ley y que hay que tomarse las calles. Pero sólo un pequeño porcentaje de ciclistas está dispuesto a hacerlo. Mientras tanto se corren muchos riesgos. Todos los días muere o se accidenta un ciclista. Es una dolorosa realidad”, señala.
Otro camino es la cultura: incorporar el uso de la bicicleta a los hábitos del ciudadano, dice Villanueva. Pero también es una perspectiva de largo plazo. Sostiene que “si queremos actuar vía la cultura, vamos a demorarnos veinte o treinta años. Por lo tanto, hay cosas que pueden hacerse en el corto y mediano plazo. Por ejemplo que la presidenta Bachelet le ponga suma urgencia al proyecto de ley de la bicicleta. Al cabo de sesenta días tendríamos un cuerpo legal que ampare y fomente el uso de este medio de transporte”.
Experiencia europea
El proyecto de ley de la bicicleta, según Villanueva, recoge experiencias europeas, donde el uso de la bicicleta no tiene comparación con la realidad chilena.
Por ejemplo en Holanda -un verdadero “país sobre dos ruedas”- las ciclovías alcanzan 17.000 kilómetros y están debidamente señalizadas. Santiago exhibe no sólo (…)
(Este artículo se publicó completo en Punto Final, edición Nº 689, del 10 al 23 de julio, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)
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