Edición 683 - Desde el 17 al 30 de abril de 2009
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Suministro de gas doméstico a habitantes de San Vicente y Las Granadinas.

La región latinoamericana y caribeña suma millones de hombres y mujeres a las filas de pobres que conforman la mayoría de la población mundial, producto del fracaso de un modelo y una crisis que no son propias. Inventar o errar, unirse y probar esquemas alternativos, pensados desde el Sur y para el Sur, proponen las voces que se elevan desde gobiernos como el de Venezuela y otras latitudes del hemisferio.
El sistema capitalista demostró su eficacia para repartir desproporcionadamente la riqueza mundial, concentrar en pocas manos grandes fortunas y distribuir la pobreza entre las mayorías. Este esquema permite a los países del llamado Tercer Mundo exhibir las más altas concentraciones de hambre y miseria, y ser óptimos generadores de riqueza y rentabilidad para las empresas más poderosas del planeta.
La disfuncionalidad del modelo capitalista queda de manifiesto ante la actual crisis económica global, que afecta tanto a las regiones menos desarrolladas -integradas por parte de Asia, Africa y América Latina-, como a los mayores centros de poder económico y político, tildados de países del Primer Mundo. El mecanismo de dominación y explotación ejercido por las potencias mundiales sobre los países con economías más pobres, dejó de ser suficiente y los grandes se devoran a sí mismos.
En estas circunstancias, América Latina y el Caribe están cada día más obligados a inventar sus propios modelos de desarrollo. “¡Sólo unidos seremos invencibles!”, ha dicho el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, en múltiples ocasiones, instando a los gobiernos y pueblos vecinos a sumar sus fuerzas para construir juntos el desarrollo, bienestar y progreso, que aisladamente resulta imposible materializar.

Patria Grande

El sueño de alcanzar la verdadera soberanía y unidad latinoamericana y caribeña, apalancado en la idea de una Patria Grande, ha gravitado por siglos en el imaginario continental, y entre sus visionarios se cuentan Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Alexandre Pétion, Francisco Morazán, José de San Martín, José Artigas, Francisco de Paula Santander, Bernardo O’Higgins, Miguel Hidalgo, José María Morelos, Augusto Sandino y José Martí, entre otros.
Hoy, desde Venezuela, cobra fuerza esta lucha histórica. Pero en los escenarios del mundo moderno, donde los imperios no son sólo bélicos sino económicos y las batallas se libran en los mercados, en lo político, ideológico y cultural, los mecanismos integradores cuentan además con excelentes resultados ya comprobados en casos como el Mercosur, donde constituir bloques redunda más en el beneficio colectivo igualitario que en lo individual. Estos mecanismos se convierten en escudos protectores ante el atropello de los fuertes e inescrupulosos.
La solidaridad, cooperación y complementariedad entre naciones son los principios comunes a todas las propuestas venezolanas, entre las que destacan la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el Banco del ALBA, el Banco del Sur, Petroamérica -integrada por Petrocaribe, Petroandina y Petrosur- y, más recientemente, el planteamiento de crear un Sistema Unificado de Compensación Regional (SUCRE).

Motor de desarrollo

Hoy como en el pasado, los hidrocarburos representan un elemento crucial para dinamizar las economías, ya que son requeridos en la producción de bienes y servicios fundamentales para la sociedad. El carbón, por ejemplo, permitió a la Inglaterra del siglo XVIII la generación de vapor, que jugó un papel crucial en el desarrollo del imperio británico. Asimismo, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, organismo creado para regular los precios de estas materias primas, es considerada la semilla de la actual Unión Europea.
En este sentido, el acceso a la energía resulta fundamental para los países en materia de desarrollo. Las propuestas de Venezuela pasan por disminuir las asimetrías en el acceso a los recursos energéticos, por la vía de un nuevo esquema de intercambio favorable, equitativo y justo entre los países de la región, la mayoría de ellos sin control estatal del suministro de estos recursos.
El fin último es elevar la calidad de vida de los pueblos y apunta en esta dirección la transformación de la matriz energética de los países, con la inclusión de energías renovables -de menor costo e impacto ambiental-, como la geotérmica, eólica y solar. El suministro confiable de gas doméstico y combustibles líquidos y el desarrollo de infraestructura para generación eléctrica, almacenamiento y distribución de combustible, elevan la seguridad energética de las naciones.

Nuevo espacio
económico

Como elemento diferenciador de otras propuestas de financiamiento, Venezuela plantea promover un polo de desarrollo latinoamericano y caribeño sustentado en el suministro energético, retribuido con bienes y servicios producidos en el área, como medio para promover el intercambio comercial.
La implementación de un mecanismo de compensación comercial para el pago de la factura petrolera ya se ha hecho efectiva con países como Cuba y Nicaragua, actividad que bajo las reglas tradicionales de mercado resultaría prácticamente imposible. También se manejan fideicomisos con Argentina, Bolivia y Uruguay, lo que permite equilibrar la balanza comercial entre Venezuela y cada una de esas naciones, invirtiendo recursos en el sector productivo regional.
Propuesto recientemente por el presidente Hugo Chávez, el Sistema Unificado de Compensación Regional (Sucre), plantea la creación de una cámara de compensación regional, como paso inicial para el establecimiento de una zona monetaria común y una moneda contable, donde la deuda petrolera de los países miembros de Petrocaribe y ALBA podría convertirse en un elemento de integración del área, que permita desarrollar el comercio entre los países miembros de estos acuerdos.
Por esta vía podría cobrar forma el inicio de una zona económico-financiera común, que en un futuro cercano derive en el fortalecimiento de la economía regional, con miras a una mayor independencia del sistema financiero mundial.

Mecanismos de unión regional

El ALBA constituye una alianza nacida en 2004, con el impulso de Venezuela y Cuba, en contraposición al Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA), que pone a competir en igualdad de condiciones a las empresas norteamericanas, a pesar de su clara ventaja frente a los sectores productivos latinoamericanos. En el ALBA coinciden Cuba, Dominica, Nicaragua, Bolivia, Honduras y Venezuela.
Petroamérica surge como una propuesta para materializar la unión energética de los pueblos de la región. Está concebida como un habilitador geopolítico, que permita utilizar los recursos energéticos de Centroamérica, Suramérica y el Caribe, para impulsar el establecimiento de sociedades más justas, solidarias y eficientes en la lucha contra la pobreza, reduciendo las asimetrías económicas y sociales. Representa el fomento de las inversiones en América Latina y un trato especial y diferenciado a las naciones según sus capacidades.
Petroamérica divide su área de acción en tres bloques subregionales: Petroandina (Ecuador, Bolivia, Colombia y Venezuela), Petrosur (Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela) y Petrocaribe.
En Petrocaribe están aliadas 18 naciones pertenecientes a Centroamérica y el Caribe insular, que son Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas, Surinam y Venezuela.
El Acuerdo de Cooperación Energética Petrocaribe fue suscrito en junio de 2005 y está concebido como un organismo multilateral capaz de asegurar la coordinación y articulación de políticas energéticas. Representa una propuesta integral que promueve la eliminación de las desigualdades sociales, fomenta la calidad de vida y una participación efectiva de los pueblos en la conformación de su propio destino.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 683, 17 de abril, 2009  ¡¡Suscríbase a Punto Final!!)