Edición 677 - Desde el 19 de diciembre de 2008 al 1º de enero de 2009
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Ivan Padilla, viceministro de Cultura para el Desarrollo Humano de la República Bolivariana de Venezuela.

Invitado al V Encuentro Internacional de Poetas: ChilePoesía, denominado en esta ocasión “De pueblo a Pueblo, Venezuela en Chile”, estuvo en nuestro país Iván Padilla, poeta y periodista que se desempeña como viceministro de Cultura para el Desarrollo Humano de la República Bolivariana de Venezuela. Inmerso en el proceso revolucionario que se construye en la hermana nación, Iván Padilla es parte de un equipo que busca democratizar la cultura con nuevas políticas de Estado que apunten a la participación real de la gente. Un ejemplo de políticas culturales que bien pueden ser aplicables en los demás países del continente. Punto Final dialogó con él en la antesala de su participación en un panel sobre “Poesía, política y gestión cultural”, realizado en la Sociedad de Escritores de Chile

ALEJANDRO LAVQUEN

¿Viceministro de Cultura para el Desarrollo Humano?
“Tenemos un Ministerio relativamente nuevo en Venezuela. Lo llamamos con mucha propiedad Ministerio del Poder Popular para la Cultura, una institución que dentro de poco cumple cinco años. Se creó con una estructura liviana, lo menos burocrática posible, capaz de elaborar políticas culturales y proceder a su ejecución a través de las instituciones culturales del gobierno, que hoy llegan casi a cuarenta. Antes existía un Consejo Nacional de la Cultura, arcaico en sus conceptos, y centralizado en Caracas. Con el nacimiento del Ministerio pudimos descentralizar y darle otro carácter al desarrollo humano desde el aspecto cultural”.
Ha planteado que se deben democratizar las instituciones culturales privadas que reciben aportes del Estado, por ejemplo los Ateneos...
“En Venezuela, los Ateneos fueron naciendo como espacios democráticos de gestión privada que se preocupaban de temas culturales, pero que hacían uso de espacios y edificios públicos. Terminaban secuestrando en manos de unos pocos, o de algunas familias, parte del ejercicio cultural público”.
¿Estaban subvencionados por el Estado?
“Sí. Nosotros partimos del principio de que si el Estado subvenciona o aporta en comodato alguna estructura para el desempeño de actividades culturales, evidentemente debe velar porque éstas lleguen a la mayor cantidad de público. Y esto incluye, por ejemplo, funciones de teatro sin costo, talleres, etc. No decimos que todo sea gratuito, pero sí que presten servicios a la comunidad, y que las directivas, democraticen y no secuestren el dominio de una institución. Tampoco pedimos que le den participación a alguien del gobierno, sino a alguien de la comunidad que no siendo de las directivas o accionistas, pueda tener voz y voto en las políticas culturales de esa institución”.
En Venezuela han implementado políticas editoriales masivas como la editorial El perro y la rana, con bajos precios. ¿Cómo ha sido recibida esa iniciativa?
“Esa es parte de una deuda que el Estado tenía con los escritores y lectores. Autores clásicos que antes no estaban al alcance de la gente, hoy se pueden encontrar a precios asequibles. La editorial se creó para eso, y por supuesto para dar espacio a escritores venezolanos. Simultáneamente, se abren colecciones para autores de Latinoamérica, Africa, Asia”.
¿Cómo ha sido la integración de los escritores al proceso bolivariano?
“Existe una Red de Escritores de Venezuela, que agrupa a todos los escritores del país. Se reúne con cierta periodicidad y recibe recursos del Estado que maneja con independencia. La Red tiene carácter nacional y regional, funcionando como asambleas. Hay una directiva, pero para fines más bien administrativos pues las decisiones son colectivas”.
¿En el plano político, se han comprometido los artistas venezolanos?
“Hay un poco de todo. El gobierno bolivariano se ha caracterizado por proclamar que todas sus políticas, no sólo las culturales, son políticas de inclusión. El llamado es a que todos los artistas participen. El llamado de inclusión está hecho desde el Estado y los puentes para que eso suceda están brindados por igual para todos. Queremos evitar los sesgos impuestos en las sociedades divididas en clases para excluir y ejercer mecanismos de dominación. Una revolución como la nuestra, que quiere construir el socialismo, tiene que abrir puertas. No es algo que se consiga automáticamente, pero las políticas culturales del Estado venezolano apuntan a que esto se vaya consiguiendo”.
La relación cultural con otras naciones, ¿cómo se construye?
“Se están creando los mecanismos para una mayor eficacia. Hay algunos que existen de manera institucional y tratamos de fortalecerlos desde el punto de vista de nuestras políticas culturales. Es el caso del Mercosur Cultural. Son instituciones ya establecidas, en que no siendo iniciativas del gobierno bolivariano participamos. Por ejemplo, implementamos la posibilidad de conseguir un área para el mercado de las creaciones culturales de nuestros pueblos. Son espacios para la ruptura. Así también ha nacido el ALBA Cultural (Alternativa Bolivariana para las Américas). Nació entre Venezuela y Cuba, pero hoy tenemos a Bolivia y otros países a punto de incorporarse, como Ecuador, Honduras, Dominica”.
En el caso de Chile, ¿ha prendido el ALBA Cultural?
“No, porque la incorporación es voluntad de los gobiernos y hasta hoy Chile no lo ha manifestado, aunque nos gustaría que lo hiciera. Las puertas están abiertas. En todo caso, es posible que el gobierno venezolano haga una bilateral con alguna institución cultural chilena”.
¿Cómo complementa su oficio de escritor con el cargo de viceministro, una función política?
“Todo cuanto hace el ser humano socialmente organizado tiene una connotación política. En este caso, va un poquito más allá porque posee un nivel de militancia partidaria. Asumir desde el Estado una responsabilidad revolucionaria es ser parte de una expresión de compromiso mayor, porque estamos tratando de fortalecer un proceso que nos lleve al socialismo”.
Uno de sus libros se titula “El socialismo anda a pie”. Hablemos de él.
 “Es un libro que ha servido en Venezuela para abordar desde las comunidades el tema del socialismo, de reflexionar acerca de él. El socialismo es también el esfuerzo gramsciano de encontrarnos con la posibilidad de ganar espacios para el ejercicio de la hegemonía de la ideología del proletariado. El libro es una propuesta asentada en las cosas sencillas de la vida, desde lo que ocurre en lo cotidiano encontrarnos con la posibilidad de vivir de una manera diferente, con los valores del socialismo”.
Otro título que llama la atención es “Balas y versos para combatir la prehistoria”.
“Son las balas del guerrillero y los poe-mas del poeta, en una misma tarea de aca-bar con la prehistoria, que es la sociedad de clases”.
¿De qué manera ha incorporado a los militares el proyecto de desarrollo cultural? Lo pregunto pensando en que, históricamente, han sido un ente represor.
“Es cierto. Pero eso ha ido cambiando. Siguiendo la frase del Libertador Simón Bolívar, “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, el presidente Chávez propuso círculos de estudio y de trabajo voluntario que reúnen, entre otros, a los militares para que se incorporen a estudiar y eleven sus niveles de conciencia, familiarizándose con estos temas. Esto junto a prácticas sociales empiezan a transformar su rol, que era represivo. El militar hoy en Venezuela cumple una serie de tareas sociales que lo sensibilizan, se ven como parte del pueblo y no ajeno a él”.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 677, 19 de diciembre, 2008. Suscríbase a Punto Final)