Ecuador toma la iniciativa
La deuda
externa no se paga
LENIN Moreno, vicepresidente de la República del Ecuador, en su visita a Chile.
La deuda externa no se paga. No sólo por motivos económicos, como ha sucedido en varias ocasiones en el mundo. No se paga por argumentos mucho más profundos. Porque se trata de una deuda espuria, una deuda inmoral, ilegítima, contraída de manera turbia, corrupta. Porque es la consecuencia de contratos establecidos bajo presión, porque es un lastre más del modelo neoliberal.
Se trata de una decisión que ha tomado el gobierno de Ecuador, liderado por el presidente Rafael Correa, que ha hecho de su mandato un proceso de emancipación del modelo neoliberal. Un trabajo complejo, difícil, que requiere del apoyo internacional. Una delegación de alto nivel, presidida por el vicepresidente Lenin Moreno, recorre la región para entrevistarse con jefes de gobiernos y organizaciones sociales y políticas. En Chile fue recibida por la presidenta Michelle Bachelet y, más tarde, por diferentes organizaciones sociales. Nada asegura el respaldo del gobierno chileno a la campaña que impugna la deuda externa: aun cuando el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, recibirá en estos días miles de folios con los antecedentes recopilados por un equipo de auditores de Ecuador que han investigado cada detalle relacionado con esta deuda, es probable que su interpretación sea diferente.
En Ecuador, del mismo modo que en Chile, la deuda externa no se percibe como un problema. Ecuador ha pagado su deuda. Por qué, entonces, crear y crearse un problema, por qué arriesgar sanciones, para qué desatar la furia de los operadores y acreedores financieros internacionales. Una serie de preguntas que puede cruzarse con otras: ¿Es correcto pagar esa deuda y eliminar programas sociales? ¿Es ético pagarla y generar dolor y hambre en la población?
A partir de esta mirada, Ecuador ha puesto en marcha una campaña basada en la ética, la racionalidad y el sentido común económico y político. La campaña está orientada a transparentar las condiciones en que se hicieron estos contratos. ¿Cómo se llegó a suscribir este tipo de documentos, tan perjudiciales para los pueblos y que han hipotecado las posibilidades de desarrollo no sólo de Ecuador, sino de todas las naciones latinoamericanas? Lo que se ha descubierto en estos espurios documentos es la esencia del neoliberalismo. Un modelo basado en la imposición de condiciones injustas y abusivas.
Historia de entrega
Lo que buscamos, dijo en Santiago el vicepresidente de Ecuador Lenin Moreno, es transparentar “una historia de entrega, de ignominia, de miseria”, expresada en acciones como, por ejemplo, la forma de renegociación de la deuda. “Se hizo bajo ilegalidades, entregando la potestad soberana de revisar, de releer los procesos. Todo atado a cláusulas incorporadas en los documentos elaborados en Estados Unidos y enviados a la Procuraduría ecuatoriana. A los abogados del Estado ecuatoriano se les enviaban los documentos ya escritos, con el fin que ellos sólo los firmaran. Todo eso está plenamente comprobado”.
Ecuador busca el apoyo de la comunidad internacional, principalmente de la latinoamericana, para este proceso de transparencia. “No se trata sólo del no pago de la deuda. Los ecuatorianos hemos podido comprobar que esa deuda es injusta e ilegítima en el plano de la deuda comercial y multilateral. Sin embargo, no queremos tomar decisiones a priori. Queremos entregar y transparentar esta investigación al mundo”, dijo el vicepresidente Moreno.
El gobierno de Ecuador no quiere dejar pasar esta situación. No desea echar tierra sobre este asunto, comenta Pedro Páez, coordinador de políticas económicas del gobierno ecuatoriano. Desea hacerlo ahora y pese a esta crisis, la que, dice, no es nuestra aunque con toda seguridad tendremos que asumirla. “Este será el momento de transparentar la historia, para que esto nunca vuelva a repetirse”.
Páez se pregunta: “¿Qué hacer en este momento complejo? Todo el entramado institucional está trabajando en contra nuestra. La iniciativa que toma el gobierno ecuatoriano está enmarcada en la exploración incesante de opciones que permitan hacer avanzar las causas populares. No es por sí sola la solución al problema. Lo que hemos planteado es una iniciativa que permita retomar la posibilidad de dar opciones en esas condiciones concretas. No es que ésta sea la solución al problema. Es simplemente la posibilidad de tomar la iniciativa”, dice Páez. Las represalias a la decisión de no pago de la deuda pueden ser muy duras. Los operadores financieros internacionales, que han hecho saltar por los aires todo el sistema financiero mundial, pueden sin grandes problemas hundir a un país pequeño. Y no sería ésta la primera vez. “Ecuador es un país pequeño y además dolarizado. Tiene condiciones particularmente frágiles, y más en esta coyuntura. Pero asume la decisión con mucho coraje en medio de otras decisiones que incluyen a otros países latinoamericanos. Es un tema escabroso, verdaderamente complicado, que el gobierno ecuatoriano ha asumido con responsabilidad y sensatez”.
Necesaria movilización popular
¿Qué hacer? Coraje, responsabilidad, sensatez, dice Páez. Se trata de una acción necesaria. Se trata de un proceso mundial extremadamente complejo en el que los intereses corporativos están haciendo lo que quieren. Y sin la movilización popular, de los sindicatos, de algunos gobiernos como el de Correa, o Chávez, Fernández, Morales e, incluso, Lula, la solución a la crisis se hará a costa de los pobres.
Basta un solo ejemplo, entre varios que están en proceso. Está el caso de la toma de la industria Republic Doors and Windows de Chicago por sus trabajadores, tras el aviso de cierre de la planta. El motivo de la decisión de los dueños fue el corte de los créditos por el Bank of America, una de las instituciones favorecidas por multimillonarios rescates. Sucede que estas empresas están usando los nuevos capitales para comprar otras empresas y no para el objetivo del rescate, que es volver a hacer fluir los préstamos. Sin la acción colectiva de estos trabajadores, que conmovió por unos días a Estados Unidos y recibió el apoyo del presidente electo Barack Obama, los neoliberales hubieran seguido actuando como tradicionalmente lo han hecho. Sin activismo sindical, sin movilizaciones, la crisis será resuelta a favor de sus causantes. Sin movilizaciones, sin el despertar de la ciudadanía, es muy probable que las cosas terminen mucho peor que antes.
Páez lo confirma. “Creemos que es indispensable tomar este tipo de iniciativas porque de lo contrario, nos estarán sometiendo a una agenda de ‘solución’ de la crisis, en la que sólo los intereses de ciertas áreas del poder transnacional están saliendo fortalecidos. Los causantes del colapso son los que están saliendo fortalecidos. Yo diría que más allá de la denuncia, lastimosamente para las fuerzas progresistas a nivel internacional y al interior de cada uno de nuestros países, más allá de la denuncia moral, la realidad de los hechos es que la agenda de ellos es la que se está cumpliendo. En ese sentido, lo que Rafael Correa ha hecho marca una opción que debería llamar a la solidaridad y al acompañamiento de todas las fuerzas progresistas a nivel internacional”.
La amenaza no es sólo la deuda
Las infames reformas estructurales de los años noventa, realizadas bajo los criterios del Consenso de Washington, generaron enormes ganancias para los grandes grupos económicos locales y transnacionales, e iguales o mayores pérdidas para los ciudadanos. Un lastre que se arrastra hoy y se extenderá hacia el futuro. Desde la privatización de tantos derechos adquiridos en educación, en salud y en servicios como el agua y la energía, a la entrega de los recursos naturales y del mismo trabajo a operadores financieros internacionales. En el caso chileno, no puede estar más claro. No sólo están las ingentes pérdidas por la privatización y la actual dependencia de operadores privados, sino las gigantescas pérdidas de los recursos naturales, desde los marinos, forestales, hídricos hasta, con evidencia diaria, el cobre. Y están las pérdidas del mismo trabajo, la apropiación bestial e impúdica por parte de las AFPs de los ahorros de los trabajadores.
Ecuador desea llevar estos problemas a las más altas esferas internacionales. Porque se abren a partir de ahora áreas muy interesantes. Se trata, comenta Páez, de un momento de acumulación de fuerzas. Estas áreas se abren, dice, “desde la discusión del G-20 hasta las Naciones Unidas, donde queremos que se den estas discusiones. Porque las decisiones que se tomen ahora tendrán efectos en todos los países: por tanto han de tomarlas todos. Estamos ad portas de una crisis alimentaria, la crisis financiera tiene consecuencias cada vez más graves, que van a afectar la vida de millones de seres humanos. Por eso el problema de la crisis debe tratarse apropiadamente en el seno de la ONU, y en la cumbre presidencial de marzo de 2009”.
Aurora Donoso trabajó en la Comisión para la Auditoria Integral del Crédito Público Ecuatoriano (CAIC). Relata en forma directa los procedimientos, los modelos que se siguieron, las sorpresas y las conclusiones. “Al hacer un análisis de los textos, se detectó que responden a un modelo. Si uno investiga créditos similares en la región, se encuentra con créditos iguales con nombres distintos. Porque a lo que se apuntaba es a la reforma estructural, de acuerdo al modelo de libre mercado. Es algo que se replica en toda América Latina”.
La Comisión identificó también la estructura del sistema financiero internacional. Cómo venía operando y la corresponsabilidad de los acreedores. “Cuando se audita se ve también el aspecto de las responsabilidades nacionales, pero también qué pasa con los prestamistas. Creo que uno de los principales aportes de esta auditoría es justamente esta relación de la banca comercial con los abogados internacionales, con los abogados nacionales, con los funcionarios de gobierno nacionales”.
Sobre los resultados financieros, éstos hablan por sí mismos. De 81 mil 500 millones de dólares recibidos entre 1976 y 2006 -que es el período auditado- el 86 por ciento se dedicó a refinanciamiento de deuda y sólo un 14 por ciento a proyectos de desarrollo. La deuda externa comercial con la banca privada internacional de un monto inicial de 159 millones de dólares en el año 1976 se incrementó a más de cuatro mil millones en 2006. En este mismo período, las transferencias netas a la banca privada internacional sumaron más de siete mil millones de dólares. Pero más allá de la deuda e intereses, es una transferencia neta negativa para el país.
Lo que ha hallado la Comisión ha sido también la doctrina del shock, dolarizando la economía ecuatoriana, obligando al Estado a asumir las deudas de los bancos privados -tal como en Chile en la década de los 80 y tal como ocurre hoy en Estados Unidos y Europa-, alzas unilaterales e imprevistas de tasas de interés, más contratos a todas luces fraudulentos, presiones para privatizar, presiones para desregular, renegociación abusiva de las deudas.
Hay otro punto que tiene que ver con la agenda de los pueblos en la solución de la crisis, en la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional. Es la movilización y la participación. Páez comenta que si esta campaña llegara a levantarse y circular en el planeta es posible que lleguemos, en el corto plazo, a auditar todas las deudas, a hacer de la auditoría una norma, a convertirla en una gran amenaza para los acreedores. “Y como estamos hablando del mismo tipo de autores, del mismo tipo de circunstancias, del mismo tipo de instrumentos financieros, es muy probable que buena parte del mercado de deuda comience a desplomarse. Quien nada debe nada teme, es cierto. Pero aquellas deudas que fueron mal habidas van a empezar a sentirse en problemas”
PAUL WALDER
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 677, 19 de diciembre, 2008. Suscríbase a Punto Final)
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