Obispo de Copiapó enfrenta a la transnacional Barrick Gold
La vida amenazada
Una particularidad de la lucha que están dando los pueblos del valle del Huasco contra el megaproyecto Pascua Lama es el papel que han jugado, desde un comienzo, monjas, sacerdotes y comunidades cristianas de Atacama y otras regiones. Buena parte de las numerosas marchas por la vida (anti-Pascua Lama) realizadas en la zona en los últimos cuatro años han sido convocadas por la Conferre (Conferencia de Religiosos y Religiosas de Chile). El obispo claretiano de Copiapó, monseñor Gaspar Quintana Jorquera CMF, ha planteado abiertamente su rechazo al proyecto minero de la transnacional canadiense Barrick Gold Corporation.
Como se sabe, este es el primer proyecto minero binacional (Chile/Argentina) que se propone extraer reservas comprobadas de 18 millones de onzas de oro, 731 millones de onzas de plata y 662 millones de libras de cobre, con una inversión estimada en alrededor de 2.400 millones de dólares. Esto, a tajo abierto y a cuatro mil metros de altura, en una zona andina con glaciares milenarios y donde nacen los ríos que bajan a valles densamente poblados.
PF quiso conocer las razones de Don Gaspar, como la gente de la zona llama familiarmente al obispo de Copiapó. Como no fue posible entrevistarlo personalmente, monseñor Gaspar Quintana accedió a responder por escrito.
PATRICIA BRAVO
¿Cuáles son las razones ambientales, humanas, socioeconómicas y/o culturales por las cuales usted se opone al megaproyecto Pascua Lama?
“Antes de responder no está demás decir que yo no soy experto o profesional en estos temas de medioambiente. Sólo cuento con información básica que considero importante por razones que, para mí, tienen que ver con la dignidad de la vida humana. En el fondo, creo que se trata de una dimensión de la opción por la vida plena que el Señor Jesús quiere para todos los que han llegado a esta ‘casa común’ que es nuestro planeta Tierra.
A juzgar por lo que aseguran equipos de expertos y los habitantes del valle, la implementación de este megaproyecto minero amenaza los glaciares que alimentan de agua a todo el valle del Huasco, donde por generaciones han vivido comunidades dedicadas principalmente a la agricultura, con una población del orden de los 70 mil habitantes. Ya hay una experiencia lamentable, el río seco en Copiapó, y nadie quiere que se repita ese triste hecho en Huasco.
Este proyecto, en cuanto a su ubicación, está en el lugar donde nacen los ríos, y eso es un enorme riesgo. Ya en la fase de anteproyecto los glaciares Toro 1, Toro 2 y Esperanza han sido dañados en un 50% ó 60%, según datos de la Dirección General de Aguas. Esa información no ha sido entregada a la opinión pública.
Se dice que la empresa Barrick Gold ha gastado mucho dinero y utiliza muchos recursos en decir que hace minería responsable, pero… Hay que considerar que el primer proyecto presentado ni siquiera nombraba los glaciares. La resistencia de la gente y de las organizaciones de base ha permitido dar a conocer el daño y los peligros de este proyecto. El actual megaproyecto, así como está aprobado, significa un daño para los glaciares.
En términos de humanidad, y también de economía, cabe hacerse las preguntas, ¿cuál es el valle del Huasco que queremos para el futuro? ¿Cómo será la vida de los pueblos que se encuentran entre Vallenar y San Félix o en el valle de El Tránsito? Según gente que conoce la situación, habrá gran movimiento de camiones y maquinarias, con traslado de sustancias peligrosas. O sea, es un impacto tremendo.
Cabe preguntarse también, ¿qué pasará con la agricultura? La empresa ha dado mucho apoyo económico a las organizaciones vecinales porque tiene claro que habrá consecuencias fuertes. Según los entendidos, ningún proyecto tiene impacto ambiental cero. Pero este proyecto, en la opinión de muchos, definitivamente pone en riesgo la vida en el valle.
En cuanto a las ganancias que se prevén, son inmensas. ¿Cuáles son los beneficios para la economía del país, para la gente del lugar? ¿Podemos hablar de explotación responsable por parte de una transnacional que en otros países ya ha causado daños?
Quiero recalcar que la Iglesia no está ni ha estado en contra del progreso, del desarrollo, o del aprovechamiento de los recursos mineros. Pero debe ser una explotación responsable y sustentable para las comunidades, y respetuosa del medioambiente”.
EGOÍSMO Y GRUPOS DE PODER
¿Qué consecuencias tendría para el valle del Huasco y para las comunidades la puesta en marcha de Pascua Lama?
“Aunque las autoridades han señalado que han tomado las medidas para evitar desastres o problemas de alto riesgo, siempre está el temor a quedar sin agua, lo que es una amenaza real. Los estudios técnicos pronostican escasez de agua a nivel planetario. Los chilenos percibimos este problema sobre todo en el norte del país, donde este recurso es tan escaso. No sólo peligra la agricultura, sino la vida misma de las personas. Por otro lado, existe también el riesgo de contaminación del agua, lo que sería igualmente peligroso para las personas, los animales y todo el entorno vivo. Otro aspecto es el cambio en el ecosistema del valle, cuyas consecuencias no podemos siquiera prever. O sea, será un cambio obligado en el estilo de vida de la gente y en la satisfacción de sus necesidades.
A propósito de esto conviene recordar lo que enseña la doctrina social de la Iglesia, a saber, que ‘los resultados de la ciencia y de la técnica son en sí mismos positivos, pero hay que saber que cuanto más se acrecienta el poder del hombre más amplia es su responsabilidad individual y colectiva’. Aplicado este principio al cuidado del medioambiente, y más concretamente al uso del agua, se constata lo que dicen los obispos chilenos en las últimas orientaciones pastorales: ‘Comprobamos cómo los recursos naturales son extraídos y contaminados por el egoísmo de algunos y los intereses de grupos de poder amparados por el actual modelo económico, siempre en perjuicio de los pobres, campesinos e indígenas’”.
EL VIL DINERO
Tal vez este es el primer conflicto ambiental en Chile en el cual sacerdotes, religiosos y religiosas están jugando un rol tan activo. ¿A qué se debe?
“El tema medioambiental ha preocupado hace muchos años a la Iglesia, no sólo en Chile sino en todo el mundo. Es uno de los temas abordados por la doctrina social de la Iglesia en la cual hay un claro mensaje: ‘Una correcta concepción del medioambiente, si por una parte no puede reducir la naturaleza a un mero objeto de manipulación y explotación, por otra parte tampoco debe absolutizarla y colocarla, en dignidad, por encima de la misma persona humana’. Lo que ha pasado en el valle del Huasco es que hombres y mujeres, sacerdotes y comunidades religiosas que viven en el valle, motivados por el amor y la solidaridad con los habitantes, han asumido en forma activa y responsable la preocupación por este asunto tan importante. Una muestra de esta preocupación de la Iglesia ha sido el pabellón de la Santa Sede en la Exposición Internacional de Zaragoza de este año, sobre El Agua y el Desarrollo Sostenible”.
Usted solicitó que se revise la autorización ambiental otorgada al proyecto Pascua Lama y ha señalado en varias ocasiones que ha habido falta de transparencia en el proceso de aprobación del estudio de impacto ambiental. ¿Cuáles son, en concreto, sus objeciones y reparos?
“En realidad, yo no lo he solicitado formalmente, pero en varias oportunidades he pedido públicamente que no se realice este megaproyecto mientras no existan garantías de resguardo del medioambiente.
Como obispo, me ha tocado recibir muchas denuncias que señalan que la empresa ha ofrecido dinero para disminuir la oposición al proyecto. Ahora bien, el estudio de impacto ambiental parece no eliminar del todo las dudas sobre hasta qué punto se puede garantizar que el medioambiente no sufrirá las consecuencias de la explotación minera, que por fuerza es una actividad que depreda el entorno. Todos los antecedentes de los que yo he tomado conocimiento, así como los sacerdotes y religiosas, los hemos puesto en manos de las autoridades”.
PRESIONES Y CAMPAÑAS PUBLICITARIAS
¿Considera que el Estado está cumpliendo en general su rol de velar por el cuidado del medioambiente?
“Creo que la legislación vigente no es plenamente suficiente para garantizar el uso responsable, racional y solidario del medioambiente. Pienso que, en general, a autoridades, empresarios y ciudadanos nos falta mucho en cuanto a asumir ‘la responsabilidad humana de preservar un ambiente íntegro y sano para todos’”.
¿Qué actitudes de Barrick Gold hacia la población atacameña le parecen reprobables?
“Me parece reprobable que, como se sabe en todo el valle, se haya entregado dinero a las organizaciones sociales y culturales, así como a las personas, como un modo de ‘captar la benevolencia’. Eso parece ser un aprovechamiento de la necesidad de la gente, es una forma de presión solapada que hasta puede ser humillante. También es voz común que se ha contactado, a través de asistentes sociales, a personas, familias u organizaciones que no aprueban el proyecto para tratar de que cambien su opinión. Además, Barrick invierte mucho en campañas comunicacionales que dicen sólo lo que a la empresa le favorece, ocultando lo que la pueda afectar, como el peligro para los glaciares o la muerte de algunos trabajadores.
De todos modos, el poder económico de esta empresa, invertido con tanta fuerza en la publicidad, no pasa desapercibido para la gente que observa y piensa un poco”.
Hay un criterio aceptado internacionalmente, el “principio de precaución”. Consiste en no aplicar una tecnología, no materializar un proyecto o no comercializar un producto hasta no tener la certeza que no dañará al ser humano y a la naturaleza. ¿Cree que este principio se está aplicando en Chile?
“No tengo datos para pensar que no se esté aplicando. Pero, a juzgar por algunos errores o fracasos que se han dado en la ejecución precipitada de algunos proyectos, pienso que este principio no ha sido tenido muy en cuenta. Como dice la doctrina social de la Iglesia, esta precaución ‘no comporta la aplicación de una regla sino una orientación para gestionar situaciones de incertidumbre’.
Para mí este es un tema muy importante. Mientras haya duda de que este proyecto pondrá en peligro el valle, no me parece aceptable que se realice. Las autoridades me han dicho que están dadas las garantías, pero aún subsisten serias dudas al respecto”.
Usted ha señalado que el agua no es una mercancía. Recientemente se formó un Frente Ciudadano por la Nacionalización del Agua, donde participa el obispo de Aysén, monseñor Luis Infanti. ¿Le parece una buena iniciativa? ¿Usted y otros miembros de la Iglesia de Atacama participarán en ella?
“En efecto, según la doctrina social de la Iglesia ‘el agua, por su misma naturaleza, no puede ser tratada como una simple mercancía más entre las otras, y su uso debe ser racional y solidario’. En cuanto a la iniciativa de monseñor Infanti me parece muy acertada, al ver la gran necesidad que todos tenemos que el agua sea considerada un bien colectivo. Pienso que hay que incorporar en el ideario de la opinión pública el concepto y la praxis del acceso al agua como ‘un derecho humano’ universal e inalienable. Como ya dije, el agua no es sólo un bien económico, en cuanto a lo que significa en orden a la productividad, sino que se basa en la dignidad humana: sin ella la vida humana está amenazada.
Un desafío inmediato es que en todas las faenas de carácter productivo se vea cómo asegurar y economizar al máximo el agua dulce para destinarla al consumo de la población que vive y trabaja en estos extensos territorios del norte de nuestro país”.
Aparte de la amenaza que representa Pascua Lama, ¿cuáles son, a su juicio, los principales problemas ambientales y económico-sociales en la zona?
“Me parece que, a pesar de algunos avances progresivos, aún quedan desafíos en la batalla por combinar las nuevas capacidades de la tecnología con la dimensión ética, en cuanto al medioambiente. Se han ido dando pasos para evitar el uso de factores de contaminación que perjudiquen la salud humana (insecticidas o plaguicidas, por ejemplo), el uso de implementos de seguridad, o el traslado y manipulación de productos químicos. Pero uno de los problemas que subsiste es el de los relaves mineros cerca de centros urbanos, como en Copiapó, Tierra Amarilla y Chañaral”.
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 674, 7 de noviembre, 2008) |