Deudores habitacionales en EE.UU.
Los ricos
también lloran
Hollywood, Florida, luce como un paraíso con sus filas de palmeras, césped perfecto, playas y calles repletas de 4x4 del año. Pero detrás de la postal se esconde la ruina de Estados Unidos, con miles de familias luchando contra los bancos -en una batalla perdida- para salvar sus casas.
“Uno se siente mal. No quisiera quedarse con sus anillos de matrimonio. Están los recuerdos y todo eso”, dice Michael Bruce detrás de una hilera de barrotes de acero. “Pero necesitan el dinero, y para eso estamos nosotros”. Bruce saca una bandeja de terciopelo negro; hay decenas de anillos de matrimonio, algunos con grandes brillantes, otros con brillantes pequeños, unos elegantes y otros chillones. “Mientras se sacan el anillo del dedo, están todavía confundidos. Es el momento de hacer el negocio... Así es la economía: basura”.
Bruce es el encargado de una casa de empeños en las afueras de Hollywood-Florida, 30 kms. al norte de South Beach (Miami). “Es más cómodo para ellos sacarse el anillo que empeñar la cortadora de césped”, sostiene Bruce. Los norteamericanos están tan desesperados con el pago de sus hipotecas que llegan a la casa de empeños dispuestos a dejar cualquier cosa: “Desde un equipo de música hasta el oro de sus tapaduras dentales. Nadie tiene dinero, las deudas crecen y crecen y hasta los bancos parecen estar en las mismas. Es mejor perder el anillo antes que la casa”, dice.
La casa de empeños de Bruce está al lado de un mall sin rostro; cruzando la calle hay una fortaleza de cemento, la oficina del sheriff. Una corriente constante de personas viene a dejar sus posesiones en los ochenta metros cuadrados de su negocio: “Atiendo desde tipos que llegan en un Bentley a gente que viene a pie. Ninguno tiene dinero”.
Calle abajo, un vendedor dice algo parecido: “Antes la economía estaba OK y la gente podía gastar. Ahora, cada vez hay más personas que tienen que luchar para salir adelante”, dice. “¿Sabe usted cuántos remates de propiedades hay cada día? La gente no tiene dinero para pagar las hipotecas”.
Quieren emigrar
Alex, de 18 años, está planeando irse de Estados Unidos y buscar trabajo en el extranjero. “No creo que el país vaya a la quiebra, pero si el próximo presidente no arregla la economía, me iré del país. Me iré a España”.
En 2007, Hollywood-Florida fue elegida “All America City 2007”, el mejor lugar para vivir en Estados Unidos. Ahora se parece más a la Zona Cero de Nueva York, al epicentro de una creciente crisis financiera. Prácticamente cada calle ostenta letreros “Se vende” o “Casa desocupada”. En algunas calles, cinco o seis casas por cuadra están a la venta, luciendo detalles adicionales como “Precio reducido” o “En litigio”.
En una economía normal a ningún vecino le gusta admitir que no tiene dinero y que su casa está embargada. Hoy, en las puertas hay notificaciones del sheriff o avisos de lanzamiento. En vez de avisos de búsqueda de perros perdidos, los postes telefónicos tienen peticiones: “Compre mi casa”. Un letrero agrega “Barata”. Sigo la pista y encuentro una casa en un tranquilo vecindario, cerca de las canchas de golf y de un canal. La playa está próxima, a catorce cuadras. El dueño simplemente dejó abierta la puerta. Una caja de veneno contra cucarachas está abierta sobre la mesa, al lado de un pedazo de papel con un número de teléfono. En esta casa abandonada las plantas del jardín han muerto, parece como si hubieran huido. Esperé una hora, pero nadie apareció.
Del boom al colapso
Entre 1995 y 2005 la economía creció fuertemente. En muchas partes, los precios de los inmuebles se triplicaron. A fines de 2005, la economía llegó al máximo. Luego, los precios crecieron menos y comenzaron a bajar. En los condominios del área de Hollywood-Florida han caído ahora en un 40 por ciento. La gente que compró una casa en 2005, 2006 ó 2007 debe hoy al banco mucho más de su valor. Ha surgido todo un vocabulario para describir la nueva situación. Una casa que tiene una deuda mayor que su valor es llamada “patas arriba”, y hay muchas comunidades completas en Estados Unidos que están “patas arriba”.
En ninguna parte la economía ha sido más golpeada que en el sur de Florida. Los agentes inmobiliarios, los especuladores y los inversionistas vieron que cada año había retornos de más del 20 por ciento en los precios de las propiedades, entonces metieron todo su dinero en eso. Y los bancos se sumaron al juego, ofreciendo un nuevo tipo de crédito sin documentación. Conocidos como no docs, sólo se preguntaba cuánto se ganaba, si había quebrado alguna vez y cuánto dinero necesitaba para una nueva casa.
El boom alcanzó tal fuerza, que todos querían participar, especialmente los bancos. Mientras los bancos no hacían esfuerzos por comprobar si la información que se les entregaba era verdadera, los solicitantes de crédito podían obtener los préstamos conocidos como subprime, que contemplaban un período de dos o tres años de pagos mínimos que aumentaban después en más o menos un 500 por ciento, de modo que un pago mensual de 800 dólares súbitamente se convertía en 4 mil dólares al mes. Este caos económicos -que ahora tiene alcance mundial- es achacable en mucho al uso en gran escala de estos préstamos, lo que ha hecho que la actual recesión sea llamada “crisis subprime”.
¿Otra gran depresión?
Con ese nivel de caos, en las calles de Hollywood-Florida hay muchos expertos en propiedades, o víctimas. “Todo esto es pura codicia”, dice un hombre que maneja una camioneta del tamaño de un bus. “George Bush ha gastado un trillón de dólares en la guerra en Iraq, y ¿qué va a pasar con nuestros nietos? Al paso que va, provocará otra Gran Depresión”. Mientras bloquea el tránsito ignorando a los que le gritan que mueva su vehículo, dice que la crisis ha conmovido su fe en Estados Unidos. “Nunca pensé que norteamericanos harían esto a otros norteamericanos”.
A la vuelta de la esquina, de pie frente a su casa de 780 mil dólares y tres dormitorios, Jim Roberts fuma y admite que si quisiera vender la casa, tendría que bajar el precio a 600 mil dólares. Mientras, describe la situación inmobiliaria y visualiza un colapso económico más serio. “Este país ya no es una potencia industrial, ya casi no producimos acero y los saudíes son dueños del 30 por ciento de Wall Street. Dubai tuvo que financiar al Citibank”.
Con sus tatuajes e historias de combates en Sudán, Roberts es un veterano que ha viajado mucho por el Tercer Mundo en condiciones de sequía, hambre y guerra. Ahora ve que situaciones caóticas amenazan a su amada ciudad: “Esta gente está desorientada respecto de lo que sucede más allá de su pequeño mundo. No tienen idea de la fuerza que puede tener la crisis económica. Usted cierra el almacén de abarrotes un día y se produce pánico. Mire nada más lo que pasa cuando tenemos un huracán: la gente va a las tiendas y se pelea por un pan”.
Casas abandonadas
“La gente de este lugar está abandonando sus casas. Hace cuatro años, nosotros vendimos casas a parejas jóvenes por 400 mil dólares. Ahora por ellas solamente pueden pedir 275 mil dólares, y se están yendo, perdiéndolo todo. Esto está sucediendo en muchos casos. Y los diarios no informan de esto”, sostiene Bob Boynce, un corredor de propiedades. “La gente se pone a pensar qué hacer durante tres o cuatro meses; van a consultar un abogado, si tienen dinero para pagarlo. Encuentran un lugar donde arrendar. Si su gasto mensual por la casa es de 4 mil dólares, pueden arrendar algo decente por mil 700. Están reduciendo sus gastos a la mitad. Lo único que se les puede advertir es que se deteriorará su crédito; no se les puede meter a la cárcel. No es un crimen. Esto está pasando con miles de personas”.
Este nuevo fenómeno -“los caminantes”- se ha convertido en una operación estandarizada: primero la familia saca los muebles. Después el auto. Finalmente, mandan las llaves por correo al banco.
El colapso de la economía es obvio para el que camine por las calles sombreadas por las palmeras de Hollywood-Florida. En vez de “Bienvenido a Hollywood”, el primer aviso que ve el visitante es un brillante letrero amarillo. Dice: “Venda su casa. Dinero rápido. 954-294-5420”.
El hombre que contesta el teléfono es Ricardo Morales, de 39 años, que tiene su propio sitio web y ha estado comprando propiedades en un 25 por ciento de su valor real. “Los bancos tienen propiedades que valen 240 mil dólares, pero ahora las están vendiendo por 90 mil dólares. Ese parece ser su precio favorito ahora. Y hablamos de una casa de tres dormitorios, dos baños, en un área exclusiva. Los bancos están dejando caer los precios como locos”.
El colapso del mercado de bienes raíces en Hollywood-Florida provocó el crecimiento de los parques de remolques y de los arriendos transitorios. La conversión de Hollywood-Florida de playa somnolienta en condominio lujoso está ahora detenida, aunque pocos dudan que dentro de unos años volverá por sus fueros. La “onda” hoy, sin embargo, es hacer que incluso los parques de remolques aparezcan como una opción para millones de familias de clase media. Incluso los bloggers han colocado una foto de típicos norteamericanos que viven en trailers pintados de colores brillantes, rodeados de flores, como casas de juguete. Los bloggers los han bautizado “nuevos condominios norteamericanos”, casi en broma.
Cartas sin abrir
En la prensa norteamericana esta catástrofe habitacional ha sido pintada como “evento aislado”. Pocos reporteros investigan esta evidencia de otra Gran Depresión. Para comprender mejor el fenómeno, fui hasta una oficina abandonada en un edificio de Hollywood-Florida. Había canastos con cartas sin abrir. ¿Qué se puede encontrar en la correspondencia cerrada de norteamericanos comunes y corrientes?
La primera carta provenía de la firma Land Rover de Miami, a Isaac. La carta, del 25 de marzo, empezaba así: “Su deuda con Land Rover Capital Group sigue sin cancelar”. Se ofrece a Isaac un sencillo formulario que debe llenar y un espacio para enviar por correo un cheque por “la cuenta total” de 13 mil 540 dólares 76 centavos. Si el destinatario no ha abierto su correo, ¿cuál es su posibilidad de pagar 13 mil dólares?
Otra carta era para Uri, de Miami, respecto a una deuda por 88 mil dólares. Unos abogados de Nueva York le estaban haciendo una oferta por una sola vez. Si enviaba un cheque por 35 mil dólares, el total de la deuda se consideraba pagada. ¡Estaban ofreciendo un descuento del 55 por ciento del total! Encontré muchísimas cartas para Uri: debe más de 100 mil dólares y la gente que quiere recuperar ese dinero parece incapaz de lograr que siquiera abra el correo.
Si se multiplica a Uri por varios millones, se empezará a comprender la profundidad de la crisis en Estados Unidos. No es el tipo de historia que la hiperpatriótica prensa norteamericana quiere investigar. Pero aunque esto es una muestra, un pequeño rincón en la postal de una perfecta ciudad norteamericana, toda la evidencia muestra que los bancos, las compañías de venta y arriendo de automóviles y las tarjetas de crédito están acumulando más y más deudas.
Yo solamente estuve en Hollywood-Florida durante una semana. Me gustaron sus calles tranquilas; el ruido de los pájaros, que es casi el principal sonido que se escucha; las limpias ciclovías y la biblioteca pública, un enorme edificio donde hay toda clase de libros y que tiene 24 computadores disponibles gratuitamente para que el público se conecte a Internet. Pero cuando dejé Hollywood-Florida, estaba obsesionado por la casa de empeños, los anillos de matrimonio, la ruina del sueño americano. “La gente viene aquí y quiere dinero, ellos no están gastando en nada. De verdad, las ventas están paradas”, me dijo Bruce. “Excepto las de palos de golf, que siguen. Es una locura. Son las cosas que usted no cree, porque piensa, cómo la gente quiere salir a jugar… Obviamente como no tienen trabajo, van a las canchas de golf”.
JONATHAN FRANKLIN
En Hollywood, Florida
EE.UU.
(Publicado en “Punto Final” edición Nº 671, 26 de septiembre, 2008)
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