Edición 666 - Desde el 11 al 24 de julio de 2008
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Autor: LEO WETLI

 

Rafael Maroto vivió intensamente como hombre, sacerdote y militante revolucionario. Su recuerdo vive y se fortalece en el corazón de los compañeros y en la gratitud de los más humildes. Es un recuerdo que nace con fuerza cada año cuando se acerca el 10 de julio. Ese día de 1993, a la edad de 80 años (había nacido el 10 de enero de 1913) se despidió de esta tierra. Se fue en invierno, sin haber visto tampoco para su país la primavera que tanto soñaba, sólo un atisbo de libertad y democracia con la que nunca se conformaba.
Rafael Maroto tenía una gracia muy excepcional: la capacidad de bajar en los escalones institucionales y sociales, para subir en calidad de militante y revolucionario. Como joven sacerdote tuvo por delante una segura carrera eclesiástica. Brillante predicador y guía espiritual llegó a ocupar el cargo de vicario episcopal. Eran los años en que en toda América Latina, y en la Iglesia Católica a nivel universal, muchas cosas comenzaron a cambiar o, por lo menos, a cuestionarse.
Rafael Maroto se hizo poblador y cura obrero. En lo político cumplió con su papel de militante del MIR. Más tarde, como miembro del comité central del partido, Rafael logró sintetizar el pensamiento de obrero, luchador social y militante con el de pastor, teólogo y sacerdote. Se llegó de esa manera a configurar una cierta anticipación de lo que más tarde sería la Teología de la Liberación.
Después del golpe de 1973 y durante toda la dictadura, Rafael estuvo a cargo de organizar un Frente Cristiano que desde las comunidades cristianas populares diera respaldo a la resistencia. Pero la jerarquía católica no perdona ese tipo de pastoral. En 1984 le fue impedido oficiar el ministerio sacerdotal. En el invierno de ese mismo año, conoció la relegación.
De a poco, la dictadura iba declinando. Se prepararon frentes más amplios, instrumentos políticos adecuados a la nueva situación que vivía el país.
Rafael participó en esas tareas y fue el dirigente más apto para cumplir el papel de vocero público del MIR. Así se llegó al plebiscito y en 1990 al retorno de la democracia, que a Maroto nunca convenció mucho. Desde el principio trabajó para la conformación de una nueva expresión de la Izquierda. Se creó el FAI (Fuerza Amplia de Izquierda), más tarde el Mida (Movimiento Democrático Allendista) y luego el Foro por la Democracia. Rafael siguió aportando siempre su vasta experiencia y conocimiento, aunque sus fuerzas físicas ya no le acompañaban. Pero su frágil figura de abuelo tierno siempre emanaba aliento, esperanza y mucho amor.
En casa de un antiguo compañero de trabajo pudo pasar sus últimos años con el calor de un hogar y el cariño de una familia. Pero fue su deseo partir de esta tierra desde la casa de las Hermanitas de los Pobres, en Santiago, donde estuvo los últimos días. Fue un frío domingo de julio de 1993 cuando su féretro pasó por las calles de Santiago rumbo a la misa celebrada por el arzobispo Carlos Oviedo.
Hasta el último momento, el trabajo revolucionario de Rafael Maroto estuvo destinado a unir las buenas voluntades para construir un mundo nuevo, justo y fraterno..

(Publicado en revista“Punto Final”, edición Nº 666, 11 de julio, 2008)