Edición 666 - Desde el 11 al 24 de julio de 2008
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Otilia Vargas y su ejemplo

OTILIA Vargas y Patricia, única sobreviviente de sus seis hijos.

A mediodía del sábado 14 de junio la vi por última vez. Pude acariciar su frente y le dije unas cuantas palabras. Pero Otilia Vargas, la anciana y valiente profesora primaria, estaba inconsciente. Su espíritu indoblegable -que desafió dolores increíbles- había iniciado la caminata final de la agonía. Murió pocas horas después, en la modesta casa de La Cisterna que con su esposo, Osvaldo Pérez, compraron con mucho esfuerzo para compartir sueños y alegrías con sus seis hijos.
La señora Maricarmen Román, que la cuidó en sus últimos días, me contó que en un momento de semilucidez, al despertar un instante del sopor de la agonía, Otilia le dijo que Osvaldo -fallecido hace unos años- había venido a buscarla. “Pero -añadió- todavía falta que vengan mis hijos”.
Yo quiero creer que, en efecto, de uno en uno fueron llegando junto a su lecho los cinco hijos que le arrebató la dictadura militar.
Desde el 11 de septiembre, los esbirros buscaban a Dagoberto Pérez Vargas, un sociólogo de 27 años, miembro de la comisión política del MIR, el hijo mayor de Otilia y Osvaldo. Frustrados en sus intentos, el 29 de septiembre de 1974 detuvieron en su oficina a un hermano de Dagoberto, Carlos Fredy, de 25 años, casado, publicista, y lo torturaron hasta la muerte en el cuartel de la Dina de calle José Domingo Cañas. Pero sólo se enteraron -porque se los escupió como un desafío- que él también era militante del MIR, como sus demás hermanos.
Pocos días después detuvieron a Aldo Gonzalo Pérez Vargas, de 23 años, y también lo martirizaron hasta la muerte. El 16 de octubre de 1975 los agentes de la Dina por fin lograron matar a Dagoberto en una parcela de Malloco, cuando protegía la retirada de otros dos dirigentes del MIR, Andrés Pascal y Nelson Gutiérrez, y de las compañeras de éstos. Entretanto, Otilia y su hija menor, Patricia, se ocultaban en la clandestinidad y don Osvaldo lograba asilarse en Colombia y luego en Cuba.
Pero la tragedia no había terminado. El 24 de febrero de 1976, la Dina asaltó una vivienda en el Pasaje Juan Ramón Jiménez 7476, de Santiago, y asesinó a los hermanos mellizos de 21 años Iván Renato, estudiante de sociología, y Mireya de Lourdes, estudiante de castellano; esta última, herida a bala, fue rematada en Villa Grimaldi. Después de ese último crimen, Otilia y su hija Patricia consiguieron salir de Chile bajo protección de la Iglesia Católica y de organismos internacionales. Se reunieron en La Habana con don Osvaldo. Protegidos por la solidaridad cubana, pudieron regresar a Chile a mediados de los 90.
En Cuba, Otilia asumió la militancia de sus hijos y con apoyo del historiador chileno Jorge Benítez escribió un libro, La dictadura me arrebató cinco hijos, un desgarrador testimonio y formidable denuncia del horror desatado en Chile por la alianza militar-empresarial.
Otilia Vargas Vargas, la querida maestra, descansa en paz y comparte su tumba con Osvaldo Pérez, el amor de toda su vida. Los que fuimos camaradas de ella y de sus cinco hijos la recordaremos como un símbolo sencillo y austero de la noble altivez ante el terrorismo de Estado que mantuvieron miles de mujeres chilenas durante la dictadura militar.

MANUEL CABIESES DONOSO
(Publicado en revista“Punto Final”, edición Nº 666, 11 de julio, 2008)