Edición 666 - Desde el 11 al 24 de julio de 2008
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La dura batalla
por el socialismo


RAFAEL Ramírez Carreño, ministro de Energía y Petróleo de Venezuela y presidente de PDVSA

El proyecto socialista planteado por el presidente venezolano Hugo Chávez, cuenta hasta ahora con amplio apoyo popular. Pero está encontrando -como era previsible- numerosas dificultades y un tipo de oposición que no le hace asco al golpismo ni al magnicidio. El próximo 23 de noviembre el proyecto revolucionario tendrá que someterse a una nueva prueba, esta vez la elección de gobernadores y alcaldes.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), en proceso de construcción, deberá demostrar que es la fuerza conductora del país. Aunque encuestas confiables otorgan a Chávez más de un 55% de respaldo personal, no sucede lo mismo con su partido. En el PSUV las aguas no escurren tranquilas. Desde luego, están los apetitos y ambiciones de los caciques electorales que nunca faltan, sobre todo en un partido con más de cinco millones y medio de afiliados. Pero el tema de fondo es la lucha ideológica que comienza a darse en torno a un proyecto socialista al que faltan todavía muchas definiciones.
Uno de los vicepresidentes del PSUV es el ministro de Energía y Petróleo y presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Rafael Ramírez Carreño. De conocida -y respetada- militancia en la Izquierda revolucionaria de Venezuela, Rafael Ramírez aborda en esta entrevista con PF el tema del socialismo. Lo hace desde una posición realista, consciente de los obstáculos que ese proyecto tiene en un país como Venezuela, pero con lealtad al socialismo por el cual dieron sus vidas muchos revolucionarios en la lucha armada y que ahora -por una vía pacífica y con estricto respeto a la Constitución y las leyes- comparten millones de venezolanos, sobre todo en los sectores más modestos de la población.
Ramírez proviene del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), que prolongó la lucha guerrillera iniciada en los años 60 por los partidos Comunista y MIR, a través de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Cuando le llegó su hora de derrota y quiebre al PRV, Ramírez y otros militantes fundaron la Esperanza Patriótica, cuyo primer jefe fue Diego Salazar -ya fallecido- y luego el propio Rafael Ramírez, que estuvo en esa responsabilidad hasta que la Esperanza Patriótica -descrita como “algo más que un movimiento, un sentimiento, una relación humana basada en el profundo afecto entre sus miembros y el inmenso amor por la causa revolucionaria”- atendió al llamado del presidente Chávez para disolverse e integrar el PSUV.
La primera parte de esta entrevista -sobre el precio del petróleo y la crisis energética mundial- se publicó en PF 663, hace 45 días, cuando el precio del combustible alcanzaba el “récord histórico” de 135 dólares… y que ya rompió la barrera del sonido de los 145 dólares el barril.
A las preguntas de Punto Final, el ministro Rafael Ramírez contestó con reflexiones sobre el proyecto socialista para Venezuela, cuya síntesis publicamos en esta edición.
MANUEL CABIESES DONOSO
En Caracas

 

E n nuestro país el tema del socialismo es muy complejo. Se ha discutido mucho en el pasado y, desde luego, hoy se discute mucho más, porque está planteado como una posibilidad real. Desde siempre hemos tenido claro que no hay manuales ni libritos que resuelvan los numerosos problemas teóricos y prácticos que plantea un proyecto socialista. Como también que no hay modelos, que ninguna revolución es idéntica a otra, que cada una es un proceso original, propio de cada pueblo que emprende la construcción del socialismo.
Es probable, además, que en Venezuela la situación sea aún más compleja, porque la actividad petrolera ha introducido deformaciones tremendas en lo económico, social y cultural. Aquí más que el tema de cómo la burguesía se apropia de la plusvalía que produce el trabajo de los hombres, el problema es cómo la burguesía y el imperialismo se apropian de la renta petrolera. Sucede que la renta petrolera es un gran problema porque barre con la formación de las clases sociales. En Venezuela no hay una burguesía nacional ni de ningún tipo. Lo que hay es un sector periférico que se aprovecha de la renta petrolera y que acumula así muchísimo dinero y poder. Ha capturado la renta petrolera a través de la banca y de la especulación financiera, pero no produce ni un tornillo. En consecuencia, no tenemos tampoco una clase obrera que podamos valorar como la clase hegemónica que hará la revolución”.

Una clase obrera
conservadora
 
“Las ideas planteadas por el Che respecto a cómo otras clases se apropian de la ideología del proletariado, son las que tenemos que aplicar a nuestra realidad, porque no contamos con una masa obrera crítica. Muy por el contrario, más bien la clase obrera que existe en Venezuela muchas veces se comporta en forma profundamente conservadora, porque goza de un conjunto de privilegios y lucha por mantenerlos. De manera tal que el modo de producción predominante, que es la gigantesca renta que produce el petróleo, no es producto del trabajo y de la manufactura, sino de un recurso natural que a la vez captura una renta mundial. Si el precio del petróleo se dispara a 130 dólares el barril (ahora está sobre 140 dólares, N. de PF), a Venezuela ingresan once mil millones de dólares. Resumiendo: no hay obreros, no hay burguesía nacional, no hay nada…Lo que hay es un conjunto de gente que vive de la renta petrolera. Esto tiene una réplica en millones de hombres y mujeres que conforman los sectores marginalizados no sólo de la actividad económica, marginazalizados también en lo cultural y en todo. En este país tenemos un serio problema de exclusión. ¿Exclusión de qué? Pues ¡exclusión de la renta petrolera! Por lo tanto, para hablar en serio de socialismo hay que pasar necesariamente por fortalecer el Estado. El Estado es el único ente capaz de garantizar que el control de la inmensa renta petrolera pueda tener un destino social útil”.

Otro destino para
la renta petrolera

“En el pasado reciente, el Estado venezolano era un Estado capitalista que orientaba el usufructo de la renta petrolera a fortalecer a la oligarquía nacional y a los intereses transnacionales. Hoy, tenemos un Estado revolucionario y nuestro trabajo es hacer que esta renta petrolera, en primera instancia, tienda a lo social -porque tenemos una deuda gigantesca con nuestro pueblo-; pero también ayude a crear la estructura económica y productiva capaz de darle un piso firme a la construcción del socialismo.
Por eso estamos empeñados en que el Estado vaya asumiendo el control de importantes áreas de la producción. Ya tenemos el control del petróleo, eso era lo más importante. También controlamos la renta petrolera: el 96% de los ingresos del petróleo ahora se quedan en el país. Hemos hecho cuantiosas inversiones sociales: la gente no sabía leer ni escribir y se moría de pobre. Todavía faltan muchísimas cosas por hacer en el plano social pero estamos avanzando muy firme.
Ahora estamos empeñados en ampliar nuestras capacidades productivas: creemos que actividades fundamentales para el desarrollo económico de Venezuela, como las industrias básicas, los complejos industriales, la petroquímica, las industrias capaces de crear y reproducir la actividad económica, etc., deben estar en manos del Estado, para tener la posibilidad real de comenzar a construir el socialismo. Hasta ahora ni siquiera teníamos esa posibilidad, porque los medios de producción estaban bajo control privado. ¿Pero esto significa que nosotros queremos controlar toda la cadena de la economía? ¡No! Hay una actividad periférica y de servicios que no nos interesan. Nuestro objetivo es hacer hegemónica la presencia del Estado en las grandes industrias básicas del país, para poder planificar la economía. Teniendo ese control podríamos decidir que ciertos productos y ciertos bienes se destinen a un objetivo específico, que es garantizar que serán atendidas las necesidades elementales de nuestra población”.

“No hay oligarcas
de gran corazón”

“En la actualidad, por ejemplo, si el gobierno quiere hacer casas tiene que lidiar con las transnacionales que controlan el cemento. Ellas tienen su propia estrategia que es contraria a la nuestra, que es nacional, y exportan toda su producción. Si queremos construir el socialismo -y eso pasa por dotar de viviendas a nuestra población- tenemos que tener el control de las cementeras, y por eso se están nacionalizando. Si nosotros, que somos un importante país productor de acero no tenemos cabillas para hacer casas, ni tuberías para acueductos, ni tubos para la industria petrolera, porque las transnacionales se llevan el acero, eso nos obliga a establecer un control para garantizar que se atiendan las necesidades básicas de acero de nuestro país. Si pretendemos garantizar a la población el abastecimiento de alimentos, ¿cómo vamos a impedir el desabastecimiento artificial si la cadena de distribución está en manos de la oligarquía venezolana? No hay manera, porque no hay oligarcas de gran corazón. Los capitalistas son capitalistas, si ven que hay especulación mundial con los alimentos, son capaces de quitarle la leche a un niño venezolano para especular con la leche, de quitarle el maíz para hacer negocio con el biocombustible”.

Venezuela importa
el 90% de sus alimentos

“En esta etapa, estamos tratando de incidir en el control de los estamentos más grandes e importantes de la producción para planificar nuestro desarrollo económico y atender a nuestras necesidades, y no se conduzcan con la lógica globalizada del capitalismo o sirvan los intereses particulares de nadie. Como dije, en muchos segmentos de la economía ni siquiera existe presencia de una burguesía nacional. Por ejemplo, los alimentos los importamos en un 90%. El país tiene problemas como el que señalaba el cantautor uruguayo Daniel Viglietti: “a desalambrar”. El latifundio ocupa buena parte de nuestras tierras. Hace poco les decíamos a los empresarios del sector agropecuario que allí ni siquiera se podía construir el capitalismo -y mucho menos el socialismo- porque todavía están vigentes formas feudales en la tenencia de la tierra.
A nadie le interesaba trabajar el campo porque todos vivíamos del petróleo. Como había suficiente dinero para importar alimentos, para qué íbamos a atacar el latifundio y cultivar la tierra. Los latifundistas que usufructuan de la renta petrolera poseen cientos de miles de hectáreas que destinan a pasear, pescar o cazar. A Venezuela venían Rockefeller y el papá de Bush a pescar en nuestros ríos, a disfrutar los paisajes de un país profundamente distorsionado en su economía y atrasado en su desarrollo”.

Socialismo, un asunto
de soberanía

“Como se puede apreciar, el tema del socialismo pasa en Venezuela por un asunto nacional, de soberanía del país. Tiene que existir un plan básico que permita crear las condiciones para construir el socialismo. Si no controlábamos la industria petrolera, si no controlábamos los recursos naturales ni la renta, ni con todas las buenas intenciones podríamos siquiera intentar la construcción del socialismo. Pero eso ya lo tenemos. Luego, con un pueblo que está en condiciones paupérrimas en lo social, en educación, en salud, no podemos ni siquiera pensar en construir el socialismo. Este pasa por un conjunto de cuestiones fundamentales que permitan articular un sistema productivo y distributivo de índole socialista. Y además están las definiciones políticas. Porque un asunto muy importante es que aquí hubo mucha confusión -no sólo en Venezuela, es cierto, también a nivel mundial- sobre el socialismo; mucha gente de Izquierda había renunciado incluso a la posibilidad de construir el socialismo. Plantearlo como bandera, como objetivo político, como hacemos en Venezuela, es un gran avance programático; con todas las indefiniciones que aún puedan existir, el pensamiento progresista ha vuelto a pensar en un socialismo del siglo XXI”.

Un nuevo pensamiento
socialista

“El pensamiento político no puede construirse de la nada, tiene que edificarse con los aportes hechos por otras experiencias, tanto las exitosas como las menos exitosas. Sobre eso hay que construir un nuevo pensamiento socialista. En Venezuela estamos en una batalla básica y crucial: rescatar nuestra soberanía y devolver a la nación el usufructo de sus recursos. Esta batalla pasa por defender el derecho del pueblo venezolano a decidir su destino a fin de caminar hacia el socialismo. Claro, no se trata de esperar que todo esté resuelto para iniciar la construcción de socialismo, porque probablemente podríamos desembocar en cualquier otra cosa. Ya estamos dando pasos en lo económico. Es fundamental crear la base económica para sustentar el apoyo que el pueblo está entregando a las propuestas socialistas del presidente Chávez. Si nos descuidamos, podríamos estar tratando de construir un socialismo inmerso en el capitalismo. Las estructuras que existían cuando el chavismo llegó al poder todavía están ahí, y muchas de ellas intactas. Nuestro problema principal ha sido impactar esas estructuras, reformarlas, y en algunos casos, desecharlas, montando nuevas estructuras.
Luchar por el socialismo, en un medio capitalista, es muy difícil, porque los valores y relaciones capitalistas están presentes, influyen, presionan. Si nos equivocamos, se reproducen. Por eso la discusión sobre el socialismo en Venezuela tiene que considerar que es un proceso que apenas está empezando, y que tiene que ir acompañado de una intensa práctica. Hemos tenido importantes logros, también hemos cometido no pocos errores. Nuestra revolución tiene que ser muy crítica con ella misma, discutir con mucha lealtad la unidad en la acción, para ver y analizar cómo avanzamos mejor y más rápido acompañando al presidente Chávez, que es el líder de este proceso”.

 

(Publicado en revista“Punto Final”, edición Nº 666, 11 de julio, 2008)