Edición 666 - Desde el 11 al 24 de julio de 2008
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Seremos dignos
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Seremos dignos
herederos de Allende

 

Una de las mayores conmociones en la vida de nuestros pueblos fue el anuncio, la mañana del 11 de septiembre de 1973, de la muerte de Salvador Allende y el fin de la llamada “vía chilena al socialismo”.
Ahora, al borronear unas cuantas líneas sobre la trascendencia histórica de Allende, ese impacto vuelve hasta nosotros a través de la nostalgia, de la frustración, de la impotencia, pero también de la admiración por un protagonista de la historia verdadera de nuestros pueblos.
La vocación política de Salvador Allende fue definida incluso desde la anécdota. Se cuenta que al perder por tercera ocasión consecutiva, y al ser requerido sobre la leyenda que debía ser inscrita en su epitafio, dijo: “Aquí yace Salvador Allende… futuro presidente de Chile”.
Prefiero, desde el cántico y la poesía de América Latina, aquellas frases que resumen la herencia de dignidad que nos legó y, al mismo tiempo, el regreso de la esperanza socialista que hoy inunda al continente:

Y no hay nadie que se asombre
de tu inmortal proyección,
porque en la revolución
que al frente quiso tenerte,
es más grande que tu muerte
tu hermosa resurrección…

Hoy asistimos a la resurrección de un continente que fue víctima del atropello neoliberal, pero que altivo y soberano, levanta su bandera de dignidad en cada rincón y en cada corazón latinoamericano.
Salvador Allende nos observa, desde su atalaya de coraje y voluntad, y sabremos ser dignos herederos de su martirologio y consecuentes con su lucha por la libertad.
En cada paso y cada conquista, su legendaria figura de “capitán valiente” acompaña el sendero revolucionario, y nosotros, presidentes de los pueblos, debemos rendirle tributo con nuestra consagración a la segunda independencia que tanto soñó. En el camino preguntaremos: ¿Vamos bien, Compañero Presidente?
“Más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas” nos dirá, y, con la protección de su sombra tutelar, los pueblos de América arribaremos al destino de justicia, dignidad y soberanía por el que Allende ofrendó su vida, que siempre será más que la muerte y el olvido.

RAFAEL CORREA DELGADO
Presidente Constitucional de la República del Ecuador
Quito, 24 de junio de 2008

(Publicado en revista“Punto Final”, edición Nº 666, 11 de julio, 2008)