Operación Milagro en Chile
Ver para creer
UNA oficial de la Guardia Nacional de Venezuela (equivalente al Cuerpo de Carabineros de Chile) recoge los datos de los chilenos que postularon a la Operación Milagro.
La Operación Milagro nació de la mano de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos (Alba), gracias a Cuba y Venezuela. Su objetivo es devolverle la visión a quienes sufren cataratas, pterigión y otras afecciones. En Chile la mayoría de los pacientes de esas enfermedades ha esperado meses, e incluso años, para ser operados en el sistema público de salud. Son enfermedades de sencilla curación, pero mantienen prácticamente en la ceguera a miles de personas.
1.003.288 pacientes de 31 países de América Latina y el Caribe, Asia y Africa han recuperado la visión gracias a la Operación Milagro, el programa oftalmológico de cooperación humanitaria completamente gratuito de Venezuela y Cuba. Quienes agradecen el milagro de volver a ver han sido operados en 49 centros oftalmológicos y 82 “posiciones quirúrgicas” de Venezuela. Se espera llegar a seis millones de operaciones para el año 2016.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la falta de acceso a atención oftálmica hace que millones de personas estén privadas de visión a raíz de cataratas -que siguen siendo la causa de la mitad de los casos de ceguera-, pese a que una cirugía de bajo costo permitiría devolverles la visión. La Operación Milagro ha curado a personas de escasos recursos afectadas por ceguera y otras enfermedades en instalaciones quirúrgicas de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Guatemala, Haití y Honduras, para disminuir el costo de traslado y garantizar la continuidad del programa.
Durante cuatro días, la embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Chile se vio repleta de personas que esperaban el milagro de volver a ver. Delitza Fuentes, segunda secretaria de la embajada, encargada de coordinar la Operación en nuestro país, señaló: “El programa de la Operación Milagro forma parte del Convenio Sandino, suscrito entre los presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro el 21 de agosto de 2001. Se propone trabajar con quienes en América Latina viven en situación de exclusión, para brindarles la posibilidad de operarse en Venezuela de patologías oftalmológicas como cataratas y pterigión en grados avanzados y no complicados”. Agrega que la experiencia ha sido tan diversa como la realidad de cada país: “En algunos países hemos trabajado en forma directa con los gobiernos centrales, locales, la sociedad civil, etc. En Chile, el programa se inició en 2006 con el apoyo de organizaciones sociales, políticas y culturales que se sumaron a esta tarea de identificar pacientes en poblaciones de escasos recursos. Actualmente, contamos con una amplia red de organizaciones voluntarias. Cada vez contamos con más apoyo de municipios comprometidos con la salud de sus ciudadanos”.
Desde 2006, 760 chilenos han vuelto a ver gracias a la Operación Milagro. La Novena Operación, que esta vez viajó a Maracay, Estado Aragua, llevó 106 pacientes seleccionados tras la evaluación de más de 200 personas por un equipo de médicos venezolanos dirigido por el doctor Israel Bermúdez. “El número de pacientes que viaja depende de la capacidad del avión. La Operación intenta mostrar a todos los pueblos lo que para Venezuela significa la integración y solidaridad: que es necesaria la unión de nuestros pueblos. Una unión que debe mirar a esa mayoría de excluidos, a gente con necesidades”, dice Delitza Fuentes. Junto con los pacientes viajaron diez acompañantes. 28 serán intervenidos por cataratas y 78 por pterigión.
Israel Bermúdez es el oftalmólogo coordinador de la Operación Milagro del Ministerio de Salud de Venezuela. Al examinar a los pacientes chilenos dice que “me impresionó el respeto del chileno, la amabilidad con que nos recibieron. En cuanto a los problemas de visión, son básicamente los mismos: cataratas, pterigión, estrabismo y caída de párpados. He tratado casos de niños con cataratas congénitas, que pudieron haber sido operados en los primeros meses de vida. Esto sucede por la pobreza, por las largas listas de espera en los hospitales”, dice. “Es una satisfacción ayudar en esta misión humanitaria. Hay testimonios bellísimos que me han tocado muy hondo. El caso de un campesino que había abandonado su trabajo, pues no veía. Cuando le sacamos la venda de los ojos dijo: ‘No me ha vuelto la visión, sino la vida’. Fue impactante. Su mayor sueño era volver a trabajar. Ahora me llamó la atención una señora con una catarata traumática desde hace ocho años. Tiene percepción de luz y puede volver a ver. El traumatismo no le causó lesión. Sólo hay que operarla. Su alegría y confianza en que volverá a ver me impresionó. Estas enfermedades incapacitan a la gente y nuestra misión es devolverles el milagro de ver”.
Nos tiende la mano
Alfonso Cortés, concejal comunista de Montepatria, acompañó a quienes viajaron desde esa comuna de la IV Región para ser evaluados por los médicos en la embajada venezolana: “Somos unos 32 mil habitantes, estamos cerca de Ovalle, una zona de uvas de exportación. Acompañé a siete personas, la vez anterior a diez. Lamentablemente nuestro país no ha resuelto problemas tan básicos como la salud. Venezuela es solidaria y ha abierto las fronteras a los países hermanos. En Montepatria muchos esperan para operarse de cataratas, o de la vesícula, por casi una década. Por otra parte, el pterigión se transforma en glaucoma, por culpa de los pesticidas”, dice.
Paula Segura, comerciante de esa localidad, señala: “Hace una semana una amiga del club del adulto mayor me habló de esta posibilidad y vine a evaluarme. Tengo glaucoma hace más de tres años y aún espero un examen en el consultorio. La operación es carísima y no puedo pagar… En Venezuela es gratis”, dice.
Miguel Castillo, del Círculo Bolivariano Santiago Arcos, de La Serena, acompañó a siete personas: “La principal patología es pterigión. Todos son trabajadores agrícolas de escasos recursos. En los consultorios las horas de atención son de un año para otro. Operarse cada ojo cuesta más de 600.000 pesos. Quienes sufren enfermedades pierden su trabajo… Gracias a la Operación Milagro la gente recupera su autoestima. Quienes han vuelto operados esparcen la noticia en sus poblaciones y centros comunitarios: son personas a quienes les cambió la vida”.
Antolín Moreno es el primer chileno que se operó en Venezuela, en mayo de 2006: “Fuimos unos noventa chilenos. Yo tenía cataratas, prácticamente ceguera. No veía nada a medio metro. Me operaron en Barquisimeto y hasta ahora, no he tenido inconvenientes. Me inscribí en 2005 en el servicio de salud de Cerro Navia. Estamos en 2008; ya me operé en Venezuela, y aún no me llaman. Trabajé en la construcción por 50 años y no tenía dinero para pagar un millón y medio o dos millones de pesos. Estaría ciego de no ser por esta misión humanitaria. Ir a Venezuela fue una aventura maravillosa. Estuvimos once días, regresamos y luego vinieron a darnos el alta. Siempre se han preocupado de nosotros. Me invitaron a la embajada a conversar con quienes van esta vez”.
Otro caso exitoso es el de Ana Lizama: “Trabajo haciendo aseo. Gracias a la Operación Milagro me operé los ojos. Fue maravilloso, algo que si no lo vives no lo crees. Más de tres años esperé que me dieran hora en el Hospital Sótero del Río. Todavía no me llaman. Muchos vecinos siguen haciendo cola. Para operarme en forma privada en el Hospital Militar tenía que pagar un millón doscientos mil pesos, y 700.000 en el Hospital de la UC. Iba a pedir un préstamo, que no sabía cómo pagar después. Ya no veía por el pterigión avanzado. Y surgió este milagro. Me operé el 6 de febrero de 2008 en Venezuela y ahora veo. Recuperé la visión completamente”.
Mientras esperaban ser atendidos PF conversó con otros pacientes. La mayoría gente humilde. Casos dramáticos de personas de escasos recursos que abrigan la esperanza de volver a ver. María Espinoza, de 86 años, viajó desde San Antonio: “Tengo cataratas en ambos ojos… Fui al médico pero se demoran mucho, es terrible. Llevo más de cinco años esperando que me atiendan… Y acá en un día lo hacen, agradezco lo que están haciendo, llevando chilenos a operarse en Venezuela”, dice.
Por su parte, Julio Espinoza, de 74 años, quien trabajó de nochero, dice: “Padezco cataratas. Hace ocho años me operé de un ojo pero quedé mal. Fue una operación ‘bruja’. La catarata volvió. Unos médicos hicieron un operativo y dijeron que era gratis, pero después me descontaron 280.000 pesos de la jubilación. No tengo dinero para ir a una clínica. Ya no puedo trabajar. Doy gracias a Dios por esta oportunidad que me brinda Venezuela”.
Amelia Acevedo trabajó toda su vida como funcionaria del Hospital Claudio Vicuña, tiene 80 años y su marido 92. Ambos sufren de cataratas, pero sólo ella puede operarse: “Me operé hace años y ahora tengo problemas en el otro ojo. Llevo más de diez años con problemas en la visión. En el sistema público nunca pude acceder a la operación. Se demoran años. Hay pocos oftalmólogos que trabajen en el servicio público. Que me operen gratis en Venezuela es un milagro. Quiero volver a ver. Mi marido ya no tiene remedio, pero yo podré ayudarlo”.
Juan Reich, de 70 años, dice que sus problemas de visión se arrastran desde su juventud. Recibe una pensión de 107.000 pesos: “Me hicieron el chequeo para el servicio militar y dijeron que tenía cataratas. Ahora veo nebulosas. Desde hace unos ocho años que tengo problemas en el ojo que tenía bueno. En el hospital de Valparaíso me dieron lentes para miopía y con cristales cambiados. Supe de la Operación Milagro por la radio y por los sindicatos de pescadores. Si no fuera por Venezuela que nos tiende la mano, no volvería a ver”.
Aurora Cabrera vive en Pedro Aguirre Cerda; es dueña de casa. Su situación económica es precaria: “Me acerqué a la embajada venezolana porque es la única manera de operarme sin costo. Por el consultorio llevo más de seis años esperando. Ahora voy a Venezuela a operarme. Estoy feliz. La atención es excelente. Le agradezco al presidente Hugo Chávez que haga esto. Me va a ir bien, tengo fe. Hay otras once personas de la comuna conmigo. Cuando me dijeron que iría no lo podía creer… Ahora tendré que conseguirme dinero para el pasaporte”, dice.
David Osorio, de 81 años, tiene problemas desde hace diez: “Todavía veo, pero tengo cataratas. Trabajé de desabollador. Traté de operarme en el Hospital Barros Luco pero tengo para un año más. Me costaría un millón 800 mil cada ojo. Mi jubilación es de 100.000 pesos… Uno de mis hijos me dijo que viniera a la embajada venezolana y felizmente voy a operarme. La atención es muy buena, no podemos pedir más”.
Eduardo Fuentes vino desde Temuco. Es empleado municipal y padece pterigión hace diez años: “Me hice exámenes y el oftalmólogo dijo que mi problema no avanzaría. Pero se me nubla la vista. Estaba entre la espada y la pared, o me operaba o quedaba ciego. Lo iba a hacer y encontré la Operación Milagro, que es algo caído del cielo. Me iban a salir más de 800.000 pesos cada ojo”.
Juan González, de 57 años, trabajador portuario, sufre de pterigión: “Gracias a Venezuela tendré oportunidad de operarme, lo que no tuve en Chile porque la salud es un negocio. Traté de operarme en el servicio público y engrosé la lista de espera. El año pasado fui aceptado para viajar a Venezuela, pero tuve que optar entre ir o darle un dinero a mi hijo para la universidad. Se matriculó en perito criminalista y fue engañado como miles de jóvenes. No le han devuelto un peso y el gobierno no hace nada. Soy trabajador eventual, un cesante más”
ARNALDO PEREZ GUERRA
(Publicado en “Punto Final” Nº 660, 18 de abril, 2008)
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