Edición 647 - Desde el desde el 7 al 27 de septiembre de 2007
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El modelo ya tiene una grieta

Daniel Alcaíno, actor de TV “Me gustaría que la gente dijera ¡basta!”

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Daniel Alcaíno, actor de TV

“Me gustaría que la gente dijera ¡basta!”

Sus deseos de justicia coinciden con un cambio radical en el país. Por eso, en lo íntimo, tiene la esperanza de llegar a ser testigo y protagonista de esas luchas populares capaces de alterar el rumbo político y social que se cocina en la actualidad. Como hombre bien informado, su visión del país es pormenorizada y algo oscura, pero ni pesimista ni amarga. Advierte la existencia de movimientos libertarios que están saliendo a la superficie y eso le pone en el rostro una expresión de confianza, cuando dice lo que piensa sin temor.

“En Chile estamos en una etapa optimista en cuanto a cifras y encuestas. Hay mucho dinero en comparación con otros países de América Latina. Pero la mala distribución de la riqueza sigue siendo un problema grave”, plantea Daniel Alcaíno, actor de 35 años y uno de los íconos de la televisión con su personaje humorístico Yerko Puchento.

Y agrega: “Los grandes problemas están de manifiesto en la salud, con los hospitales colapsados, igual que en el transporte, un plan genial que no se logra poner en marcha”.

¿Chile vive una eterna espera?

“Es la situación de siempre. Viene de tiempos inmemoriales, de la época de las salitreras, ahora con adornos, nuevas carreteras, lofts… Es la misma miseria ahora vitrificada. Pero debajo se mueven las garrapatas y los zánganos… Se ha metido debajo de la alfombra todo lo que no tiene solución, como la injusta distribución de la riqueza. El cobre ha tenido una bonanza, pero no hay redistribución. Las FF.AA. no ceden su 10%. Nadie cede, nadie se mete la mano al bolsillo o al alma, como dijo monseñor Goic, ni actúa con ética. La historia de nuestro país ha sido ‘en la medida de lo posible’. Y lo posible ha sido poco, lo que convierte a Chile en un país mediocre en términos éticos, pero próspero en lo económico”.

¿Esta percepción le provoca decepción, angustia?

“No. Sólo da lata quedarse pegado tanto tiempo. Nos fueron privatizando todo, se mantienen los amarres de la dictadura, se fue vendiendo el país… La cultura está en manos de quienes sólo buscan lograr beneficios. Esta realidad se veía venir, ya que el país había aceptado el plebiscito del Sí y del No. Somos un país de medias tintas, posponemos problemas -que quedan flotando como fantasmas, como heridas que no cicatrizan-. Vivimos sobre una falla social, una grieta, y en cualquier momento habrá un terremoto. Vivimos esperando ese terremoto. Antes nos unificaba la lucha contra Pinochet, había protesta y la gente participaba. Hoy hay un gobierno que intenta hacer reformas… Reformar. El mismo modelo armarlo de otra manera… En el fondo, lo mismo…”.

¿Le inspira confianza el actual gobierno?

“Creo que tiene gente muy honesta, como Michelle Bachelet y otros. Gente que ha trabajado por la democracia. Pero a mí me gustaría que sus decisiones fueran más radicales, no sólo reformas. Hay buenas intenciones, pero la mano que mece la cuna es la de los empresarios y de Estados Unidos”.

IDEAS Y DIALOGO

Nacido en 1972, Daniel Alcaíno estudió en el Liceo Cervantes y fue parte de una generación “que resistió la municipalización”. Su padre fue un trabajador de muchos oficios y él tuvo una infancia feliz en un barrio popular, cerca del cerro Navia, de gente con humor a flor de piel.

Después, como le faltó puntaje para estudiar derecho, dio las pruebas en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. Y quedó. Nunca había hecho teatro. Pero sus imitaciones de compañeros, profesores y familiares, y su participación en algún festival escolar, anunciaban su veta de actor. “La actuación no se me pasaba por la cabeza: quería estudiar historia o derecho, porque en la década del 90 se suponía que empezaba a cambiar el sistema y llegaba la justicia que se negó durante la dictadura”.

Del teatro le gustó “el poder de la palabra, ese permiso loco que tiene el actor para decir lo que se le antoje, diciéndose ‘soy actor, estoy fingiendo, es mi cuerpo, pero es otro el personaje que habla’. Es una buena trinchera para transformarla de mil maneras”.

La mayoría de los políticos de Izquierda abandonó la artillería ideológica radical…

“Lo que he escuchado sobre ideología radical, convertida en acción, ha sido la de algunos amigos que hoy están presos en Brasil y otros que estuvieron en la Cárcel de Alta Seguridad. En ellos vi compromiso, ideología y consecuencia. A mí me tocó conocer la política de la Concertación y a sus representantes después de 1988. No los conocí con una ideología, sino como gente que había soñado ciertas cosas y después dijo: ‘Bueno, este es el sistema que hay y dentro de él tenemos que movernos’. Es el caso de ex militantes de partidos de Izquierda que creían en el término de la explotación del hombre; hoy son dueños de empresas… Ojalá paguen sueldos éticos. Antes hubo gente muy consecuente y radicalizada como Miguel Enríquez. Los demás llegaron hasta la muralla de la teoría, no más”.

¿Qué piensa de las mesas de diálogo?

“Respeto el diálogo, ya que nos acerca a la democracia. Tenemos que convivir. Pero a la luz de los hechos, de las injusticias, el nivel de rabia debería ser mucho mayor. Parece que la gente tiene cuero de chancho. En las protestas de los pescadores de la caleta Portales veo rabia contra la policía, pobres contra pobres. Lo mismo advierto en la huelga de los mineros, en las luchas de los subcontratados, forestales, de Agrosuper. Hay una efervescencia social que antes canalizaba la CUT, organización que está adquiriendo más importancia ya que la gente toma conciencia de que tiene que estar en un sindicato, en una trinchera desde dónde luchar. Soy algo romántico, por eso me enamoro de la historia de los valientes, de guerrillas, levantamientos, el Che. Trato de entender el pensamiento del subcomandante Marcos. Creo que el ser humano está avanzando, hay una comunicación guaifai, como dice Florcita Motuda. Y me asombran los actos hermosos de solidaridad, entrega y bondad”.

COSAS DEL TIEMPO

Hay quienes piensan que las luchas son tiempo perdido…

“No lo creo: cualquier piedra que haya ayudado a detener este río de injusticias, ha sido bien lanzada… Cada acción tiene su importancia. Me gustaría ser testigo de un momento histórico de las grandes luchas obreras… Me gustaría que la gente dijera ¡basta! No involucro a nadie ni estoy invitando a nadie, solamente a quienes tengan poder telepático, que ojalá sean muchos. Me gustaría que de una buena vez se diera vuelta todo”.

¿Percibe un movimiento social subterráneo en Chile?

“Sí, sí. Me desespera el reformismo, incluso me carga la palabra y proponer ‘reformitas’ al mismo modelo. Me molesta que se formen comisiones a las que se invita a la misma gente, que llega a los mismos acuerdos para reformar el modelo… El modelo ha demostrado que no funciona, que no es justo, y está entregado a un azar diseñado por unos pocos. Sólo a ellos les funcionan sus propias cartas marcadas. Es un juego en el que estamos destinados a perder siempre. Tenemos que inventar un nuevo juego. Las cifras del éxito son sólo para quienes saben leerlas, los que inventaron este formato: los dueños de las encuestas y de los diarios. A ellos les tengo mucha desconfianza”.

¿Cree que en el encono hacia la presidenta Bachelet influya que es mujer?

“Si uno mira esto dentro de este supermercado llamado Chile, creo que Michelle Bachelet tiene más personalidad que Aylwin; mucha más que Frei; al lado de Lagos, parece más suave, maternal. El tema del liderazgo es anterior a Bachelet. Lo puso la derecha y tiende a seguir los mismos patrones del machismo. El machismo es súper de derecha, es parte del autoritarismo. Pero no creo que el machismo sea el motivo principal de la odiosidad contra ella. Se debe a la acumulación de promesas que no se han cumplido en educación, salud, etc. A esta mujer le ha tocado duro desde que asumió. Sólo le falta un terremoto. Hay otro problema: ella no se manifiesta mucho, la escuchamos cuando forma comisiones y el vocero explica el pensamiento, el pensar de la presidenta. No la vemos mucho, es una persona bastante ausente: no aconseja, no reta, ni dice por dónde hay que ir… Estamos acostumbrados al padre conciliador (Aylwin), al que trataba de vender, exportar y privatizar todo (Frei), y al que la banda le quedaba bien (Lagos)”.

¿Demoran las soluciones?

“A mi juicio, la estrategia de Michelle Bachelet ha funcionado como un espejo. Las comisiones funcionan como espejos, para que ella no aparezca como la que tiene la culpa de los problemas de la salud, educación, de no reformar la Constitución… Es que nos cuesta ponernos de acuerdo, ser constantes, defender nuestros derechos en una mesa. Tememos conversar. La gente espera que ella tome la decisión. ¿Hay puente para Chiloé? Sí. En lugar de eso, se forma una comisión para que estudie si es necesario... Es la demora lo que emputece a la gente, porque hay muchas urgencias. Se forma una comisión sobre la equidad, mientras los pescadores esperan en la costa porque no hay peces, porque la pesca de arrastre se lo lleva todo…”.

¿Qué le sugiere el 11 de septiembre que se avecina?

“Es el más alto ejemplo de lo que estuvo dispuesto a hacer el sistema capitalista, representado por Estados Unidos, para que el ser humano no piense por sí mismo, no ponga objeciones al sistema, para que nadie sepa el final secreto de esta gran teleserie: que habrá una gran revolución. Pero hay cosas que no se detienen, como decía Allende: no se detienen los procesos ni con el odio, la traición ni la muerte. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Hasta el momento la historia la han escrito los poderosos, los vencedores. Los militares intervinieron movidos por desconocimiento, miedo y odio que en ellos fermentó e hizo irrupción. No sé por qué genera tanto odio todo lo que se opone al capitalismo: se degüella, cortan las manos, sacan los ojos, se lanza al mar con las manos amarradas con alambre, con los ojos vendados, se quema con soplete. El sistema capitalista ha sido implacable. Ha querido hacer desaparecer de la faz de la Tierra a quienes se le oponen. Pero éstos no desaparecen.

El 11 de septiembre nos quedó marcado como un número cabalístico. Se nos aparece como un fantasma de las obras de Shakespeare, equivale a esa mancha de sangre en las manos de Macbeth, que no desaparecerá nunca en quienes han sido capaces de vender a su madre por tener más dinero o hacer lobby para llenarse los bolsillos… Pero hay gente en Chile que está dispuesta a no transar, a dar el ejemplo y a pagar con dignidad, como lo hicieron Allende, Gladys y el Che”

LEOPOLDO PULGAR I.

(Publicado en Punto Final” Nº 647, 7 de septiembre, 2007)

 

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