Helmut Frenz, otro chileno inconforme
La democracia
que nos falta
Autor: LUCIA SEPULVEDA RUIZ
Helmut Frenz ahora es chileno. Con casi 75 años, diez hijos -la menor, Rebeca, de madre chilena- y una vida entregada a la solidaridad con los que sufren, el pastor luterano de origen alemán participa ahora en una coordinación de organizaciones como Fasic, Codepu y otras, que discuten la creación del futuro Instituto de Derechos Humanos. Frenz llegó a Chile en 1965, y salvó vidas durante la dictadura a través del Comité Pro Paz. Expulsado del país, su voz reapareció con fuerza en democracia, en 2003, para exigir al gobierno de Ricardo Lagos la creación de una comisión de reparación para las víctimas de la tortura. También fue presidente de la comisión que calificó víctimas para el fondo de ayuda creado por la Fundación Salvador Allende.
¿Qué ha significado para usted recibir la nacionalidad chilena? Su autobiografía, publicada el año pasado, ya se titulaba “Mi vida chilena”. ¿Qué es lo diferente ahora?
“Como chileno, quiero trabajar en el mejoramiento de nuestra situación política, colaborando con todas las fuerzas de buena voluntad para deshacernos de la herencia de la dictadura. Yo relaciono el otorgamiento de la nacionalidad por gracia con lo que viví en 1975, cuando la dictadura militar me expulsó del país ‘para siempre’. Fue un golpe muy grande y me afectó muchísimo. En cambio, este reconocimiento es una enorme alegría. Mi corazón desde hace largo tiempo es chileno, estoy radicado definitivamente aquí. Pero me siento orgulloso y honrado por esta distinción, que es diferente de una condecoración que se prende en la chaqueta en ocasiones solemnes, y después se guarda. La nacionalidad es algo cotidiano. Además, me dijeron que nunca se había celebrado esto en La Moneda con la presidenta y varios ministros, los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, etc. Mi corazón está lleno de gratitud. Una chilena me escribió desde Europa: ‘Esto significa que nosotros te amamos tanto que queremos seas uno de los nuestros’”.
¿Sabe que se está realizando una campaña para que puedan vivir en Chile personas que tienen condenas de extrañamiento?
“Fui de los primeros en firmar una carta apoyando esa campaña. No entiendo que los gobiernos democráticos hayan conservado esas penas de extrañamiento. Hay que anularlas. Precisamente Fasic se fundó en mi oficina para ayudar a los presos en relación a ese decreto 504 de conmutación de penas por exilio. Espero que el gobierno de la presidenta Bachelet corrija esta situación y devuelva a los que permanecen fuera de Chile su derecho a vivir en su país. Creo que estamos cerca de ese día”.
LOS TEMAS
PENDIENTES
¿Cuál es su diagnóstico de la situación de los derechos humanos en Chile?
“La ley 19.992 que declara secretos por 50 años los documentos del informe Valech, es incompatible con la Convención contra la Tortura. A través del Comité Contra la Tortura, Naciones Unidas ha criticado a Chile por esto. Las víctimas caminan por la vereda con la cabeza inclinada y los torturadores, que saben que los documentos que los incriminan se guardarán en secreto por cincuenta años, andan triunfantes. Eso se debe terminar. Otra crítica es que la Comisión Valech tuvo un tiempo muy corto de funcionamiento. Sólo seis meses de plazo para presentar los testimonios. En Alemania recién este año, cumplidos ya 50 años del fin de la guerra, se clausuró la Comisión de Indemnización para las Víctimas del Nazismo. Su última tarea fue indemnizar a quienes tuvieron que hacer trabajos forzados en las fábricas.
Hay una larga lista de críticas que formula la gran familia internacional: todavía está vigente el decreto de autoamnistía. Pareciera haber una cierta cultura de la impunidad. Hay un discurso y un compromiso en contra, pero se hace lo contrario. Los “calabozos de lujo” en el Penal Cordillera también tienen algo que ver con impunidad. ¿Y cómo podemos vivir con esta Constitución heredada de la dictadura? Carabineros todavía depende del Ministerio de Defensa, eso también ha sido criticado por Naciones Unidas. Las fuerzas de seguridad no tienen nada que ver con los militares. Carabineros debe depender del Ministerio del Interior y su estructura y formación debe ser distinta a la de los militares. Los carabineros no deben aprender a matar, sino a defender y proteger la vida de los chilenos”.
¿Cómo ve la actuación de la presidenta en este contexto?
“Cuando la presidenta Michelle Bachelet asumió, tenía la esperanza que por ser mujer y víctima de la dictadura iba a tener la valentía de cambiar estas cosas. Seguramente ella es valiente. Estoy convencido que la presidenta quiere cambiar el rumbo, pero parece que se le hace difícil debido a las estructuras tan estrictas de la Concertación y al juego político de los partidos. En Chile las familias influyentes políticamente tienen entre sus miembros a un obispo, un general, un abogado… En esas familias también hay alguno que es miembro de la Democracia Cristiana o de Renovación Nacional, y está la ‘oveja roja’. Esta mezcla dificulta encontrar una solución, pero ciertamente no debe impedirla”.
¿Qué sintió usted cuando murió Pinochet?
“Yo estaba algo triste, por razones especiales. Pensaba, como muchos chilenos, que una sentencia en los juicios dejaría claro que Pinochet cometió crímenes y fue autor intelectual de muchos crímenes de lesa humanidad. Es una lástima que no recibió (…)
(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de Punto Final” Nº 646, 24 de agosto, 2007)
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