Edición 646 - Desde el desde el 24 de agosto al 6 de septiembre de 2007
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Las muchachas de Avignon

Centenario del

cubismo

Autor: Lisandro Otero

En la primavera de 1907 -acaban de cumplirse cien años- Pablo Picasso pintó Las muchachas de Avignon, cuadro con el que se dio inicio al cubismo y a una influyente revolución en las artes plásticas. El pintor tenía veinticinco años. Avignon era una calle de Barcelona, donde existía un conocido burdel, pero era también la vía en la cual Picasso solía comprar sus colores, su papel de dibujo, sus acuarelas, cuando residía en aquella ciudad.

En esos tiempos, Picasso frecuentaba el Museo Etnográfico, en el Trocadero, que luego se llamaría Museo del Hombre, fascinado por las máscaras africanas y polinesias. Muchos de sus conocidos las compraban como disfraces en la tienda de Pére Sauvage, en la Rue de Rennes. Constituyeron un impacto enorme en la pupila del pintor quien, hasta entonces, había recogido en imágenes el universo de acróbatas y artistas de circos miserables, o se había sumergido en la atmósfera sentimental de los azules y rosas, que expresaban más adecuadamente sus emociones.

Originalmente Picasso intentó que la figura central del cuadro fuese un marinero -protagonista frecuente en la vida de los prostíbulos-, rodeado de prostitutas. Esa representación del hombre de mar se encuentra en muchos de los esbozos preparatorios del cuadro. También aparecía un cesto de frutas del cual las mujeres estaban comiendo. En la versión final el marino y las frutas desaparecieron.

Hasta entonces los artistas pintaban lo que veían. A partir de ese cuadro, los pintores pasan a representar lo que conciben. Ya no es lo evidente, reflejo de los sentidos; es lo cerebral lo que cuenta, la intuición perceptiva, la realidad pensada, no el contexto contemplado. Esa es la gran conmoción que desata Picasso, solamente comparable a la convulsión efervescente que creó Cezanne cuando probó que la obra de arte constituye una parte de la naturaleza vista a través de un temperamento.

Como dijo André Malraux, a lo largo del siglo diecinueve la historia había debilitado la imaginación. El afán de trazar de manera perdurable el hecho político o militar (ya sea……..) (…)

(Este artículo se publicó completo en la edición impresa de Punto Final” Nº 646, 24 de agosto, 2007)


 

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