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El lobby feroz y
los 15 chanchitos
Jorge
Schaulsohn finalmente salió con la suya: ser el candidato a alcalde
de la Concertación en Santiago. Previamente había pateado
el tablero de las negociaciones. Al más puro estilo de John Wayne,
desafió a Marcelo Trivelli a un duelo bajo el sol, en el áspero
territorio de las primarias. En un alarde histriónico pocas veces
visto en los finteos preelectorales, le dio incluso un plazo perentorio
de 24 horas para que respondiera a su emplazamiento.
Como era más o menos obvio, no pasó nada y ambos precandidatos
tuvieron que seguir esperando el lento movimiento de las piezas, realizado
por quienes verdaderamente cortaron las porciones de la torta electoral.
La torta tiene dos pisos. El más chiquito, que se reparte ahora,
lleva la cremosa tentación de las municipales, pero el más
grande y sustancioso, contiene todos los ingredientes de las parlamentarias
y la presidencial. Es decir, los dulces más apetecidos. Se requiere
mucha habilidad y sapiencia para repartir bien una torta de semejantes
dimensiones. Sobre todo, cuando los comensales son numerosos y el hambre
intensa.
Santiago es una guinda
Marcelo Trivelli Oyarzún, miembro de la familia Aylwin, ha logrado,
sólo en dos años, transformarse en una de las figuras políticas
con más futuro dentro de la Democracia Cristiana. Lo confirman
todas las encuestas realizadas en los últimos meses. Poco asiduo
a la vida partidaria, distante de la aristocracia dirigente, no siempre
dispuesto a las componendas y arreglines, Trivelli posee un cierto sesgo
de rebeldía que no es bien visto por quienes controlan las principales
máquinas falangistas, y en especial, por el conductor del buque
insignia, el senador Adolfo Zaldívar, presidente del PDC.
Zaldívar ha puesto por delante la recuperación de la votación
histórica del PDC, amenazada en las últimas elecciones por
la UDI y el PPD. Para ello, junto con aceitar los engranajes del partido
para las municipales, ha debido meditar cuidadosamente los pasos a dar
de cara a las parlamentarias y a la presidencial.
Los dos senadores que el PDC tiene en Santiago -Alejandro Foxley y Andrés
Zaldívar- deberán enfrentar una muy complicada reelección,
por lo cual uno de los principales desafíos de la directiva DC
es intentar recuperar para el partido las comunas emblemáticas
de ambas circunscripciones, en particular las que puedan servir de eje
para construir las plataformas electorales de sus dos senadores y, al
mismo tiempo, las bases distritales para sus candidatos a diputados.
Parece claro que para el PDC pueden ser mucho más importantes las
comunas de La Florida, Estación Central, Quinta Normal y Recoleta,
por ejemplo, que la emblemática comuna de Santiago. De allí
el suculento precio puesto a la cabeza de Trivelli, para que el PPD “pague
en oro” su bajada. En cualquier caso, el actual intendente de la
Región Metropolitana ya tiene un capital político que lo
hará una carta casi segura para recuperar las plazas mayores, o
mirar sin temores su ingreso al Parlamento.
Otro aspecto crítico del análisis son las aspiraciones presidenciales
del PDC y de varios de sus más destacados militantes, entre ellos
el mismo Adolfo Zaldívar, Soledad Alvear, Eduardo Frei y Jaime
Ravinet. La carrera por llegar a La Moneda dentro del PDC muestra hoy
en la vanguardia a la canciller Alvear, seguida a varios cuerpos por Frei
y, muy rezagados, Zaldívar y Ravinet. No obstante, todos saben
que un traspié lo da cualquiera, y que el buen manejo de las riendas
y de los espolines, de los tiempos y de las distancias, será clave
en los últimos tramos antes de llegar a la meta, allá por
noviembre o diciembre.
La apuesta
de los castores
El “león” -que le servía de símbolo-
quedó bastante chamuscado después de una serie de incendios
en los cuarteles pepedeístas. Hoy el PPD busca reposicionarse con
un nuevo estilo realizador. Tanto Schaulsohn, que promete ser “el
mejor alcalde de Santiago de los últimos 40 años”,
como el senador Fernando Flores, que propone hacer “atinar a Chile”,
pretenden hacer cosas, mostrar resultados concretos, construir y hacer
pensar a los chilenos. Probablemente elijan la imagen de un castor o de
un oso polar, como el de la Coca Cola, pero está claro que ya no
quieren ser defensores de nadie.
Fernando Flores, más oso que castor, le sacó considerable
ventaja al otro sempiterno candidato presidencial del partido, el actual
ministro de Educación, Sergio Bitar, quien ha debido bajar sus
banderas e intentar lucirse desde las trincheras de la reforma educacional,
desafío no menor para un país que quiere aventurarse en
las ligas mayores del concierto internacional.
Flores y Schaulsohn pueden transformarse en una formidable dupla que haga
reverdecer una nueva primavera para el PPD. El filósofo del lenguaje
y el abogado lobbysta se han dedicado, en la última década,
a ganar la confianza de los empresarios, a levantar puentes con el mundo
globalizado, a reclutar a intelectuales y académicos para erigir
una fuerza neoliberal diferente, una especie de “nueva inteligencia”
de hacedores y emprendedores del sistema.
Ambos candidatos han sido muy exitosos en sus vidas profesionales, y cuentan
con los recursos y contactos necesarios para levantar grandes campañas
y alinear tras de sí a un porcentaje considerable de las dirigencias
del PPD, dispuestas, incluso, a revisar sus tradicionales acuerdos políticos
con el Partido Socialista.
Fernando Flores cuenta con el respaldo del senador Roberto Muñoz
Barra -y podría recibir el de Nelson Avila-, además del
de los diputados Enrique Accorsi, Rodrigo González, Patricio Hales,
Aníbal Pérez, Laura Soto y Esteban Valenzuela. Por otro
lado, mantiene estrechos vínculos con la familia Luksic desde la
época de la Unidad Popular, y ha cultivado muy buenas relaciones
con los magnates locales de la prensa: Agustín Edwards, Alvaro
Saieh y Ricardo Claro. Sabidas son, también, sus estrechas relaciones
con empresarios de América Latina, Estados Unidos y Europa. El
hombre tiene tonelaje y pisa fuerte.
El factor Bachelet
El Partido Socialista, en tanto, sabe que por ahora tiene entre sus filas
a la reina del baile, la ministra Michelle Bachelet, que ha subido como
la espuma en las encuestas, superando ya por varios puntos a la aplicada
Soledad Alvear. Lenta, pero inexorablemente, los dirigentes de la tienda
que preside Gonzalo Martner han reconocido el patrimonio político
que ha acumulado la doctora, optando por ayudarla a tejer las redes de
influencia hacia los grupos sociales que menos la conocen, partiendo por
los empresarios.
En el horizonte, más allá de los ripios encontrados al cierre
de la negociación municipal, los socialistas ven con inquietud
el momento de las grandes decisiones, cuando haya que dirimir al candidato
único de la Concertación en el camino a La Moneda.
Hasta ahora el PDC se ha resistido a asumir la vía de las primarias
o de las encuestas, insistiendo en que ellos tienen la primera opción,
según un implícito supuesto de alternancia en La Moneda
con el eje PS-PPD. De allí, entonces, el esfuerzo de los socialistas
por mantener los equilibrios al interior de la Concertación, sumando
al Partido Radical Socialdemócrata y superando así, entre
los tres, al PDC. Esto les garantizaría un eventual triunfo en
primarias abiertas, si es que ese es el mecanismo para nominar al candidato.
Los resultados de las elecciones municipales tienen, por ello, una importancia
mayor que derrotar a la Alianza por Chile y en lo posible recuperar numerosos
municipios emblemáticos, perdidos en los últimos comicios.
El objetivo principal es ganar las posiciones adecuadas para imponer al
candidato presidencial de sus filas y hoy, en el PS, ella es Michelle
Bachelet. Sin embargo, ¿qué ocurriría si Fernando
Flores logra entrar en los primeros lugares de las encuestas, situándose
a la par de las “chicas super poderosas”?
La Concertación podría tensionarse hasta extremos nunca
antes vistos e incluso, quebrarse, obligando a los partidos que hoy la
integran a levantar sus propias candidaturas en la primera vuelta presidencial.
Ese escenario, que podría ser el más correcto desde el punto
de vista de los electores, no es el que más satisface a las cúpulas
políticas, anhelantes de garantizar el triunfo antes de correr
en las urnas.
El dedo que unge
En este estrecho desfiladero, por donde transitan los candidatos, tiene
una importancia primordial el jefe de la manada, el líder indiscutido
de la cuadrilla, el que por estos días acaba de anotar un 60% de
aprobación en las encuestas, el presidente Ricardo Lagos.
Durante los próximos meses, salvo un cataclismo político,
todo apunta a que el gobierno -y el jefe de Estado en particular- aumentarán
sus bonos entre la ciudadanía, la que asistirá a un verdadero
carnaval de inauguraciones y logros concretos de su administración.
Casi todos los indicadores económicos van en alza, y se vislumbran
nuevos acuerdos comerciales con China e India, los que pueden catapultar
definitivamente a Chile a un nuevo estadio de desarrollo, poniéndose
pantalones largos sin suspensores.
El presidente y sus asesores saben que Michelle Bachelet y Soledad Alvear
deben mantenerse en sus cargos, apegándose rigurosamente a sus
funciones de ministras, con lo cual sólo recibirán los beneficios
del exitoso paraguas gubernamental. La consigna será: “Señoras:
calma, calma y calma”.
Desde la Alianza, en cambio, el griterío será cada vez más
ensordecedor, pidiéndose la salida de ambas mujeres del Gabinete
por el presunto uso de sus cargos para labores proselitistas.
En el intertanto, ambas precandidatas deberán afinar sus personales
proyectos de gobierno, la batería de ideas que aún no dan
a conocer, sus opiniones sobre los más diversos temas que interesan
a los chilenos. Tras las municipales de octubre, será la hora de
la verdad, descenderán de sus cargos y saldrán a las calles
a enfrentar el tramo final. En ese instante, el presidente Lagos indefectiblemente
deberá inclinar su dedo hacia una de ellas.
Los 15 chanchitos
El entusiasmo de muchos militantes del PPD por ser candidatos a alcaldes
o concejales fue bruscamente cercenado por los dirigentes del partido,
que estaban negociando la tan preciada Municipalidad de Santiago. Aproximadamente
15 fueron las comunas donde Víctor Barrueto y sus apostadores decidieron
restarse, guardando las fichas o endosando boletas de garantía
a sus socios del PDC.
La dura apuesta por el triunfo de Jorge Schaulsohn busca transformar a
Santiago en uno de los ejes del nuevo proyecto partidario, el de un partido
realizador, el de los castores. No obstante, el albur podría conducir
a la derrota de la Concertación en Santiago, a la revalorización
de la imagen de Joaquín Lavín y al triunfo de la Alianza
en las próximas presidenciales
MANUEL SALAZAR
Schaulsohn, el obsesivo
Jorge Schaulsohn Brodsky, 51 años, agnóstico, con apellidos
de origen ruso, con un abuelo inglés, y otro que era dueño
de la colchonería Las Siete Cortinas, en calle Independencia. Circuncidado,
pero sin su Bar Mitzva. Casado con la médico Patricia Frenz, una
estadounidense hija de japonesa y con padre cartero. Estuvo en la política
desde que salió de la cuna, cuando su padre, Jacobo, prohombre
del Partido Radical, era destacado parlamentario. Tiene tres hermanas:
Patricia, Nora y Rosa.
Fue presidente del Centro de Alumnos del Liceo Lastarria y vocal de la
Feses en 1969. En 1970, a los 18 años, se transformó en
el integrante más joven del CEN radical, que dio su apoyo a la
candidatura de Salvador Allende.
También fue dirigente de la Juventud Radical Revolucionaria, la
JRR.
En 1973 emigró a EE.UU., ingresó a un college y luego hizo
un master en estudios internacionales. En 1980 obtuvo el título
de abogado en la Universidad de Nueva York.
Regresó a Chile ese mismo año y volvió al PR. Presidió
una de las asambleas, luego a los profesionales y técnicos y más
tarde, en la convención de junio de 1987, fue electo miembro del
CEN con la más alta mayoría.
Poco después renunció al cargo y se alejó de las
dos orgánicas radicales, para ingresar al naciente PPD. Fue citado
al Tribunal Supremo radical y acusado de violentar la disciplina del partido
por haberse sumado al nuevo referente.
Decidió no presentarse y envió una nota donde afirmaba no
sentirse representado por la fracción de Enrique Silva Cimma y
que por ello, “no tiene sentido responder cargos ante ese Tribunal”.
Luego fue diputado por el distrito de Santiago, durante dos períodos.
En seguida, abandonó la política. Se dedicó a labores
privadas como abogado, asesor y lobbysta.
Le gusta la literatura estadounidense, en especial Sinclair Lewis y otros
narradores de los 30 y 40. Admira a Walt Whitman y lo cita a menudo: “Porque
soy hombre, soy un gigante y estoy lleno de contradicciones…”
Se reconoce como excesivamente besuqueador y muy celoso.
En la cocina, es experto en el pollo al ajillo, la tortilla de papas a
la española, los tallarines con salsa de almejas y las escalopas
de ternera con tomate y queso. Bebe buenos vinos tintos
(Revista “Punto Final”, edición N^566, 30 de abril,
2004)
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