Documento sin título
|
Mi vida con Coloane
EN su casa en Santiago, 1990.
Eliana Rojas Sánchez (Santiago, 1918), ha publicado sus memorias bajo el título Una vejez añosa (Editorial Navegación e Ideas). De profesión asistente social, estuvo casada durante sesenta años con el escritor Francisco Coloane (fallecido en 2002). Activa luchadora social militante del Partido Comunista, Eliana Rojas a los dieciséis años intentó alistarse entre quienes viajaban a España para apoyar a la República, lo que significó que su madre la enviara a Estados Unidos donde continuó sus estudios. Aquel viaje fue inicio de muchas travesías por el mundo que fueron relevantes en su formación y compromiso con la lucha de los más desposeídos.
¿Qué la motivó a escribir sus memorias?
“Primero, quiero agradecer a Punto Final que me haga esta entrevista. Acabo de recuperarme de un pequeño accidente propio de la vejez, y hablar sobre estos temas me ayuda. Empecé a pensar en lo que estuve ocupada en esta larga vida. Eso me indujo a tomar un lápiz para recordar cosas. Por lo general la gente se olvida de lo que ha hecho. Al escribirlo, uno se da cuenta de lo que estuvo haciendo y nace la inquietud de transmitir algo útil. En mi trabajo, todo tenía un fondo social. Vivía en las comunas sirviendo a la gente que necesitaba apoyo. En China trabajé como traductora del inglés para sacar una publicación mensual en castellano de contenido social y cultural. Esto cuando China era acosada por Occidente. Tengo 98 años y bien pasados los 80 todavía pude hacer cosas interesantes. Después uno va cediendo al tiempo. Son tantos años…”.
Estuvo casada sesenta años con el escritor Francisco Coloane. ¿Cómo ha sido su vida tras su muerte?
“La ausencia de un ser puede ser un estímulo y no una pesadilla. Me sirvió para meterme en lo que Francisco dejó escrito. Me dediqué a organizar sus textos. Revisando descubrí material que podía sumarse a su obra. Pensé en rescatar sus relatos repartidos en cuadernos escolares, libretas de apuntes; en conjunto podrían ser varios cientos, en impecable escritura a mano. Ordené el material, lo puse en el computador y trabajé sobre lo que parecía publicable. Así surgieron Antártico, un volumen de cuentos inéditos; Naufragios, una recopilación de narraciones sobre los hundimientos de naves en el extremo sur; Galápagos, crónicas de su viaje a esas islas frente al Ecuador; La última carta, un epistolario de nuestra larga relación; Papeles recortados, crónicas de viaje sobre China. Y hay más en camino”.
China tiene un lugar especial en sus recuerdos. ¿Cómo la marcó esa experiencia?
“Estuve en China más de dos años, entre 1962 y 1964. La sabiduría de su pueblo, en medio de sus carencias históricas, transmitía una cultura antigua. El comerciante, el empleado público, el campesino, el obrero, exhibían civilización. Viniendo de un país mediocre, eso llamaba la atención.
Se habla hoy de la economía de China como resultado del libre mercado, desdeñando la obra del socialismo en un punto central: la alfabetización y la educación. El verdadero salto de China ocurre entre los años 50 y 70 con la educación y en eso, tanto el Partido Comunista de China como el Estado jugaron un papel visionario reflejado en el nivel de organización. Eso permitió la autosuficiencia alimentaria y el desarrollo industrial de hoy. A comienzos de los 60 no aventurábamos un juicio sobre el devenir de China en el capitalismo devastador de hoy, concentrador de riqueza y creador de desigualdades grotescas. En 1964, aparecen los albores de la revolución cultural, un fenómeno poco estudiado y tergiversado, haciéndolo aparecer tanto en China como en sectores de Occidente como del peor oscurantismo y retraso de la idea del socialismo. En esa revolución cultural se detectó precozmente el camino de China hacia el capitalismo que observamos hoy y la ausencia de un verdadero debate abierto con las masas”.
Usted ejerció como asistente social en comunas de escasos recursos de Chile. ¿Cómo fueron aquellos años?
“Lo primero que empecé a hacer como asistente social fue trabajar con prostitutas. Tenía poco más de veinte años y me daba cuenta del sentir de ellas. Mi madre estaba preocupada porque pensaba que era peligroso trabajar en ese mundo. Como asistente social participé en uno de los primeros programas de control sanitario a la prostitución y posteriormente, en una investigación sobre el problema del aborto clandestino. Conocí de cerca las duras condiciones de vida de las mujeres pobres y la realidad de la prostitución y del aborto. Me invitó un médico -el doctor Bahamonde-, para trabajar con él en la Dirección General de Sanidad. Asumí el trabajo de las encuestas sociales y entre mis obligaciones tuve que conocer los prostíbulos de la ciudad. Viví la frustración por la falta de recursos y limitadas soluciones para resolver el abandono del que eran objeto esas mujeres”.
En su opinión, ¿qué falta en Chile para que exista verdadera justicia social?
“Con el actual sistema económico no habrá progreso, porque los capitales están en poder de personas que no están interesadas en el bienestar de la población. Además los de Izquierda se han dado vuelta la chaqueta casi todos, ahora forman parte del sistema. Así no es posible hacer contrapeso a ese dominio del capital. El capitalismo tiene al planeta en el estado en que está hoy”.
Dice que sigue siendo comunista pero hace diez años dejó la militancia, ¿qué pasó?
“Mi militancia data de los años 40 y coincide con mi trabajo en las poblaciones. Al dejar la militancia pensé que las cosas no estaban muy claras sobre el futuro y sobre la convicción por el socialismo, era mejor quedarse en suspenso”.
¿Qué recuerdos permanecen de la Unidad Popular, de los años de dictadura, de los amigos que partieron?
“El odioso golpe de 1973 destruyó a las familias de la mayoría de los chilenos, especialmente a la gente de Izquierda y a la que en ese tiempo eran para mí verdaderos progresistas e idealistas. Durante el gobierno de la Unidad Popular no había esa avidez por el dinero y el poder que hay ahora y sí había una Izquierda más solidaria”.
¿Alguna anécdota junto a Coloane?
“Fue en la celebración del cumpleaños de madame Sun Yat-sen, vicepresidenta de China, un ser extraordinario. Era también jefa del departamento de ediciones en lenguas extranjeras. En la ceremonia, terminados los discursos, el primer ministro Chou En-lai cerró el acto con un brindis y luego se escuchó a la orquesta. El primer ministro bailó con madame Sun Yat-sen. Acto seguido, se acerca a mí y alarga su brazo para que lo acompañe a bailar. Fue una sorpresa mayúscula. Me excusé diciendo no sabía bailar. Todavía recuerdo la molestia de Francisco. ¡Cómo negarse a bailar con el legendario Chou En -lai! Tal es mi timidez y miedo al ridículo, que no tuve alternativa.
Sobre Chile, ¿qué espera a futuro?
“El futuro de Chile está capturado por el capital privado y las compañías transnacionales. Si Piñera volviera a ser presidente sería el retroceso más grande. Una sobrina que conoce al senador Guillier, piensa que es una persona sobria y sencilla. Veremos qué sucede. Hoy cualquiera puede salir presidente. El futuro de Chile se puede deducir en una frase del jefe del comando de Lagos, cuando éste renunció a su candidatura. Lo dijo como chiste: ‘Estoy buscando pega’”
ALEJANDRO LAVQUEN
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 876, 26 de mayo 2017).
revistapuntofinal@movistar.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org
¡¡Suscríbase a PF!!
|
Punto Final
|