Punto Final, Nº826 – Desde el 17 hasta el 30 de abril de 2015.
Documento sin título
Buscar
Ultimo Editorial

Homenaje

Carta al director
Ediciones Anteriores.
En Quioscos
Archivo Histórico
Acto Miguel Enríquez

Regalo

Un continente en rebeldía



Los mandatarios latinoamericanos aprovecharon en Panamá la presencia de su par norteamericano, Barack Obama, para increparlo por la política de su gobierno hacia los países de la región. El presidente boliviano, Evo Morales, por ejemplo, responsabilizó a Washington de que esta VII Cumbre de las Américas haya concluido sin una declaración. “Lamento mucho denunciar al mundo que no es posible que el gobierno de Estados Unidos, con algún otro país, deje a este encuentro sin un documento, sin una resolución”, dejó en claro Evo Morales. El “otro país” fue Canadá, mientras los 33 países latinoamericanos y caribeños se pronunciaron por una declaración que rechazaba las amenazas contra Venezuela.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y sus pares boliviano y ecuatoriano, Evo Morales y Rafael Correa, hicieron hincapié en las sanciones impuestas a Venezuela y en la injerencia que Estados Unidos ejerce sobre la región. La presidenta argentina, Cristina Fernández, también criticó el decreto estadounidense del 3 de marzo que declaró a Venezuela una “amenaza” para la primera potencia mundial. Poco antes de la cumbre, Estados Unidos procuró aflojar la tensión creada por el decreto de Obama que señala que “Venezuela constituye un peligro para la seguridad de Estados Unidos”. Thomas Shannon, delegado de Obama, se reunió en Caracas con el presidente de Venezuela al que aseguró que “Estados Unidos no cree que Venezuela represente una amenaza a la seguridad nacional norteamericana”, negando lo sustancial del mencionado decreto. La firmeza con la que respondieron los pueblos y varios gobiernos de Nuestra América y las trece millones de firmas de venezolanos pidiendo la anulación de dicho decreto, motivaron ese “retroceso táctico” -posiblemente circunstancial- de la diplomacia norteamericana.
“No queremos más doctrinas Bush. Deje de lado los discursos de doble moral. Deje de lado las amenazas, los chantajes, las presiones que se ciernen desde el Capitolio o la Casa Blanca sobre nuestros gobiernos”, exigió Morales a Obama en su discurso. Rafael Correa celebró la presencia de Cuba en el foro y las negociaciones de acercamiento diplomático de ese país con Estados Unidos. Sin embargo, también reparó que “aún está pendiente el inhumano bloqueo comercial a Cuba y la devolución del territorio de Guantánamo”, enfatizó.

DUELO POSTERGADO POR MAS 56 AÑOS
Una foto sintetiza la carga histórica del momento. Raúl Castro y Barack Obama están sentados, con una pequeña mesa en medio. El formato es el mismo que tienen los encuentros de jefes de Estado en la Casa Blanca. Según el reloj, son las 14:45 en Panamá. Y ambos charlarán, con pocos testigos, por 90 minutos, lo que dura un partido de fútbol.
Lo precisa Raúl Castro: “Estamos dispuestos a discutir todo. Pero para avanzar vamos a necesitar paciencia, mucha paciencia. De algunas cosas podremos persuadirnos. De otras no”. Pero en las noticias no figura el esperado anuncio de que Obama pedirá a los legisladores que cuando revisen la lista de países que, según ellos, patrocinan el terrorismo, borren el nombre de Cuba.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, dijo que ambos jefes de Estado entienden el proceso de normalización plena de relaciones en dos etapas. La primera comprende la exclusión de Cuba de la lista de naciones que amparan el terrorismo, según Washington, y la normalización de los servicios bancarios de la oficina de intereses de Cuba en EE.UU., bloqueados desde el año pasado.
La segunda etapa abordará el levantamiento del bloqueo comercial, la apertura de embajadas, el cierre de la base militar de Guantánamo, y medidas concretas para que EE.UU. deje de promover cambios en la vida política de Cuba. El canciller aseguró que habrá una segunda ronda de negociaciones “pronto, muy pronto”.
En la Cumbre de Panamá, Obama explicó sus razones para normalizar las relaciones con Cuba. Dijo: “La guerra fría terminó hace mucho tiempo y a mi gobierno no le interesa continuar batallas que empezaron mucho tiempo antes de que yo naciera”. Pero Raúl Castro, 30 años mayor, decidió dar una lección al estadounidense, mediante un repaso a las intervenciones de EE.UU. en América Latina: la historia que Obama prefería no revisar.
Raúl Castro leyó el memorándum secreto de un subsecretario de Estado, Lester Mallory, en 1960, desclasificado décadas después y que dice: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro, no hay oposición política efectiva, el único medio previsible para restarle apoyo interno es sembrando el desencanto y el desaliento, debilitando la vida económica, privando al país de dinero y alimentos para provocar hambre, desesperación y derrocar al gobierno”. Y avanzó al momento en el que el presidente John F. Kennedy envió un mensaje a Fidel Castro buscando iniciar un diálogo “como usted -dirigiéndose a Obama- está tratando de hacer”. Ese mismo día, 22 de noviembre de 1963, Kennedy fue asesinado. Y no hubo más acercamientos entre los dos Estados. Hasta ahora.
Raúl Castro hizo duros reproches a la historia del intervencionismo yanqui, aunque al final reconoció que de eso Barack Obama no tiene responsabilidad alguna: “Después de decir cosas tan duras de su sistema, le pido disculpas. Obama es un hombre honesto. Pienso que su forma de ser se debe a su origen humilde”, dijo el presidente cubano. Antes había expresado su reconocimiento al mandatario por su decisión de involucrarse en un debate con el Congreso para poner fin al bloqueo a Cuba. Pero cuando casi todos estaban distendidos, Raúl Castro arremetió: “¡Porque ahora resulta que los terroristas somos los que ponemos los muertos!”, exclamó. Sumó: 3 mil 428 civiles cubanos muertos en operativos contrarrevolucionarios en la isla, financiados por EE.UU., “algunos de estos actos provocados por algunos que estuvieron por aquí en estos días, como Félix Rodríguez, el que se llevó las manos del cuerpo del Che para que la CIA pudiera identificar sus huellas digitales”.
Castro hablaba de dos conocidos miembros de organizaciones contrarrevolucionarias, los terroristas Rodríguez y Luis Carlos García, alias Antúnez, que junto con grupos de “gusanos” cubanos y “escuálidos” venezolanos asistieron al Foro Social en Panamá, un espacio paralelo a la Cumbre, organizado por EE.UU. para contrarrestar a los movimientos sociales latinoamericanos.
El presidente cubano fue enfático al expresar una calurosa solidaridad con Venezuela que está sufriendo la misma experiencia “que vivimos nosotros”, dijo Raúl Castro.

LA GUERRA POR TODOS LOS MEDIOS
La Cumbre de Panamá ha sido expresión de la nueva dinámica geopolítica regional; también los medios, convertidos en una suerte de otro escenario de guerra, se convirtieron en herramientas de la guerra cultural y política. Por un lado el bloque “progresista” silenciado y disminuido mediáticamente, y por el otro, la sobredosis informativa proveniente del hegemónico bloque del “oficialismo”. La cobertura de las llamadas cumbres empresarial y de los pueblos respondió a esta batalla. La empresarial gozó del favoritismo y atención del bloque mediático hegemónico, con la activa participación del aparato oficial español (incluyendo la agencia Efe), generando en la opinión pública esa sensación de no estar informada a pesar de tantos medios. En cambio la Cumbre de los Pueblos, Sindical y de los Movimientos Sociales de Nuestra América se vio sometida a una descarada desinformación, expresión abierta del desprecio por los pueblos.

DERECHOS HUMANOS
El tema del respeto a los derechos humanos enfrentó a los presidentes de Ecuador y EE.UU. Rafael Correa reivindicó el respeto a esos derechos en su país, y utilizó ejemplos de la historia de Estados Unidos para referirse a la instalación de los sistemas de tolerancia a las garantías de las personas en el mundo. Aseguró que nuestros pueblos nunca más aceptarán la tutela, injerencia e intervención de potencias extranjeras, porque su memoria está flagelada por hechos del pasado. Aseguró que en el continente continúan formas ilegales de intervencionismo imperialistas. Afirmó que si antes las intervenciones se justificaban, argumentando la lucha contra el comunismo, ahora se fundamentan en el tema de los derechos humanos. Recordó cómo en la segunda mitad del siglo pasado Estados Unidos apoyó a las dictaduras militares, pero hoy su actitud de intervención tiene como argumento los derechos humanos, y criticó la orden ejecutiva de Obama contra Venezuela, porque viola flagrantemente el derecho internacional y la Carta de la OEA.
En respuesta, y con la ideología de quien dice no tenerla, Obama ironizó respecto a las referencias a las garantías individuales: “Me encantan las clases de historia que recibo aquí, y conozco varios de estos episodios que se han mencionado. Soy el primero en reconocer que la aplicación de los derechos humanos en Estados Unidos no siempre es congruente y consistente, y estoy consciente de que hay capítulos oscuros en nuestra historia en los que no hemos observado y sí incumplido con los principios e ideales”, admitió.

EE.UU. ¿LA EXCUSA?
Obama aseguró que existe apertura al cambio en las relaciones con América Latina y el Caribe: “Podemos pasar mucho tiempo hablando de agravios e injusticias pasadas y usar a EE.UU. como una gran excusa cómoda para los problemas políticos continentales. Sin embargo, eso no es lo que aporta progreso ni va a resolver el problema de los niños analfabetos que no tienen suficiente comida y no hará que nuestros países sean más aptos y competitivos en una economía global”.
Ya Correa había arremetido contra las elites latinoamericanas incapaces de comprender que los derechos fundamentales son para todos. Al defender la necesidad de seguir construyendo la paz, recordó que ésta no es sólo ausencia de guerra, la opulencia de unos pocos al lado de la intolerable pobreza de las mayorías es una amenaza que persiste.
“Si nos dicen dictaduras es porque no pueden someter nuestros gobiernos a sus intereses y caprichos”, aclaró. “Esos grupos aseguran que en algunos países no existe la libertad de prensa y lo hacen cuando sus medios de comunicación ya no tienen impunidad para manipular la verdad y se desenmascaran sus mentiras: aquellos que están en manos privadas con fines de lucro. Una buena prensa es vital para una verdadera democracia”, dijo Correa.
Cristina Fernández alertó contra los “golpes suaves” que se traman contra los gobiernos populares, en los que se utilizan medios de comunicación, acusaciones falsas y conspiraciones con la participación de ONGs que nadie sabe quién financia, aunque se puede deducir quiénes las dirigen. Esos grupos trabajan para desestabilizar a los gobiernos que más hacen por el desarrollo social; en cambio, no enfrentan a gobiernos que impulsan políticas neoliberales que son las que más pobreza generan, concluyó la presidenta argentina.

DESPRECIO AL PATIO TRASERO
Barack Obama tocó otros temas, como la responsabilidad que cabe a EE.UU. en reducir el flujo de armas y la demanda de drogas en el mundo. Para Obama, su país está cumpliendo con el llamado a liberarse de los viejos resentimientos que a menudo nos atrapaban en el pasado.
Más tarde la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, refutó a Obama respecto a que su país mira al futuro y no se queda atrapado en argumentaciones teóricas. “No nos confundamos; yo sé que al presidente Barack Obama no le gusta mucho la historia, a mí me ayuda a comprender lo que pasa, lo que pasó y, fundamentalmente, a prevenir lo que puede pasar”.
Resulta ridículo que EE.UU. y el Reino Unido, dos potencias mundiales, consideren a Venezuela y Argentina como amenazas, dijo enérgica la presidenta argentina. También resaltó la presencia de Cuba en la Cumbre: “Está hoy aquí porque su pueblo luchó y resistió por más de 50 años con enorme dignidad, pese a grandes sufrimientos, y porque tuvo líderes que nunca traicionaron su causa”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, mesurado, rechazó el decreto de Obama que promueve sanciones contra funcionarios bolivarianos y que declaró al país como una amenaza contra la seguridad de EE.UU., e invitó a su par estadounidense al diálogo “porque de lo contrario entenderíamos que el presidente demócrata trata con desprecio a Venezuela”. Maduro reclamó que Estados Unidos derogue el decreto ejecutivo y tome medidas para detener las conspiraciones antivenezolanas planificadas desde Miami y Nueva York. “Tenemos videos -dijo Maduro- de los planes para matarme y dar un golpe de Estado que se encontraron en la embajada de Estados Unidos en Venezuela; esto es inconcebible, presidente Obama”, enfatizó. Para Maduro, Obama “ha cometido una agresión” con su decreto aunque dejó en claro que el actual mandatario norteamericano no es como su antecesor, George W. Bush.
Maduro juzgó que no es suficiente que Obama asegure que no considera una amenaza a Venezuela. Lo que debe hacer es derogar su decreto “amenazante”, que calificó de “irracional e irrespetuoso”. Maduro, que acompañó más de 13 millones de firmas que rechazan el decreto norteamericano, recordó que esa posición fue compartida por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Los venezolanos, puntualizó, “no somos antiestadounidenses, sino antiimperialistas”.
Por su parte, el mandatario boliviano, Evo Morales, dijo que consideraba a Estados Unidos el “primer promotor del mundo” de golpes militares. Lamentó que Washington “siga viendo a la región como su patio trasero” y afirmó que la población estadounidense desea la paz en la región. “La región ha cambiado para siempre. Ya no se pueden imponer dictaduras militares. Hemos dejado de ser la región obediente, disciplinada, doblegada y sumisa. Hoy tenemos un continente en rebeldía”, remarcó Evo Morales. Advirtió que Estados Unidos tiene una postura para con América Latina y el Caribe que es de “desprecio y superioridad”. El presidente boliviano ironizó sobre la expulsión de personal diplomático en 2008. “¿Qué ha hecho Bolivia para merecer el castigo imperial? No hemos hecho nada que no sea pelear por nuestra independencia. Nunca nos armamos para afectar su seguridad ni intervenimos en cuestiones internas de EE.UU. ¿Por qué nos tratan como enemigos?”, preguntó Morales a Obama.
Mientras, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, aseguró que en la negociación con las FARC “nunca habíamos llegado tan cerca del fin de nuestro largo conflicto y obtener la paz”. Afirmó que se ha avanzado en acuerdos de fondo: “Nos falta aún terminar con un conflicto armado anacrónico que nos ha desangrado por más de medio siglo”, dijo Santos. Puntualizó que los derechos de las víctimas tienen que respetarse para dar seguridad jurídica y garantizar que una paz sea estable y duradera. “Si nos ponemos de acuerdo sobre este principio fundamental, inevitablemente llegaremos a puerto seguro. Para ello, Colombia necesita el respaldo y confianza de la comunidad internacional, para lograr, ojalá este año, un acuerdo que silencie definitivamente los fusiles y termine nuestro conflicto interno”.

ESTADOS UNIDOS PERDIÓ EL CONTROL
Como colofón queda en claro que Washington ya no marca la agenda latinoamericana y caribeña, aunque todavía puede condicionarla. Por suerte ya no somos los de hace 21 años, cuando en diciembre de 1994 el presidente Bill Clinton anunciaba, en la Primera Cumbre de las Américas, que todos los países del continente debíamos integrarnos al Alca…
Hace dos décadas, aprovechando el colapso del modelo del socialismo soviético, EE.UU. comenzó a imponer en su patio trasero la hegemonía del libre mercado -bajo su único liderazgo-, como único modelo posible y en un camino irreversible. El modelo incluía la sujeción económica, política y militar. En 1994, Clinton ordenó una revisión de los centros de inteligencia, control y comandancia involucrados en operaciones antinarcotráfico y estableció tres Fuerzas de Tarea Conjuntas.
Pero comenzaron los cambios latinoamericanos con el presidente venezolano Hugo Chávez actuando como locomotora de la integración regional. En 2001, él dejaba constancia en la declaración final de la Cumbre de Québec que se oponía al Alca. Y en todo el mundo occidental comenzaron a crecer las manifestaciones antiglobalización. En 2005, en Mar del Plata, se produjo el rotundo rechazo al Alca, de la mano de Chávez, Lula y Kirchner.
Quizá después de esta VII Cumbre se podrá medir cuánto se ha avanzado en la integración política de los países latinoamericanos y del Caribe, y en qué medida la región se ha zafado de la subordinación al polo de poder que representa EE.UU., en la perspectiva de un esquema nuevo de cooperación basado en la independencia, la soberanía nacional y regional y la multipolaridad.
Sin dudas, las modificaciones que se han producido a lo largo de una década son notables, desde que la propuesta del Alca fue derrotada en Mar de Plata. Se han creado diversos mecanismos de integración, como Unasur, la Celac y la Alba. Finalmente, Washington ha esbozado la modificación de su anterior conducta y aceptado la presencia de Cuba en la Cumbre de las Américas. Son pasos progresivos de los que surgirá un sistema de relaciones, convivencia y colaboración distinto, aun cuando, como en todo proceso de cambio, las tensiones continúan. Una porción muy influyente de la clase dirigente estadounidense no termina de admitir que el mundo ha cambiado y que su país debe abrirse a nuevas realidades. Ese núcleo poderoso considera a la región como un protectorado cuyas población y territorio deben estar bajo el mandato y jurisdicción estadounidenses. Esta creencia constituye la base de las amenazantes decisiones contra Venezuela y como aquellas que amparan los “fondos buitres” en su conspiración contra la soberanía de Argentina.

Aram Aharonian


(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 826, 17 de abril, 2015)

revistapuntofinal@movistar.cl
www.puntofinal.la
www.pf-memoriahistorica.org
¡¡Suscríbase a PF!!

 

 

Punto Final
Translation

Google Translate

En esta edición

Contra el gremio de la política

¿Y dónde está el piloto?

Felipe González: deshonra de un político

El Parlamento en las garras de Soquimich

Estado de la economía chilena

En edición impresa

Eduardo de América (Lapobre)

El PS en la era neoliberal

Un continente en rebeldía

Eterno castigo del silencio

“Reforma laboral es pro empresarial”

Los hijos tarambanas

Visita