Punto Final, Nº768 – Desde el 12 al 25 de octubre de 2012.
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Oscar Hahn Garcés (74 años), ganador del Premio Nacional de Literatura 2012, es uno de los poetas más destacados del país. Su trabajo ha sido traducido a diversos idiomas y publicado por prestigiosas editoriales. Nació en Iquique en 1938, estudió pedagogía en castellano en la Universidad de Chile y pertenece a una generación que entregó significativos poetas a las letras nacionales. En el contexto de la próxima Feria Internacional del Libro de Santiago serán presentados sus poemas completos. Sobre el premio, su poesía y la contingencia nacional, el poeta conversó con Punto Final.
¿En qué momento de su vida y carrera literaria recibe este premio?
“Algunas personas piensan que este premio tendría que haberlo ganado mucho antes. Agradezco el gesto, pero pienso que me llegó en el momento preciso. Ahora me siento cómodo con él, porque ya he podido configurar una obra más redonda, por así decirlo. LOM Ediciones va a publicar mis poesías completas y serán presentadas en la Feria del Libro. En esas páginas el lector podrá entender más claramente lo que quiero decir. En cuanto a mi vida, siento que este año gané otro premio: se llama Mónica y es mi pareja”.
¿Cuál diría que es el eje central sobre el que se desarrolla su obra? Se lo pregunto desde el punto de vista temático y de estilo.
“Prefiero repetir simplemente lo que dicen los críticos. Que los temas centrales de mi poesía son dos: el amor y la muerte, pero que se expresan con muchas variantes. Por ejemplo, en el caso de la muerte, está vista como experiencia individual, pero también como experiencia colectiva a través de la guerra nuclear. En cuanto al lenguaje, dicen que he ido de un discurso a veces medieval, a veces barroco, a una expresión más simple y coloquial. También dicen que en mi poesía confluyen las más variadas y opuestas tendencias literarias. Esta confluencia es lo que yo llamo pluralismo poético”.
Respecto al premio, ¿cuál es el valor que usted le otorga?
“Todos los seres humanos aprecian que su trabajo sea reconocido. En el caso específico de este premio, es el reconocimiento que la nación da a los chilenos de las diversas áreas culturales. Ser premiado en el país donde uno nació, es muy gratificante”.
¿Cuál es su relación con la comunidad literaria chilena, cómo interactúa con sus integrantes?
“La verdad es que yo soy una persona muy poco sociable. Soy amigo cercano de tres o cuatro escritores y nada más. En la vida diaria mis amigos son los conserjes del edificio donde vivo, los taxistas del paradero que está en la esquina y mi nana. Fue muy emocionante verlos a ellos saltando y gritando cuando supieron la noticia del premio. En un lugar especial tendría que agregar a Mónica, a mis tres hijos y a mi hermano Renato. Y eso es todo. Más que suficiente para mí”.
¿Qué le parecen las propuestas poéticas surgidas en los últimos años en el país?
“No estoy familiarizado con esas propuestas. Si ya hubieran adquirido un peso real, me habría enterado. En todo caso, quizás es algo prematuro para pronunciarse, ya que estamos hablando de ‘los últimos años’. Esperemos a ver qué pasa”.
A los ganadores del Premio Nacional les corresponde integrar el jurado del premio venidero. Efraín Barquero e Isabel Allende, ganadores anteriores, desistieron de hacerlo... ¿Usted se integrará al jurado que entregará el premio del año 2014?
“Bueno, aquí surge otra de las cosas absurdas del Premio: los poetas tienen que votar por narradores y los narradores por poetas. Si me incorporo al jurado del año 2014 me tocaría decidir por algún narrador, a menos que de aquí a entonces haya algún cambio en la ley. Pero en fin, si tengo que estar, estaré”.
¿Cómo ha sido su reencuentro con Chile? Considerando que el Chile que dejó en 1973 ha cambiado radicalmente y la dictadura incluso censuró uno de sus libros…
“Viví 38 años en Estados Unidos, desde que salí al exilio. Es muchísimo tiempo para cualquiera persona, así que regresar no ha sido fácil. Además, yo no era de Santiago. Cuando me tomaron preso y tuve que irme del país, residía en Arica, y antes siempre viví en provincia. Entonces en la capital me he sentido como un extraño. Pero poco a poco me he ido acostumbrando. Ahora, hablando en términos generales, ningún país sufre 17 años de dictadura sin que la siquis nacional quede afectada radicalmente. Se dice que la dictadura mejoró la economía, pero la mejoró para los aprovechadores de siempre y la empeoró para la mayoría. En cuanto a la censura de Mal de amor, bueno, el dictador está donde está y mi libro se sigue reeditando”.
Sin ser catalogado como un poeta político usted siempre ha defendido los derechos humanos y la democracia, y lo ha expresado en algunos poemas. ¿Cómo percibe el avance de la democracia en el país?
“Más allá de los partidos políticos, siempre pensé que uno debía actuar sobre la base de principios de ética social. Eso lo tuve claro desde muy joven: la defensa de los derechos humanos, el rechazo de la desigualdad, el respeto a las minorías de todo tipo, y la lucha contra el afán de lucro y la codicia, por nombrar algunas cosas. Ahora el lucro y la codicia están emponzoñando a la sociedad. Que la educación y la salud hayan terminado siendo simples mercancías que se transan al mejor postor, me parece una aberración. Democracia sí, ¿quién podrían oponerse?, pero la democracia es mucho más que el derecho a ir a las urnas cada cierto tiempo. Quiero pensar que, de un modo u otro, todas estas preocupaciones aparecen en mi poesía”.
Como profesor, ¿qué opinión le merece el movimiento estudiantil?
“En mi biografía hay algo que muy pocas personas saben. A principios de los años sesenta fui dirigente estudiantil y me correspondió dirigir la primera toma del Instituto Pedagógico. Con los años me he convencido de que las tomas son un error estratégico y una contradicción con los principios que uno está defendiendo. No podemos forzar a que los demás compañeros dejen de estudiar, y más encima contribuir a dañar los establecimientos que son fundamentales para aquello por lo cual estamos luchando: una educación mejor. En cambio apoyo decididamente las marchas y los principios que las mueven. No nos engañemos. Sin la presión decidida de los estudiantes, los cambios que han ocurrido últimamente no se habrían producido”.
¿Apoya una rebaja del IVA en los libros?
“Absolutamente. Si el fomento de la lectura es tan importante como dicen, nadie puede crear hábitos de lectura con los precios exorbitantes que tienen los libros. Este es un país en que tranquilamente se les perdonan millones y millones en multas e intereses a algunas empresas y sin embargo, se pone el grito en el cielo cuando se habla de rebajar o eliminar el IVA a los libros”.

Alejandro Lavquen

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 768, 12 de octubre, 2012)

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