Punto Final, Nº 738 – Edición desde el 22 de julio al 4 de agosto de 2011.
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Torniquetes, enroques,
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AUTOR: Manuel Salazar Salvo

Los cambios realizados por el presidente Sebastián Piñera en su gabinete tuvieron como principal beneficiado al partido Unión Demócrata Independiente (UDI) eje principal de la Alianza por Chile, que venía reclamando mayor participación en el gobierno, sobre todo cuando empiezan a aproximarse las elecciones municipales del próximo año.
La incorporación del senador Pablo Longueira a la cartera de Economía, Fomento y Turismo, junto con el nombramiento de Joaquín Lavín como nuevo titular del Ministerio de Planificación (Mideplan) le permitirán a la UDI repotenciar su trabajo en los sectores populares y, sobre todo, entre los afectados por el terremoto de febrero de 2010. El nuevo tándem conformado por Lavín y Longueira -que podríamos llamar “la dupla Lalón”- será visto muy pronto recorriendo las regiones y sectores poblacionales más deprimidos, en una vasta ofensiva para incorporarlos como base de apoyo fundamental en los comicios municipales, parlamentarios y presidenciales previstos para 2012 y 2013. Longueira, principal articulador de las redes populares de la UDI, sabe perfectamente que un segundo gobierno consecutivo de la derecha no es posible sin apoyo electoral de los más pobres, aquellos que ven en las políticas asistenciales del gobierno casi la única manera de superar sus carencias y que están dispuestos a entregar su voto a cambio de ello.
Piñera se vio forzado a sacar a Lavín del centro de la tormenta estudiantil e instalarlo en un ministerio cuya tranquilidad -con excepción del tema mapuche- le permitirá preparar con calma y tiempo su plataforma para postularse a La Moneda.
A cambio del potenciamiento de la UDI, el mandatario consiguió ponerle un torniquete a la decaída popularidad del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, a quien muchos en el oficialismo consideran con serias carencias de experiencia y talento para desempeñarse como jefe de gabinete. Esos críticos coinciden en que el aludido habría sido un muy eficiente subsecretario del Interior, preocupado sólo del orden y la seguridad pública, y no más que eso.
En los días previos al cambio de ministros, a través de diversos medios de prensa, varios columnistas cercanos a La Moneda argumentaron a favor de la permanencia de Hinzpeter, apelando a su lealtad, su probidad y cercanía con el jefe de Estado, supuestos requisitos básicos para desempeñar esa cartera. Lo cierto, al final de este episodio, es que el mandatario optó por mantener a Hinzpeter y apuntalarlo en su cargo con la incorporación de uno de sus primos favoritos, el senador de la UDI Andrés Pío Chadwick Piñera, que asumió como nuevo ministro secretario general de Gobierno, en reemplazo de la muy aplicada pero intrascendente Ena von Baer.
Chadwick, abogado y parlamentario durante dos décadas, llega a La Moneda pisando fuerte y, a diferencia de su antecesora, cumplirá un papel protagónico en la conducción política de La Moneda. No sólo asumirá el liderazgo de las comunicaciones en forma global -a diferencia de Von Baer que era una simple vocera- sino que también apoyará el trabajo de Hinzpeter y, en especial, el del titular de la Secretaría General de la Presidencia, el ministro Cristián Larroulet.
El resto de los cambios y enroques son artilugios cosméticos y en ningún caso una respuesta seria y verdadera a las crecientes demandas de cada vez más amplios sectores sociales que piden cambios de fondo al modelo de desarrollo económico, social e institucional imperante.

El oráculo del presidente

La periodista Fernanda Otero, hija del ex senador y ex embajador de Chile en Argentina, Miguel Otero Lathrop, dirige en La Moneda uno de los equipos de trabajo cuyos resultados son de los que más preocupan al presidente Piñera. Otero y su gente efectúan los registros y mediciones diarios de todos los contenidos de la televisión chilena, en especial los de carácter informativo, con los que elaboran tendencias y escenarios probables de aprobación y rechazo.
El mandatario, además, revisa una o dos veces a la semana todo el material audiovisual donde él haya aparecido. A ello se agregan las múltiples y constantes encuestas propias sobre los diversos aspectos de la marcha del gobierno, además de los seguimientos a las redes sociales, en especial Twitter y Facebook, y a la prensa escrita. La verdadera obsesión que tiene el jefe de Estado por la imagen que proyecta es, muy probablemente, uno de los principales aspectos que enturbia y entraba su gestión.
Así como se señaló hasta el cansancio en sus inicios que los miembros de este gobierno fueron elegidos por sus méritos académicos y sus exitosas trayectorias en los ámbitos empresariales, ahora, cuando se ha comprobado que se requieren también otro tipo de calificaciones, se ha optado -salvo las excepciones de siempre- por los ranking de popularidad.
El más aplaudido de todos, el ministro Laurence Golborne, a cargo de Minería y Energía, carteras que fueron fusionadas expresamente para su lucimiento y que ahora son nuevamente separadas, pasó a Obras Públicas, cartera en que manejará el presupuesto más suculento de todo el gobierno y donde se avecinan numerosas inauguraciones de caminos y obras concesionadas, en particular en las regiones, además de un nuevo impulso al programa de agua potable rural. Golborne, al igual que “la dupla Lalón”, podrá pasearse por las provincias poniendo primeras piedras y cortando cintas, tratando también de acumular puntos en su carrera hacia La Moneda, para cuyo sillón principal se siente suficientemente preparado, según aseguró hace poco.

La educación se merece un Bulnes

Felipe Bulnes Serrano, en tanto, otro de los favoritos que corre por las pistas de Renovación Nacional y que cuenta con la simpatía poco disimulada de El Mercurio, saltó desde Justicia a Educación, cartera para la que sí está capacitado, según los barómetros del presidente Piñera, pues dispone de un master en Harvard y hace clases en las universidades Católica y Adolfo Ibáñez. El ministro Bulnes se ganó un sólido prestigio como uno de los principales litigantes de la plaza en derecho comercial, práctica que le será sin duda muy útil en un sector donde el lucro aparece como uno de los escollos principales entre partidarios y detractores del modelo de enseñanza.
La salida de Joaquín Lavín de Educación fue considerada como un triunfo por los estudiantes y profesores movilizados, lo que hace improbable que mantengan su movimiento y decidan por lo tanto allanarse a buscar un acuerdo con el recién nombrado ministro. Bulnes, por su parte, al igual que sus antecesores, una vez más empezará a chutear la pelota para los lados y para atrás, tratando de conservarla y ejercer dominio, aunque no se avance absolutamente en nada, para emplear un lenguaje futbolero tan usado antes de que Chile fuera eliminado por Venezuela de la Copa América.
Al Ministerio de Justicia, donde se prepara la reforma al Código de Derecho Civil, que debe estar terminado a fines de este año, llegó Teodoro Ribera Newmann, ex diputado de RN entre 1990 y 1998, abogado constitucionalista, quien en los grupos Tantauco -soporte programático de la campaña de Piñera- trabajó muy cerca de María Luisa Brahm, la jefa de asesores del segundo piso de La Moneda. A Ribera se le mencionó tras la segunda vuelta electoral, en enero de 2010, como posible canciller del nuevo gobierno y es propietario de la Universidad Autónoma de Temuco.
Energía quedó en manos del ex titular de Obras Públicas, Hernán de Solminihac; y a Minería llegó el ahora ex intendente de Santiago, Fernando Echeverría Vial, empresario del rubro de la construcción, quien ya realizó su principal tarea en la Región Metropolitana, como fue la expansión del área urbana de la capital para incorporar nuevos paños de terrenos a los negocios inmobiliarios.

La dupla “Lalón”

Pablo Longueira no sólo dirigirá tres relevantes Subsecretarías -Economía, Pesca y Turismo- sino también una serie de entidades de importancia como el (...)

Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 738, 22 de julio, 2011
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