Edición 736 desde el 24 de junio al 7 de julio de 2011
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Terremoto financiero en el mercado de valores

La Polar y sus nexos con La Moneda

Autor: MANUEL SALAZAR SALVO

Un hasta ahora incalculable hoyo negro financiero, que podría ocasionar pérdidas por unos mil millones de dólares a diversos actores de la economía y remecer hasta sus cimientos al mercado de capitales, abrió la multitienda La Polar luego de conocerse diversas irregularidades cometidas en su gestión administrativa de los últimos años.
En términos simples, los ejecutivos de La Polar repactaron unilateralmente las deudas morosas de más de 420 mil clientes con el propósito aparente de adulterar los balances, emitir bonos y conseguir aumentos de capital que permitieran expandir el negocio e incrementar falsamente el valor de la empresa.
Las primeras investigaciones de dos fiscales del Ministerio Público dejaron entrever fallas portentosas en todos los mecanismos de control externos a la firma, donde aparecen involucradas desde connotadas agencias de auditoría, evaluadoras de riesgos y corredoras de inversiones, hasta entidades estatales como el Servicio Nacional del Consumidor, Sernac, y las superintendencias de Bancos y de Valores y Seguros.
El escándalo ha permitido comprobar, además, la aquiescencia culpable de este gobierno y de los que le precedieron para regular los negocios del retail y frenar las prácticas usureras que se cometen con los consumidores. En el caso de La Polar resulta más grave aún pues las reprogramaciones unilaterales afectaron a las familias más pobres, ubicadas en los segmentos C3 y D, las cuales vieron que sus deudas se cuadruplicaron por la arbitraria decisión de la multitienda.
El comportamiento de los miembros del directorio de La Polar y de su staff de ejecutivos revela también de manera inequívoca un estilo de gestión donde prima un afán de lucro rápido, basado en la especulación y orientado principalmente a las transacciones en la Bolsa de Comercio. Esa manera fraudulenta de hacer negocios la resumió el fugaz presidente del directorio de La Polar -que renunció el 20 de junio junto con el desplome de las acciones de La Polar- Heriberto Urzúa Sánchez, ingeniero comercial de 49 años que inició su carrera en los años 80 en Citicorp, bajo la conducción del actual presidente de la República, Sebastián Piñera.
“En la época del Citicorp, Sebastián Piñera agarraba el diario y miraba la portada preguntándonos qué habíamos hecho en cada uno de los negocios que allí aparecían. Si es que había alguno en el cual no habíamos actuado, él decía: ‘Pero cómo no hicimos nada; aquí hay un negocio que nos perdimos’. Del 100% quería estar en el 100%. Nos decía que teníamos que estar en todo”, contó Urzúa al Diario Financiero el 27 de marzo de 2009.
El 20 de junio reemplazó a Urzúa en la presidencia de La Polar el ingeniero agrónomo César Barros Montero, ex alumno del Colegio del Verbo Divino donde fue compañero de Sebastián Piñera.
Barros, presidente de los salmoneros, es director de Viña Santa Rita y Iansa y lo fue de Blanco y Negro (Colo Colo), el club de Piñera. Además, pertenece al exclusivo grupo de empresarios graduados hace un año como oficiales de reserva del ejército. Entre sus compañeros de entrenamiento militar figuran Andrónico Luksic y el ex ministro de Bachelet, Francisco Vidal.

“La joya del Nilo”

Heriberto Urzúa estaba en La Polar desde 2007 en representación de las AFPs y era, hasta el 10 de junio, vicepresidente del directorio, entidad que presidía Pablo Alcalde Saavedra, ex alumno del Verbo Divino -al igual que Urzúa y ahora Barros- e ingeniero comercial de la Universidad de Chile, quien llegó a la gerencia general de la empresa en 1999, momento en que la firma estaba quebrada, pese a tener doce tiendas y unos 300 mil clientes.
La gestión de Alcalde se inició cuando el fondo Southern Cross, controlado por los argentinos Norberto Morita y Horacio Reyser, el cubano Ricardo Rodríguez y el chileno Raúl Sotomayor, adquirió La Polar y ésta se enfocó en los segmentos C3 y D y en las mujeres, cambió su imagen, amplió su giro y multiplicó las tiendas. Así, cuando la empresa se abrió a la Bolsa, en 2003, tenía un valor cercano a los 32 millones de dólares.
Tras La Polar, Southern Cross ingresó a Chilesat, que en 2004 se vendió a la mexicana Telmex, de Carlos Slim. En el verano de 2005 el fondo disputó fallidamente la compra de Entel y luego, en febrero de 2006, compró las sanitarias Essbío y Aguas Nuevo Sur Maule.
En las oficinas centrales de La Polar, en Renca, en la ribera norte del río Mapocho, se instaló un grupo de ejecutivos para analizar detalladamente las compras de los clientes e intentar transformarlos en compradores cautivos. De cara a ello, la firma amplió su giro de negocios para participar en ventas de automóviles, en el rubro inmobiliario, en viajes, en la comercialización de alimentos y licores, en medicamentos, en seguros de escolaridad y cesantía, y otros diversos ámbitos. El propósito era captar la mayor parte de los gastos de cada cliente, a los que entregaron una tarjeta plástica de color dorado. Con ella se pagaron en 2004 dos tercios de los bienes y servicios vendidos por la empresa.
Pablo Alcalde se convirtió en accionista, primero a través del sistema de stock options y luego por medio de la compra de un paquete accionario, cuando el 4 de enero de 2005 Southern Cross decidió salir de La Polar y remató sus acciones. En esa oportunidad, Alcalde, junto a un grupo de ejecutivos de La Polar, adquirió el 21% de las acciones a un valor cercano a los 82 millones de dólares.
Luego, en plena crisis de 2008 y 2009, la multitienda emprendió su estrategia más arriesgada. A diferencia de sus competidores, no restringió los créditos a sus clientes. Sus ejecutivos aseguraban que llevaban un acucioso control de gastos y riesgos. Alcalde destacó por esos días que el gobierno corporativo en una compañía con la propiedad tan diluida era clave: “Nos hemos acostumbrado a una gran disciplina. La administración se maneja de una manera muy independiente, con un directorio bien informado, porque las decisiones son absolutamente técnicas y debo decir que llevamos muchos años con una relación estupenda entre el directorio y la administración”, dijo al diario La Tercera el 20 de diciembre de 2009. A esa fecha, La Polar se había transformado en el cuarto actor del mercado de las multitiendas, con más de cuarenta locales, uno de ellos en Colombia, seis mil empleados, más de 2,7 millones de tarjetas emitidas y un valor en Bolsa cercano a los 1.500 millones de dólares. Era para muchos corredores de acciones, “la joya del Nilo”.
Casi seis meses después, el 10 de junio pasado, tras destaparse el escándalo, los accionistas le pidieron a Alcalde que renunciara a la presidencia de La Polar. Simultáneamente, se despidió a dos o tres gerentes.
Desde 2005, La Polar no tiene un controlador mayoritario visible. Hasta hace poco, un 24% de las acciones estaba en manos de las AFPs (Provida, Cuprum y Habitat, principalmente); un 34% lo detentaban diversos corredores de valores en representación de sus clientes y otro 25% lo tenían los directores y ejecutivos de la empresa. El resto permanecía difuso.
En una fecha imprecisa que se está investigando, que dataría de unos cuatro o cinco años, la compañía puso en marcha la práctica de reprogramar unilateralmente las deudas de sus clientes morosos. Ello le permitió pedir dinero prestado a diversos bancos por un monto que se estima en más de 400 millones de dólares, los que garantizó con los pagarés de sus deudores, endosados. Pudo, también, emitir bonos que hoy están en poder de algunas AFPs y de inversores extranjeros. Ambas operaciones, además, hicieron posible alterar los balances, eludir las prevenciones y mostrar una situación financiera boyante.

Negocios son negocios

Desde afuera, los analistas, expertos y observadores apuntan hacia los miembros del directorio como los principales responsables del descalabro. Heriberto Urzúa, por su parte, afirmó que al directorio se le había falseado información y acusó de ello a “algunas personas de niveles altos”, sin precisar a quiénes se refería. En el intertanto, se supo que varios ejecutivos de La Polar vendieron en los últimos meses acciones de la compañía por un monto cercano a 17 millones de dólares. Las negociaron a casi tres mil pesos cada una. Hoy se cotizan cercanas a 400 pesos. Uno de los beneficiados fue Julián Moreno de Pablo, el despedido gerente de productos financieros, socio de Asesorías Río Najerillas, que vendió acciones de La Polar en 2.242 millones de pesos. María Isabel Farah, la removida gerenta de administración, socia de Asesorías Horus, vendió papeles de la compañía por 557 millones de pesos. El actual gerente corporativo de informática, Pablo Fuenzalida, a través de Asesorías Administrativas, Financieras y de Sistemas Los Siete Ltda., obtuvo 678 millones. Pablo Alcalde, en tanto, como socio de Inversiones Galicia participa de la propiedad de Asesorías Universal Ltda., que vendió en enero pasado acciones de La Polar por 687 millones de pesos.
Pablo Alcalde, antes de llegar a La Polar ejerció por seis años como vicepresidente ejecutivo de Forus, holding representante de marcas como Hush Puppies, Rockford, Caterpillar, Brooks, Columbia, Azaleia y Nini West, entre otras, que mantiene unos 180 locales en el país y donde su primo Alfonso Swett Saavedra, ex dirigente del club de fútbol Universidad Católica, era el patriarca del grupo. En 2005, Alfonso Swett entregó la conducción de Forus a su hijo Andrés, quien condujo exitosamente la apertura del conglomerado a la Bolsa.
Andrés Swett, en 1991, poco después de haber egresado de Ingeniería Comercial de la UC, recibió un llamado de Felipe Larraín, uno de sus profesores y actual ministro de Hacienda, quien le ofreció asumir como coordinador del programa mediante el cual Sebastián Piñera pretendía por entonces asumir la conducción de Renovación Nacional. En escasas semanas, el “Chico Swett”, como le dicen sus amigos, se hizo cargo del análisis de todos los proyectos de ley que llegaban a las manos del senador Piñera, además de preparar sus discursos y supervisar los negocios del político-empresario. Durante el denominado “Piñeragate”, Swett fue uno de los principales defensores del senador, pese a que su padre era el principal socio de Ricardo Claro.
Swett estuvo con el actual mandatario hasta 1993, cuando su padre sufrió un infarto y debió acudir a su lado para ayudarlo. Piñera lo recordaría luego afirmando “trabajó firme tanto en mis empresas como en políticas públicas. Me ayudó a diagnosticar el área de salud, educación y justicia en ese tiempo. A él le entregaría mi billetera y me iría a dormir tranquilo”.
Las coincidencias no terminan ahí. Heriberto Urzúa, quien reemplazó por unos días a Alcalde en la presidencia de La Polar, en 2009 aparecía también como integrante del directorio de Forus, donde llegó a ser vicepresidente ejecutivo y accionista minoritario, bajo la dirección del “Chico Sweet”.
El presidente Piñera, antes de entregar su patrimonio accionario a un fideicomiso ciego, figuraba como propietario de un 2% de las acciones de Forus.

El directorio comprometido

Cuesta entender que, como afirma Urzúa, los miembros del directorio de La Polar hayan sido engañados por algunos ejecutivos de la firma. Todos (…)

 

Este artículo se publicó completo en “Punto Final”, edición Nº 736, 17 de junio, 2011
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