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Astrolabio
Petitorio universitario
Juan Jorge Faundes
“Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara…”.
(Manifiesto de Córdoba, 1918)
Lejos están los tiempos de la Reforma Universitaria de la Universidad Católica, que no sólo popularizó el eslogan “El Mercurio miente” sino que contribuyó a dar vuelta la tortilla denunciada en Córdoba. Si en 1918 los argentinos estudiantes cordobeses sostenían en su Manifiesto que “las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes”, en 1967, en Santiago, la FEUC y los académicos y funcionarios reformistas planteaban que la universidad debía ser “conciencia crítica” de la sociedad, gatillando la Reforma Universitaria como semilla de revolución. Y eso quisimos construir, la revolución, insertándonos en fábricas y campos. En el caso del Grupo de Izquierda de Estudiantes de Periodismo de la Universidad Católica (GIEPUC), tratamos de hacer realidad un periodismo obrero y campesino, en el que la materia a comunicar fuera la reflexión-acción, al ritmo de la experiencia y al calor de la lucha. Yo me fui al sur, a colaborar con la lucha mapuche y campesina por la tierra, y una vez al mes viajaba a Santiago. Así estudié periodismo. El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 nos hizo mierda. Nuestra compañera Diana Arón fue baleada, detenida y desaparecida. Las universidades chilenas todavía sufren las consecuencias de la contrarreforma.
Pero así es la historia. Y la lucha de clases. Con flujos y reflujos. Los movimientos reformistas de 1918 y 1967-1968 son los principales hitos teóricos, históricos y políticos que están en el paradigma latinoamericano de todo movimiento y petitorio universitario:
•Autonomía universitaria: Que las universidades sean autogobernadas e independientes moral, administrativa y territorialmente del poder político y empresarial, acordando democráticamente sus estatutos y programas de estudios. Es la única garantía para ejercer la libertad de cátedra, que implica libertad de investigación, de docencia y de extensión. Las universidades de Bolonia (s. XI), París y Oxford (s. XII), Salamanca y Cambridge (s. XIII) se organizaron conforme a los principios de la autonomía universitaria.
Diagnóstico: Desde la dictadura las universidades chilenas están legalmente intervenidas y son dependientes del Estado y del empresariado.
•Co-gobierno: Que las universidades sean gobernadas democrática y tripartitamente por docentes, estudiantes y funcionarios. Las raíces de esta demanda tienen su origen en los claustros de las universidades medievales.
Diagnóstico: Las universidades chilenas son verdaderas monarquías en las que “el rector” es una suerte de rey y “los decanos” señores feudales. Los académicos son una pirámide jerárquica coronada por “los profesores titulares”, en la que además se mezcla la condición contractual para excluir de privilegios y derechos. Los parias son “los profesores hora a honorarios”, que suelen llevar el peso del trabajo académico. Ni los estudiantes ni los funcionarios participan del gobierno universitario. Plantear la triestamentalidad es como poner un ají en el poto a las autoridades (diría Pablo de Rokha).
•Autarquía financiera: Que las universidades tengan un financiamiento del Estado, autónomo, de libre disposición y sin rendición de cuentas más que a la comunidad universitaria.
Diagnóstico: En Chile, con las universidades sometidas a las leyes del mercado, es como pedirle peras al olmo.
•Extensión universitaria: Las universidades deben estar en la sociedad como conciencia crítica; enseñando a aprender-haciendo, co-generando conocimiento con metodologías apropiadas para que el pueblo sea el sujeto del cambio. Es el caso de la Investigación Acción Participativa, uno de cuyos fundadores fue el colombiano Orlando Fals Borda (1925-2008). En 1958, junto con el cura-guerrillero Camilo Torres, fundó la primera Facultad de Sociología de América Latina, en la Universidad Nacional de Bogotá.
Diagnóstico: En Chile la extensión universitaria suele ser vertical, paternalista y portadora de la ideología dominante que legitima, consagra y reproduce el sistema establecido de injusticia social.
•Gratuidad y acceso masivo: Un derecho humano fundamental reconocido en la Constitución de la República. La explotación se sustenta en la ideología, la ideología se combate con conocimientos.
Diagnóstico: En Chile rige la discriminación por el mercado. La educación superior es un negocio; y en muchos casos un negociado.
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 736, 17 de junio, 2011)
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