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Un fantasma recorre el ciberespacio
Evoca a ese fantasma que recorría Europa destronando burguesías, como proclamaba El Manifiesto…
Bastó un notebook con una minicámara y micrófono incorporados para que, en una reciente histórica noche, los dirigentes de la Asociación Nacional de Funcionarios del Consejo de la Cultura y las Artes (Anfucultura) -que se instalaron en las oficinas del ministro Luciano Cruz-Coke exigiendo su presencia para dialogar- pusieran en jaque al secretario de Estado alcanzando una audiencia de trece mil personas conectadas a su twitcam. Ello llevó al periodista Matías del Río, conductor de Medianoche en el canal Chilevisión, a “colgarse” de la transmisión sindical, instalarla en el aire, entrevistar a Marianela Riquelme, presidenta del sindicato, y al propio ministro. Producto de todo ello, se dio comienzo a una mesa de trabajo.
Se inauguró así un nuevo tipo de ciberprotesta social en Chile, la que es un desafío para las autoridades: porque también se requiere de una nueva forma de negociar: de cara a las audiencias, transparente. Los mandatarios y representantes deben saber, sean gobierno u oposición, que todo lo que digan y hagan puede estar siendo grabado, visto y oído por los ciudadanos. Y eso para ellos son votos. Si los políticos postergan introducir en la Constitución la llamada accountability (que suele traducirse como rendición de cuentas), ésta ha sido ciber-impuesta por la ciudadanía.
Suma y sigue: el último martes 14, La Radioneta Valparaíso transmitía imágenes y audios en vivo y en directo de la Asamblea de Estudiantes de la Quinta Región, a través de su twitcam. Más tarde fueron los estudiantes de la Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad de Tarapacá quienes emitieron con twitcam su toma en vivo. Antes habían sido los alumnos del Liceo de Aplicación y los estudiantes en toma de la Usach.
Es que “es un monstruo grande y pisa fuerte”, como canta León Gieco. Las llamadas redes sociales -gracias a las plataformas digitales de la web 2.0 y a la capacidad de generar relaciones en lo local, lo regional y lo global- están entrando en una erupción histórica y dejando sin piso a las castas políticas de todos los colores, aisladas en sus burbujas cupulares y burocráticas, vacilando entre el estupor y el miedo, dado el espectáculo de incidencia que las masas ofrecen a sus ojos.
Sálvese quien pueda
Redes sociales han existido siempre. Han sido objeto de estudio de la sicología social, de la sociología y de la antropología, entre otras disciplinas. El siquiatra, matemático y filósofo norteamericano de origen rumano Jacob Moreno, fue el primero en hacer una caracterización de ellas, en 1934. Las redes sociales (social network), dijo, son informales, pero estructuradas y contribuyen a la circulación de rumores y formación de la opinión pública, asegurando una función de regulación social. Son supraindividuales, pero desligadas de las organizaciones. En 1954, en Inglaterra, fueron redefinidas como “patrones de lazos” por el antropólogo inglés John Barnes. Pero hoy, plataformas tecnológicas de última generación como Facebook y Twitter, por mencionar las más populares, les han servido de oportunidad y trampolín para ampliar su “cuerpo”, espontáneo, incierto, inconstante, inmanejable e impredecible, y actuar, influir e impactar en variadas dimensiones y niveles de la sociedad.
En las revueltas ciudadanas árabes han sido un factor determinante. Y en los países gobernados sea de modo dictatorial o democrático representativo, emergen en la “blogósfera” reclamando una democracia participativa. Ni derechas, centros o izquierdas se salvan de las redes sociales que no exigen, sino que se toman el derecho a ser protagonistas de la historia en cualquier rincón del planeta donde sea factible apuntar una antena a un satélite, o vincularse a la Telaraña Mundial (la World Wide Web). Porque Internet fue conceptualmente diseñada para resistir un ataque nuclear y sobrevivirlo. Puede ser aniquilado un nodo y sus relaciones aledañas. O hasta una región de nodos. Pero las posibilidades de relación entre sus miles de millones de nodos son factoriales, es decir, próximas a lo infinito. Cuando en 1958 -en respuesta a los desafíos tecnológicos y militares de la URSS - Estados Unidos crea la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (Advanced Research Projects Agency, ARPA), que en 1966 desemboca en Arpanet, precursora militar de Internet, el Tío Sam no sabía que estaba fabricando un Frankenstein.
Hoy, así como los servicios de inteligencia tienen a su disposición la materia prima para detectar qué personas o grupos son nodos más aglutinantes e influyentes, quiénes son sus amigos y seguidores, cuáles son sus intereses, temas o expectativas, y hasta pueden financiar conspiraciones, así también los ciudadanos han enriquecido su capacidad de comunicación, coordinación y acción.
Entre los trece mil conectados a la chilena transmisión de Anfucultura, destacaron varias organizaciones estudiantiles que estaban ocupando los edificios de sus universidades o liceos en pro de las demandas del sector educación, tales como el término del lucro (o del negocio educacional) y educación gratuita para todos. Fue como gatillar una secuencia de “twittomas” en cadena. En varios de estos establecimientos se instalaron también twitcam para divulgar sus petitorios y, en conjunto, todos alzaban las banderas de lucha del pueblo mapuche, cuatro de cuyos líderes estaban en una larga huelga de hambre exigiendo la anulación de sus condenas y la derogación de la Ley Antiterrorista.
Manual para una “twitcam”
Es muy fácil para una red social articularse en modo de twitcam con sus miembros y visitantes conectados entre sí. “Nodo” es sinónimo de un miembro de la red, sea persona o grupo. Y entre los nodos se forman “relaciones”. En el caso de Anfucultura, el nodo emisor fue http://twitter.com/maneriquelme, por cuya “frecuencia” se emitió el reality de la toma.
Es muy sencillo instalar una twitcam en red. Lo hice en quince minutos como experimento escribiendo este artículo. Bastan tres pasos:
Primero: Abrir una cuenta en Twitter (http://twitter.com) y después ir a http://twitcam.livestream.com/. Uno se autentica con la cuenta en Twitter (todo gratis). Segundo: Conectar una webcam y un micrófono al computador (ambos cuestan no más de ocho mil pesos, 16 dólares, si ya se tiene el computador conectado a Internet). Tercero: Conectar la cuenta de Twitter y hacer clic en el botón “Broadcast Live” (Transmisión en vivo) de twitcam.livestream.com. ¡Y ya! (Ahora me pueden encontrar en http://twitcam.livestream.com/user/jfaundes. Ya soy un nodo de twitcam). Y cualquier organización -sindical, juvenil, cultural, política, etc.-, puede hacerlo y transformarse en “nodo” de una red social. O de una red de redes.
¿Cómo se usa? Pues, a través de Twitter se anuncia el comienzo de la transmisión y se da la dirección, para que los que quieran conectarse como audiencia activa se vayan sumando. En el costado derecho de la pantalla aparecerá un chat donde todos quienes se vayan conectando como “viewers” (espectadores) podrán enviar mensajes e interactuar entre sí con comentarios. Quienes se conectan “avisan” a sus seguidores. Y lo que es mejor: los videos quedan grabados y pueden volver a verse en línea.
Las ciberprotestas están en alza, los diarios digitales utilizan las twitcam y cada vez más lo hacen organizaciones de la sociedad civil y de los sectores populares. Si los partidos políticos no quieren perder el control, deben ciber-renovarse.
JUAN JORGE FAUNDES
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 736, 17 de junio, 2011
punto@tutopia.com
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