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“Canaca” vuelve del pasado
Autor: LEOPOLDO PULGAR IBARRA
“Canaca” vuelve del pasado
Los misteriosos caminos que conducen a la toma de conciencia fueron los que, con seguridad, recorrió la directora Rocío Villega en el proceso de reconstruir sobre el escenario la historia del “Canaca”, apodo que casi desde su nacimiento vistió el campesino José del Carmen Valenzuela Torres, más conocido como “El chacal de Nahueltoro”. Su leyenda terrible le interesó especialmente por la violencia de su crimen, que le hizo preguntarse “por qué un hombre llega a hacer algo así”. El Canaca asesinó a una familia completa, la madre y sus cinco hijos, en una tarde de brutalidad y alcohol de agosto de 1960.
Sin embargo, conocedora del entorno en que vivió Valenzuela Torres, Rocío orientó “la primera búsqueda en el folclore y, en especial, en la cueca”. En ese rincón de la música tradicional encontró la cueca El chacal de Nahueltoro, que le impactó por la “importancia de la figura de la madre”. A partir de allí, relata Rocío Villega, y luego de tomar la decisión de llevar esta canción a escena, “comenzamos a buscar todos los referentes posibles de los hechos ocurridos en Chillán”. Entre otros, la película de Miguel Littin, protagonizada por el actor Nelson Villagra.
Canaca, de la compañía Hanuch (Fernando Araneda, Daniela Contreras, Catalina Rojo, Catalina Fajardo, Catalina Moya) se basa en una dramaturgia colectiva que contempla versos de Catalina Moya y textos de Jorge Teillier.
¿El Chacal representa a un sector del Chile de hoy?
“A mi parecer representa a un sector que existe y está abandonado, olvidado. Es ese sector de hombres cesantes, ignorantes, abandonados por la sociedad, usado en discursos pero olvidado en los hechos. Pueblos como Nahueltoro con suerte aparecen en el mapa, como dicen algunos de los versos de la obra. Sólo se conocen por estos hechos y por lo que usa la prensa, según su apetito”.
¿Cómo valora recuerdos, fantasmas y culpas un hombre que va a morir?
“No lo sé, tendría que estar en la situación. Pero creo que la añoranza es muy fuerte. Y que uno recuerda o intenta hacer una selección de recuerdos que sean cálidos. Supongo también que los fantasmas y las culpas son algo del día a día, una carga difícil de llevar. En la obra se intenta mostrar eso todo el tiempo: la añoranza de la madre, la inevitabilidad de la reiteración del crimen”.
¿Ritmo y letra de la cueca son la columna vertebral del montaje?
“La letra opera principalmente desde la construcción de la imágenes, sobre todo porque la cueca del Chacal no habla del crimen en sí, sino de elementos que rodean el momento de este hombre antes de morir: la espera, el último cuestionamiento. En cuanto al ritmo, guía los tiempos de las escenas, los cambios y giros que se dan. La voz y el cajón son los protagonistas. También es importante para mí destacar que la música tiene la capacidad de narrar el movimiento interno de los roles, haciéndonos entender desde otro ángulo lo que ocurre en la escena”.
Ser humano ante todo
¿Fue fusilado un criminal o un “otro” inocente?
“Según mi humilde opinión, fue asesinado un ser humano, no un criminal ni un inocente, ya que no podemos negar los seis asesinatos que cometió. No soy partidaria de la pena de muerte ni que cualquier hombre se sienta con el derecho de matar a otro. Pienso que antes de llegar a eso se debe hacer el ejercicio de cuestionar por qué un hombre llega a ese extremo. Un hombre es inevitablemente un ser social, así que nunca va a ser cien por ciento responsabilidad suya”.
El Chacal, ¿héroe o antihéroe popular?
“Ambas cosas. Héroe porque representa la ingenuidad, cierta inocencia y sometimiento de los sectores sociales olvidados; y antihéroe porque encarna la brutalidad y los efectos del alcohol en la vida rural, generando la duda sobre si es un ser humano que se comporta como animal o un ser animalizado que luego se humaniza en la cárcel”.
¿Puede cambiar un criminal?
“Si no creyera en la transformación de las cosas y del ser humano, no haría arte. Quizás podríamos respondernos otras preguntas: ¿Puede cambiar la sociedad? ¿Qué significa ser un criminal? ¿Quién comete los delitos? ¿Cómo suceden? De repente miramos las cosas muy centradamente, individualmente, y nos olvidamos de que todos somos partícipes, en menor o mayor escala, de los problemas de nuestra sociedad. Creo de corazón que la mayor ilusión es pensar que estamos separados, que el accionar de uno no influye en el del otro”
(Lastarria 90. Ju., vi., sá. y do., 21.30.
$ 3.000 y $1.500).
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 736, 17 de junio, 2011)
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