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Observatorio Político
La Moneda pierde el protagonismo
La segunda cuenta del presidente Sebastián Piñera ante el Congreso Pleno, ceremonia tensionada como nunca antes en las últimas dos décadas, reveló de manera inequívoca la inquietud que producen en el gobierno las movilizaciones populares masivas en protesta por decisiones que han desnudado su vocación de favorecer a los grandes grupos empresariales por sobre las aspiraciones mayoritarias de la ciudadanía.
El mensaje presidencial, más que una cuenta de lo hecho durante el último año, expuso una batería de anuncios y promesas orientadas a destacar el supuesto carácter “realizador” del gobierno, una de las obsesiones del presidente Piñera, quien pretende pasar a la historia como el gobernante que llevó a Chile al desarrollo. Ese legítimo interés del mandatario, no obstante, choca con un obstáculo creciente: su cada vez más baja credibilidad entre la ciudadanía.
En esta ocasión, la cuenta presidencial estuvo precedida por un complejo escenario político activado por las protestas juveniles y por el uso indiscriminado de gases lacrimógenos por parte de Carabineros, actitud que llevó al ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, a tomar apresuradas decisiones que fueron, incluso, motivo de chanza por parte del principal columnista del diario El Mercurio, el abogado Carlos Peña.
Las multitudinarias manifestaciones callejeras en contra del megaproyecto hidroeléctrico de HidroAysén, que el 20 de mayo congregaron a más de cuarenta mil personas marchando por las calles céntricas de Santiago, sumieron en el desconcierto e inquietud al oficialismo. Por ello, sus máximos representantes, reunidos en el Salón de Honor del Parlamento el 21 de mayo, optaron por aclamar con una evidente y desmedida efusividad el discurso de Piñera. Fue por casi dos horas una verdadera barra brava, con ternos oscuros y corbatas de seda, liderada por algunos parlamentarios de Renovación Nacional. Llamó la atención, a su vez, la notoria ausencia de una considerable cantidad de parlamentarios de la Unión Demócrata Independiente (UDI).
Desde las tribunas, mientras, en al menos catorce ocasiones, manifestantes de diversos orígenes intentaron hacer oír sus demandas, pero fueron sacados rápidamente por carabineros y personal de seguridad. Todo esto pudo ser visto sólo parcialmente por los chilenos, pues la señal oficial de la transmisión fue notoriamente manipulada por los funcionarios encargados de ella, encabezados por el director de televisión Reynaldo Sepúlveda.
Así, los contenidos del mensaje presidencial se diluyeron en las más de cien interrupciones por aplausos del oficialismo, la animosidad de los partidarios y las consiguientes divergencias a la hora de los análisis. Todo fue negro o blanco; no hubo matices en los comentarios y menos en el balance. Las cifras de la reconstrucción proporcionadas por Piñera, en especial las referidas a la entrega de viviendas, fueron rebatidas por la oposición; lo mismo ocurrió con las nuevas plazas de trabajo y la disminución de las listas de espera en el Plan Auge, por mencionar algunos casos. Sólo pareció haber cierto acuerdo en las cifras macroeconómicas, que cuentan con fuentes e indicadores confiables. En el resto del discurso primaron los anuncios de iniciativas legales para los próximos meses.
Mar de fondo
Las decenas de miles de jóvenes que han salido a las calles a protestar contra HidroAysén arrastran consigo los espasmos de un malestar mayor a las consecuencias que podría acarrear su instalación en la Patagonia y el consiguiente tendido eléctrico a lo largo de dos mil kilómetros de la geografía criolla. No parece probable que de un día para otro un proyecto energético -por muy cuestionable que sea- despierte tan masiva oposición en la ciudadanía. Algunos asesores de La Moneda, según el diario La Tercera, intentaron explicar el asunto desde una perspectiva sicosocial, argumentando que sería una válvula de escape de la angustia producida por el terremoto de febrero de 2010.
Este movimiento ciudadano no tiene hasta ahora líderes visibles, pese a los esfuerzos de algunos dirigentes políticos y sociales por asumir su conducción. Cada vez que algún personero político esgrimió un altavoz para hacerse escuchar, surgió de inmediato una consigna masiva y aplastante: “El pueblo unido avanza sin partidos” y los consiguientes abucheos para el osado. Diversos analistas sociales lo han sostenido en reiteradas oportunidades en los últimos años, pero ahora se hizo evidente en las calles: la ciudadanía se sigue distanciando cada vez más de los políticos y de los partidos, subsumidos en sus propios intereses y en los círculos de poder donde se mueven las elites. Una muestra más de ello fue la casi patética actitud del diputado demócratacristiano Juan Carlos Latorre, quien en plena ceremonia del mensaje presidencial, se acercó a la testera para protestar porque les habían bloqueado los teléfonos celulares, y ellos deseaban “twitear” con sus seguidores.
Los jóvenes, ahora mejor educados e informados a través de Internet y de las redes sociales, han logrado percibir cómo los grupos económicos se están apoderando de prácticamente todas las actividades del país, con la connivencia de los miembros del gobierno y la indolente pasividad (¿o complicidad?) de la Concertación.
El fútbol, las telecomunicaciones, la televisión, la educación superior, la minería, el transporte, el retail, los combustibles, los alimentos, las inmobiliarias, el agua y la energía, por nombrar algunos rubros principales, son manejados por un puñado de familias, que progresivamente han ido adquiriendo el verdadero control del país. HidroAysén no será construida para proveer de energía eléctrica a los habitantes de las ciudades y del campo; su función es para que los negocios de las grandes empresas sean más rentables y puedan competir en el exterior.
Algunos argumentarán -como ya se hizo en la dictadura militar con la teoría del “chorreo”- que si esas empresas crecen, también se desarrolla el país. Pero ya sabemos que las ganancias benefician principalmente a esos grupos y lo único que sigue aumentando es la desigualdad entre los chilenos.
Durante varias décadas los grupos económicos se restringieron a ciertos ámbitos de la producción, pero al aproximarse el cambio de siglo y consolidarse la globalización de los negocios, decidieron saltar hacia todas las esferas del acontecer nacional. Así, por ejemplo, el grupo Matte, tradicionalmente vinculado a la Empresa Manufacturera de Papeles y Cartones, hoy aparece como socio de HidroAysén; el grupo Luksic, identificado con la minería, hoy es propietario de Canal 13 de televisión; la familia Solari, por décadas circunscrita a las tiendas Falabella, hoy controla un banco, una cadena de supermercados y es accionista principal de dos clubes de fútbol. Y así sucesivamente.
Muchos de los integrantes de los gobiernos de la Concertación hoy participan como directores o gerentes de estos conglomerados empresariales, en una suerte de baile de beneficencia al cual concurren siempre los mismos invitados. Mientras, la gran mayoría de las familias chilenas permanece casi igual a como estaba hace más de treinta años, durante los siniestros años de la dictadura militar. Gran parte de los jóvenes que ahora han decidido salir a las calles, provienen de esas familias, situadas social y económicamente en los estratos medio-bajos, a las cuales se les prometieron reformas y cambios que nunca ocurrieron. Los otros, los que viven en las comunas más pobres, en los extramuros de las ciudades, aún permanecen allí. Es contra la dictadura empresarial con ropajes de democracia que los jóvenes se están rebelando.
Figuras o programas
Un episodio aparentemente menor registrado durante los preparativos del mensaje presidencial podría tener consecuencias insospechadas. Piñera advirtió hace algunas semanas al ministro Laurence Golborne que su popularidad podría verse afectada por la puesta en marcha del proyecto HidroAysén. El ex ejecutivo del grupo Paulmann respondió: ¡No se preocupe, presidente, yo pongo el pecho a las balas! Golborne había acordado con el mandatario que para esta fecha tomaría vacaciones. Y así lo hizo. En La Moneda, sin embargo, consideraron que la ausencia del biministro de Minería y Energía era un error y convencieron a Piñera para que lo llamara de regreso. Golborne llegó, sin su familia, pocas horas antes del discurso presidencial y decidió quedarse en Chile. Su nombre suena como eventual candidato presidencial de la derecha; ello, claro, si mantiene sus actuales índices de popularidad. Observando de cerca esos cambiantes guarismos se encuentran otros tres ex miembros de la antigua “patrulla juvenil” de RN: Andrés Allamand, Alberto Espina y Evelyn Matthei, quienes creen contar con el apoyo del actual mandatario para postular a La Moneda si Golborne tropieza. En la UDI, en tanto, Joaquín Lavín no tiene competidor por ahora.
Mientras, al frente, en la Concertación, crece la opinión de que el conglomerado no tiene fuerza suficiente para enfrentar al heredero de Piñera y se habla de levantar un candidato único, desde las fuerzas de la Izquierda extraparlamentaria hasta el PRI, incluyendo al PRO de Marco Enríquez-Ominami, a los comunistas y los opositores independientes. Cada partido realizaría primarias internas para elegir a su candidato, el cual acudiría a una primaria de toda la oposición de donde saldría el abanderado definitivo.
Varios expertos electorales coinciden que un eventual acuerdo general de la disidencia es casi imposible y que sólo se puede alcanzar a través de un esfuerzo tanto o más difícil que el anterior: una plataforma programática común. Al respecto, basta leer los documentos presentados al último congreso del PS, algunos papers que circulan en el PPD y oír las discrepancias al interior del PDC, para vislumbrar que esa tarea será titánica.
Sin embargo, en el PS y PPD confían en que la popularidad de la ex presidenta Michelle Bachelet será un argumento de peso al elegir al nuevo postulante presidencial. Esa confianza, no obstante, flaquea por los indicios que apuntan a que el “díscolo” Marco Enríquez-Ominami empieza a preparar una nueva plataforma para intentar ceñirse la banda tricolor
MANUEL SALAZAR SALVO
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Punto Final
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