Edición 729 desde el 18 al 31 de marzo de 2011
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Interesante tendencia escénica

Autor: LEOPOLDO PULGAR IBARRA

“La larga noche de los 500 años”, obra de teatro callejero que destacó en Santiago a Mil.

El año teatral 2011, que se inicia en marzo, podría ser testigo de la continuación de una interesante corriente escénica que se manifestó durante 2009 y explotó con fuerza para la conmemoración del Bicentenario: la asociación teatro-historia de Chile. Son alrededor de treinta las obras que han puesto como eje temático el cuestionamiento de la historia oficial, con puntos de vista desde la ficción que son aportes válidos para la construcción de la biografía nacional.
Es interesante rastrear si la temporada 2010 y especialmente el enero teatral 2011, al margen de las cuentas alegres que se sacan que subrayan resultados cuantitativos, dejan conclusiones relevantes más o menos objetivas. Y todo indica que, al menos, hay tres:
1.- Definitivamente resulta atractivo para habituales y esporádicos del teatro asistir durante el primer mes del año a espectáculos tanto en sala como al aire libre;
2.- Esta experiencia masiva, que implica recursos públicos y privados, no alcanza a ser un trampolín que ayude a mantener el interés por el arte escénico el resto del año, en cuanto a público y efervescencia artístico-cultural; y
3.- Que los grupos que basan su trabajo en el acontecer histórico del país con sentido crítico proponiendo nuevas miradas e interpretaciones, podrían darle continuidad a esta temática consolidando una línea escénica sobre la base de la calidad artística y sentido del espectáculo de sus producciones, más la fuerza y convicción ética e ideológica que los anima.
La continuidad es fundamental en el proceso de construcción del arte y la cultura. En este sentido, y pese a todo, la media docena de festivales veraniegos de alguna manera ligan, aunque parcialmente, el gran evento con la actividad permanente de los artistas nacionales y la búsqueda de una idea común como habitantes del país.
Entre la treintena de obras que en los últimos dos años han abordado diversos aspectos de la historia de nuestro país, brillan por razones artísticas y postura radical dos montajes diametralmente distintos que se exhibieron en el marco del Festival Santiago a Mil 2011: Villa + Discurso, de Guillermo Calderón, y La larga noche de los 500 años, de la compañía La Patriótico Interesante, que dirige Ignacio Achurra.
Villa…, íntima y dialogante, exhibida en el sobrecogedor ambiente que aportan las ex casas secretas de tortura, podría haber sido un ladrillo pero se ofreció en un montaje creativo, al ritmo de un intenso debate de ideas, profundo, inteligente, político y entretenido, lejos de la propaganda, cuestionador y crítico, extraordinariamente humano y familiar.
A su vez, La larga noche… se transformó en un buen ejemplo de auténtico teatro callejero, exuberante en los espacios amplios, cuando ocupa calzadas y veredas. Variado, bullicioso, político y atrevido recorre la historia de Chile desde la Conquista española a nuestros días, teniendo como eje central a los mapuches y sus luchas. La obra, seleccionada para itinerar en diversas comunas de Santiago, provocó especial impacto en su presentación frente al palacio La Moneda.
Estas dos obras, junto con Celebración, de Patricia Artés; Almagro, de Cristián Plana; Rosamunda la Brava, de Malucha Pinto; La casa de los espíritus, de Caridad Svich y José Zayas; I (Indios), de Víctor Montero, entre otros montajes de mayor o menor resultado artístico, trazaron una coordenada que hay que tomar en cuenta ya que se conecta con otras iniciativas que buscan acercar la experiencia escénica a la gente.

El aporte de los eventos

Los festivales son ventanas para mirar la producción escénica y fomentar el diálogo, la reflexión y el debate alrededor de temas teatrales con los creadores chilenos y extranjeros.
Este objetivo lo cumple el Festival Internacional Santiago a Mil, cuya versión XVIII se justifica por el solo hecho de canalizar hacia Chile obras extranjeras que no podrían llegar si no fuera por el apoyo que entregaron las embajadas de los 22 países que intervinieron. 800 mil espectadores registró este festival durante enero 2011, en 700 funciones e itinerancias.
Entre las obras extranjeras de esta versión del Festival destacó Otelo, de Lituania, con el director Eimuntas Nekrosius: recreó la obra de Shakespeare con gran imaginación, alejándose de los estereotipos y destacando la personalidad, carácter y valores de los protagonistas: Otelo (que además, no apareció con la cara pintada de negro) y Yago, el conspirador e intrigante, se mueven en una matriz familiar, cercana y natural para cualquier ser humano.
En este sentido, también cobran importancia festivales de menor envergadura, pero más cercanos a la gente: el III Festival Caminante, de La Florida, que selecciona obras que se presentan en distintos espacios dentro de la comuna; el Teatro a Luka, en el centro de Santiago; el II Ciclo de Teatro en Pequeño Formato, de Quillota; el VIII Encuentro de Teatro Porteño Independiente, que tiene como referencia playas y cerros de Valparaíso; el I Festival Nacional de Teatro Profesional Emergente, de Melipilla; el Festival Cielos Infinitos, de Punta Arenas. Son experiencias descentralizadoras en lo territorial, artístico y cultural, fundamentales para desarrollar un amplio movimiento teatral chileno

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 729, 18 de marzo, 2011)
punto@tutopia.com
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