Edición 729 desde el 18 al 31 de marzo de 2011
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Estados Unidos está perdiendo
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Paul Walder

Hillary Clinton expresó su preocupación por la pérdida de la hegemonía ideológica de Estados Unidos en el mundo. En el terreno de la guerra informativa, Clinton declaró que las grandes cadenas de televisión estadounidenses están perdiendo espacios frente a la rusa RT, la china CCTV y, en especial durante estos días, la qatarí Al Jazeera. Esta cadena ha sido líder en la transmisión de las revueltas en el mundo árabe, “y está cambiando la mente de las personas. Nos guste o no, es realmente efectiva”, dijo la secretaria de Estado.
Es probable que Al Jazeera sea uno de los catalizadores de la actual revolución en el Oriente Medio y el Magreb, donde ha logrado durante una década y media cambiar la mente de las personas ante el imperio. Un proceso que hoy trasciende el mundo árabe y se introduce, incluso, entre los mismos estadounidenses. Durante los días de la revolución egipcia, el sitio web en inglés de la televisora tuvo más de cuatro millones de visitas, de las cuales 1,6 millones fueron desde Estados Unidos. Los motivos de la penetración del canal de Qatar son fáciles de hallar. El auditor árabe percibe que emite una información más directa y objetiva que la transmitida por las grandes cadenas estadounidenses. La cobertura de CNN International, como de otras similares, está teñida por el punto de vista “occidental”, que es una mirada unidimensional y políticamente sesgada a favor de los intereses estadounidenses. Si las revueltas tienen como origen la dependencia de estos países de sus ex colonias y de Estados Unidos, las televisoras estadounidenses no están en condiciones de canalizar tal crítica. Un artículo en Al Jazeera titulado “¿Una revolución contra el neoliberalismo? Si la revolución trae un reforzamiento del neoliberalismo, millones serán los defraudados” no tendría cabida en una cadena como CNN, cuyos objetivos son reforzar las políticas en pro del capital.
La guerra de la información no tiene como teatro de operaciones sólo el Oriente Medio. América Latina es otro. La demonización de los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales y, en menor medida de Cristina Kirchner y Rafael Correa, por no mencionar a Cuba, es el resultado de un trabajo acucioso de la CNN a escala regional y prensas locales, como El Mercurio y La Tercera. Apoyados económicamente por los poderes políticos más conservadores y las grandes corporaciones, su trabajo es representar un escenario político utópico -la democracia neoliberal- amenazado por fuerzas desestabilizadoras. Es ésta la gran ilusión que ha de mantenerse diariamente a través de una narración que abarca todos los aspectos de la vida cotidiana.
Pero a EE.UU. le ha surgido ahora competencia por otros frentes. El canal chino CCTV, con transmisiones las 24 horas, ya tiene versiones en todas las principales lenguas, y la cadena rusa RT, en inglés y árabe. Ambas como Al Jazeera han tenido un enorme crecimiento mundial. El establishment mediático estadounidense, del mismo modo que la señora Clinton, miran con ira y algo de desesperación la penetración en el mundo de estas miradas críticas a la hegemonía de EE.UU. Walter Isaacson, nombrado por Obama como presidente del Directorio de Cadenas de Información, organismo que opera los algo anacrónicos bastiones de propaganda de la Guerra Fría, como las emisoras Voz de América y Europa Libre, ha hablado de las nuevas televisoras como de los nuevos enemigos. Por cierto que Isaacson incluyó también a la venezolana Telesur y la iraní Press TV, que transmite en árabe y en inglés.
La señora Clinton se lamenta de perder la guerra de la información. Culpa a las cadenas privadas como CNN, ABC, Time Warner y podríamos agregar hasta Disney Channel o Cartoon Network, de no hacer bien su trabajo, los acusa de velar más por sus negocios que por la amenazada grandeza futura del imperio. Habría que recordarle que Facebook y Twitter, herramientas también en manos de los árabes y otros subversivos tercermundistas, son invenciones estadounidenses. WikiLeaks es otra cosa, pero la gran fuente de información es la propia Secretaría de Estado.
No se trata de reeditar la Voz de América. No es un asunto de propaganda ideológica, por cierto aún bien aceitada a través de la industria cultural global y dominada por la maquinaria del cine comercial, las cadenas de TV y las agencias de publicidad. La derrota en la guerra de la información está en el despertar de los pueblos, que observan el abismo que separa a la propaganda de una utopía neoliberal global de las malogradas realidades locales. En diferentes regiones y desde distintas subjetividades, los ciudadanos hoy comienzan a ver. ¿Y qué ven? Una evidente propaganda ideológica, encubierta por publicidad y por una información modelada para mentes dóciles y alienadas, cautivas de la industria del consumo y la telebasura local. Un decorado irreal que es una ofensa, una humillación al contrastarlo con sus vidas cotidianas.
El relato del american way of life, del libre mercado y las bondades de la globalización comercial se ha estrellado con los hechos. Para cualquier mente consciente, este discurso no es otra cosa que publicidad o propaganda, si somos condescendientes; mentiras para la manipulación y el engaño, si somos serios.
La señora Clinton tiene razón. Estados Unidos está perdiendo la guerra.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 729, 18 de marzo, 2011)
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