Edición 727 desde el 21 de enero al 4 de marzo de 2011
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Algo huele mal en Haití

Autor: ISMAEL LLONA M.

En EE.UU. el máximo tribunal electoral es la Suprema Corte, integrada por jueces nombrados políticamente, y las elecciones son indirectas. El fraude es posible.
En Chile todos los mayores de 18 años tienen derecho a voto desde 1971. Antes, y desde 1811, sólo tuvieron derecho a voto los ricos, los “cultos y alfabetos” o los hombres. Las mujeres pobres y los analfabetos sólo pudieron votar desde la Unidad Popular, después de 160 años de procesos.
En Haití, donde se vota sólo desde 1989, el sistema electoral es imperfecto, poco representativo y poco respetado. Nunca las elecciones presidenciales en Haití han sido aceptadas y reconocidas por la oposición de turno. Ni las más creíbles: la primera de Aristide (1989) y la segunda de Preval (2005). En la primera se sabía que había ganado lejos Aristide, pero hubo que consensuar los porcentajes entre el ganador y el ex presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter. En la de Preval hubo que hacer lo mismo entre el ganador y la OEA. Las elecciones han sido allí siempre contesté y sus resultados exactos negociados más o menos abiertamente con potencias extranjeras.
En la elección presidencial del 28 de noviembre podían votar alrededor de 4,5 millones de personas. Votaron, según el Consejo Electoral, poco más de 1 millón de ciudadanas y ciudadanos. Hubo una abstención de entre el 75 y el 80 por ciento.
La elección se realizó en el momento político de mayor dependencia del país desde 1804. Clinton, e incluso George W. Bush, deciden abiertamente sobre las inversiones en el país más que el presidente de la República. Así lo establece la institucionalidad creada después del terremoto. Haití hoy es un protectorado de facto mayor que otros países del continente.
La elección de noviembre se realizó cuando, a raíz del terremoto, unos dos millones de personas han cambiado de domicilio o han sido trasladadas a campamentos, y cientos de miles han debido ser borradas de los registros por muerte o desaparición. Y por si fuese poco, la elección coincidió con el estallido del cólera, que ha cobrado ya más de 3.500 muertos y preocupa y amenaza a toda la sociedad.
El cólera no es extraño en el planeta pero sí lo era en Haití. Cada año el cólera afecta a entre 3 y 5 millones de personas en todo el mundo y entre 100 y 120 mil mueren por su causa. El cólera haitiano habría sido importado desde Nepal, país asiático que aportó soldados a las fuerzas de la ONU en Haití y que vive en una pobreza aún mayor que la haitiana.
En ese cuadro, a la llamada “comunidad internacional” le convenía hacer los esfuerzos necesarios para que el resultado electoral -que debía entregar necesariamente el Consejo Electoral- fuera lo menos contesté posible, lo menos increíble y lo más “respetado” interior y exteriormente. Un protectorado de facto necesita de un presidente aparente, más aún en una democracia como la haitiana.
Pero la peste ha sido muy fuerte.
Doce candidatos pidieron la anulación de las elecciones, el llamado a nuevas y, ante la demora, la constitución de un gobierno provisional. Dos candidatos exigieron revisión por parte del mismo Consejo Electoral: Celestin, que terminó segundo según el Consejo, y Martelly (Sweet Micky, Dulce Miguelito, buen cantante que terminó tercero según el Consejo, pero que ganó, según él y no pocos observadores). Madame Manigat (Madan Maniga, en creole), que según el Consejo resultó primera con bajísimo porcentaje, denunció fraude pero no ha exigido revisión ni anulación.
EE.UU. pidió revisar todos los reclamos. Canadá se mostró preocupado. Francia planteó (¡qué apego a la institucionalidad!) hacer una segunda vuelta con las tres primeras mayorías (Manigat, Celestin y Sweet Micky) cuando la ley establece que se hará con las dos relativas (Sweet Micky tiene admiradores franceses).
La OEA, después de señalar que el proceso había sido normal, aceptó intervenir en el recuento y pidió al gobierno no oficializar aún los resultados de la primera vuelta, entregados “oficiosamente por el Consejo Electoral”. El ex primer ministro de Preval, Alexis, señaló que esa intervención de la OEA es ilegal. Y Preval, cuya opinión a estas alturas cuenta, dijo estar dispuesto a quedarse hasta marzo, y no irse en febrero, si era necesario. Lo que tampoco es legal.
Será muy difícil construir una imagen de seriedad en la cúpula del poder político nacional haitiano en estas circunstancias. Más allá del cólera, mucho huele mal en el ruinoso palacio blanco de Port au Prince. Y el protectorado de facto partirá rengueando. Mientras tanto, la gente sigue luchando contra el recuerdo de un terremoto que mató a 250 mil personas y contra epidemias y huracanes, muy alejada de las cupulares maniobras políticas.

 

Notas:
- El jueves 13 de enero la OEA informó al presidente Preval que debían pasar a segunda vuelta Madame Manigat y “Sweet Mickey”, quedando fuera M. Celestin, candidato del presidente.
- El lunes 17 arribó a Haití, por primera vez desde su salida del poder, el ex dictador Jean Claude Duvalier. Fue escoltado por la policía nacional y tanques de la misión de la ONU, que entre otros países integra Chile.

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 727, del 21 de enero al 3 de marzo, 2011)
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