Edición 726 desde el 7 al 20 de enero de 2011
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Denuncia ex subsecretaria Jeanette Vega

Desmantelan la salud pública

Ex subsecretaria de Salud del gobierno de Michelle Bachelet, la doctora Jeanette Vega Morales arremete contra las políticas privatizadoras del gobierno de Sebastián Piñera. Titulada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (1982) es especialista en Medicina Familiar, doctorada en Salud Pública, en Illinois (EE.UU.). La doctora Vega habla desde su experiencia en el sector público y denuncia una política deliberada para traspasar fondos del Estado a Isapres, clínicas y laboratorios privados.

¿En qué difieren las políticas de este gobierno con las del anterior?
“En salud diferimos en todo. Este gobierno asume la salud como un bien privado, y todos los gobiernos de la Concertación la consideraron un bien público, que no es transable en el mercado. Esa es la gran diferencia ideológica; el cambio desde sistema de salud inserto en un modelo de protección social a otro regulado por el mercado”.
¿Cómo se expresa esa nueva concepción?
“Esperamos un aumento de costos de la salud en los próximos años, un desmantelamiento del sector público y una migración de recursos humanos desde el sector público al privado, bajo el argumento que el sector público es ineficiente.
El primer elemento es la reposición de Fonasa como un seguro, en igualdad de condiciones con las Isapres. Deja de ser un Fondo y ahora sólo administra dinero, define y controla el uso de los recursos por las personas. Compin ya no será una contraloría médica; su tarea la va a realizar Fonasa, con la visión de que la gente abusa del sistema. Cuando se mira el número de licencias por cada cien beneficiarios se descubre que el sistema público tiene un uso más racional de las mismas, con una duración mucho menor que el sistema privado. Si observamos las principales causas de licencia, descubrimos que están relacionadas mayoritariamente con la cobertura que otorga el Régimen de Garantías Explícitas en Salud (Auge) y los problemas mentales de los usuarios.
El segundo elemento es el bono portable. El sector público tiene una modalidad de pago por salario, y el sector privado por prestación. Cuando se da a la persona un bono, se le está diciendo: “Te doy algo para una prestación concreta, tú vas y dices dónde y cuál te parece más atractivo”. Lo más probable es que el sector privado tomará este nicho de mercado y que se generará un oligopolio. Aumentará el precio de las prestaciones”.
Desde la mirada del ciudadano, es difícil ver esta situación como una pérdida...
“La gente no ve los problemas ahora, pero cuando los vea, ya estará desmantelado el sistema público. Al inicio las Isapres se veían fantásticas, y los planes cubrían el cien por ciento de las necesidades de salud. Pero con los años, empieza a aumentar el precio de los planes, a disminuir los beneficios y a producirse mala atención”.
¿Qué opina sobre la venta de medicamentos en los supermercados?
“Es un cambio de monopolio. Desde el monopolio de las farmacias al monopolio de los supermercados. Medicamentos de uso cotidiano es probable bajen de precio. La lucha se librará entre el poder farmacéutico y el de los supermercados. No creo que esta situación afecte mayormente al ciudadano común”.
¿Qué pasará con los medicamentos que tienen mayor valor y son más complejos?
Si la venta en supermercados no va de la mano con una política de genéricos, podría suceder que la disminución de ganancias de las cadenas de farmacias las lleve a aumentar el precio de los medicamentos más complejos. Para que eso no ocurra, la apertura del mercado tiene que ir junto con una política de medicamentos intercambiables, que permita la sustitución de aquellos más caros”.
¿Si volviera a ocupar un cargo en el Ministerio de Salud, qué cosas haría?
“Cometimos el error de intentar ser el mejor alumno frente a la derecha. Partimos con Aylwin, tratando de quitarnos el rótulo de extremistas que nos habían colgado después del gobierno de la Unidad Popular. Seguimos con Lagos, para demostrar que un presidente socialista podía terminar su mandato. En estos 20 años no nos dimos cuenta que ya no teníamos que seguir dando pruebas de blancura. Muchas cosas que debimos poner sobre la mesa, aunque fuera para perderlas, no las hicimos, porque privilegiamos el diálogo. Eso nos costó caro, porque la gran queja de los ciudadanos es que la Concertación no realizó las reformas al sistema ni puso una agenda progresista.
La primera de las cosas pendientes es el cambio del Fondo de Salud. Las cotizaciones son recursos públicos que provienen de los impuestos que pagamos los ciudadanos y por ese motivo, tienen que ser parte de un seguro único. Este modelo de dos sistemas (público y privado) es lo primero que cambiaría.
Lo segundo es revertir la municipalización, que ha fragmentado el sistema de salud. En la práctica se corta la relación del nivel más importante con los otros dos niveles, y se deja sometida la atención primaria al arbitrio de los alcaldes, que tienen un mandato político y dependen de los votos para su reelección.
Lo tercero es revertir el argumento del Estado ineficiente: con 500 dólares per cápita al año, nuestro sistema público de salud genera indicadores que están entre los mejores del mundo, aunque hay evidentes problemas de financiamiento. Estados Unidos tiene un producto de alrededor de 40 mil dólares por habitante y gasta un 19 por ciento del producto en salud. Chile gasta alrededor de 40 dólares por habitante al año, y apenas el 6% del producto.
¿Cómo ha sido la administración y gestión del Ministerio en el actual periodo?
“Veo un ministro y un director de Fonasa fuertes y en una línea muy similar. Uno viene del sector asegurador (Isapres) y el otro del sector de las clínicas. Está muy claro que el énfasis está ahí, con mucha pérdida de poder de los subsecretarios de Redes y de Salud Pública. La salud pública es anárquica. En las campañas de vacunación la cobertura no alcanza más allá del 60 por ciento, y hay una rotación de Seremis: de quince ya han cambiado a nueve en menos de un año. Existe también otra visión respecto a leyes que para nosotros eran muy importantes, como la que regula el contenido de grasa, azúcar y sal en la publicidad de los alimentos. El discurso en boga es: “’Pongámonos de acuerdo con la industria… Veamos qué se puede hacer con la empresa privada’”.

Negocio de las Isapres

¿Qué lugar ocupan las Isapres dentro de este esquema?
Han perdido y van a perder más. Este es un diseño para favorecer a los prestadores privados (clínicas y laboratorios). El negocio de las Isapres irá variando hacia el negocio de la provisión de fondos. No me extrañaría que la comisión que está haciendo recomendaciones para una reforma del sistema de salud sugiera la implantación de un fondo único, con una provisión de recursos pública y privada”.
¿Eso significa la desaparición de las Isapres o su transformación?
“La mayoría de las Isapres tienen una integración vertical con los prestadores. Por eso creo que habrá más bien un cambio desde la función aseguradora hacia la de prestación. La situación no variará para un usuario capturado. El principal problema actual es que la cobertura es cada vez menor. Las personas partieron con un plan abierto y de libre elección, tienen ahora planes más restringidos en cobertura y elección.
El negocio de las Isapres ha sido muy rentable. Solamente en los últimos años han disminuido sus ganancias, porque ahora no pueden echar tan fácilmente a la gente. Sus utilidades son muy altas y también sus costos de administración, que están alrededor del veinte por ciento. En contraste, los costos de administración del sistema público son diez veces menores”.
Los trabajadores de la salud reclaman por los bajos salarios. ¿Se puede resolver?
“Los sueldos en el sector salud muestran la brutal inequidad que tenemos en Chile. Esas diferencias se expresan en las diferencias de ingresos entre algunos profesionales que ganan mucho y una gran cantidad de trabajadores que reciben salarios bajos. El más afectado es el personal administrativo y auxiliar. Ello sucede a pesar de que en el sector privado, un médico puede recibir cuatro o cinco veces más que otro que realiza la misma función en el sector público”.

Salud y educación,
bienes públicos

¿Tiene solución este modelo?
“Vengo llegando de una reunión sobre sistemas de salud que se realizó en Suiza y uno ve que los países vienen de vuelta de este tipo de reformas promovidas por el Banco Mundial, con separación de funciones entre sector público y privado. Se hicieron sobre la base de teorías y sin evidencia empírica. En la práctica han producido un aumento de los costos de salud.
Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda lo que sabíamos desde siempre: pool de fondos, sistema único de salud para evitar la fragmentación y énfasis en lo preventivo y lo promocional. Es decir lo que nuestros padres plantearon el 50, cuando crearon el Servicio Nacional de Salud. La salud y educación tienen que ser bienes públicos y el Estado debe garantizarlos más allá del derecho a la salud o a la educación, por motivos de factibilidad económica y eficiencia”.
¿Que debiera hacer la Concertación para ser una alternativa en Chile?
“Fue una coalición muy exitosa durante 20 años; pero ahora los ciudadanos sienten que no cumple sus expectativas. La Concertación es un ciclo terminado y lo importante en este periodo es la discusión para definir quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Una definición de lo básico es la que nos permitirá saber quiénes somos, qué tenemos en común o nos hace diferentes de otros. No tengo mayor preocupación porque haya disputas o conversaciones entre actores diferentes, porque creo que este es el momento para tenerlas. Lo importante es que tienen que salir propuestas, incluyendo el conglomerado que vamos a formar. Tenemos que ampliarnos hacia la Izquierda y hacia el centro; pero sabiendo quiénes somos, qué tenemos en común y cuáles son nuestras diferencias”.
¿Cómo conciliar esa ampliación política con una mayoría ciudadana que repudia la política?
“La conciliación debe producirse a través de los valores y propuestas. Ahora, si a eso unos le llaman Izquierda, centro o progresismo, es discutible; el punto es definir qué es ser progresista, de Izquierda o de centro.
Yo creo que la salud y la educación son bienes públicos, creo que hay que tener un Estado fuerte cuya base sea un sistema de protección social que garantice a los ciudadanos el uso de esos bienes públicos y cubrir otras preocupaciones que también son importantes, como el medioambiente, el empleo de calidad, la comunicación social y el modo como debe expresarse la democracia”.

Sistema socializado:
más eficiente

La Concertación vive de la limosna que le entregan los medios de derecha...
“El gran problema es la televisión. Recuerdo que en dictadura la situación era muy similar a la de ahora. Veinte mil marchando y esa noticia no aparece, personas que están en huelga de hambre durante semanas y la noticia no se conoce; hospitales en los que hay un paro desde hace días y no se informa. La Teletón se realiza el mismo día en que el gobierno despide a miles de trabajadores del sector público.
Me impresiona la similitud con nuestra historia pasada. Los comunicadores de este gobierno son como una regresión. La vocera de gobierno es un ejemplo brutal de eso. Es como ver a Francisco Javier Cuadra, con la misma gesticulación y el mismo discurso, para repetir uno o dos mensajes hasta el infinito”.
¿Cómo concilia su idea de fortalecer el Estado, los servicios públicos y dar protección social con lo que sucede en algunos países de Europa como España , Inglaterra, Grecia Francia o Irlanda, que viven una situación crítica incluso con rebajas salariales y pérdida de beneficios sociales?
“La expectativa de vida ha aumentado y surge la necesidad de dar protección a quienes en otros tiempos, a su edad, ya habían fallecido. Un porcentaje importante se moría incluso trabajando. Ahora la gente jubila y tiene 20 años más de vida. Eso lleva gastos asociados, para el mantenimiento de esas personas.
En esta crisis, los países más inmunes son aquellos que no han escuchado los cantos de sirena de la privatización. Cuando hablo de esto, me refiero fundamentalmente a los nórdicos, que son los que menos han cambiado su esquema y se han mantenido más en un modelo de Estado de bienestar. Los más afectados han sido aquellos que han tenido periodos de gobiernos de derecha, como España, que sufre consecuencias derivadas de los ocho años que gobernó el Partido Popular, en los cuales hubo una destrucción importante de la malla de protección social.
En salud, toda la evidencia muestra que los sistemas más socializados son más eficientes, tienen mejores indicadores y cuestan menos. El crecimiento económico se tiene que traducir en beneficios para los ciudadanos y el tema redistributivo es básico para la justicia social y una mejor calidad de vida. Yo creo en eso y todo mi esfuerzo estará destinado siempre a acercarme a este ideal”.
¿Cuál es el mayor peligro que entraña un gobierno como el actual?
“Todo lo que este gobierno desmantele, va a costar mucho reconstruirlo después”

RUBEN ANDINO MALDONADO

 

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 726,  7 de enero, 2011)
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