Edición 724 desde el 10 al 23 de diciembre de 2010
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LA REVOLUCIÓN DE LA DERECHA


Autor: Ricardo Candia Cares

El Pelao Chico acaba de ser detenido por vigésima sexta vez. Cuando tenía doce años y cabalgaba con ese otro prócer, el Cisarro, fue su primera captura. Hoy, cuando ya lo alcanzan los primeros zarpazos de la ley penal adolescente, el ministro del Interior le ha prometido las penas del infierno.
Tal como los niños delincuentes son responsables de su vida sumida en el delito, la droga y la marginación, los pacientes de los consultorios y los hospitales serían responsables por su mala salud, los automovilistas de los atochamientos de calles y autopistas y los obesos de comer basura, del mismo modo, los profesores son los responsables de la mala educación.
Los sostenedores del sistema se hacen a un lado de sus responsabilidades y en este paraíso del laissez faire, cada cual se rasca con sus propias uñas y es responsable de lo que hace, como si el populacho tuviera herramientas para hacer valer sus derechos, que se supone están escritos en alguna parte.
Que la gente no tenga casa, es su problema. Si los mapuches han perdido sus tierras, será porque son un hato de irresponsables.
Como se sabe, las leyes vienen siendo el medio para justificar las trampas. El ministro Lavín, sobreutilizando su cara de que no quiebra un huevo, se ha despachado el proyecto de ley de Calidad y Equidad de la Educación en medio de fanfarrias que anuncian la revolución educacional. Sin embargo, las medidas que se exponen en el proyecto no son nada nuevo. El énfasis está puesto en reforzar las medidas para que los profesores puedan ser exonerados sin mucho costo. De tanto repetir la monserga, se ha hecho cosa cierta en el sentido común de la gente: la culpa de la mala educación es de los profesores, y afirmados en esa certeza, el gobierno ha generado el mejor contexto para exonerar a diestra y, mejor aún, a siniestra.
A las numerosas causales de despido de los docentes del sistema municipalizado, el actual proyecto agrega otras, que incluyen exoneración sin sumario y rebajas en las indemnizaciones. Más que un proyecto de ley, parece la continuación de una venganza histórica que el sistema promueve contra los profesores.
Lavín y los suyos tienen el convencimiento de que aquellos docentes que se la juegan en las escuelas más desarrapadas y marginadas del país, no pueden ser sino muy malos profesores o sujetos extravagantes que llenan de porquería la cabeza de los niños, muchos de los cuales antes de salir de octavo andan asaltando gente y quemando “monos”. De lo contrario, estarían haciendo clases en las muy cómodas y estériles salas del bienamado sistema particular.
Lo que se avecina es la culminación de una política de revancha contra un sistema educacional en cuyo origen hay rudimentos democráticos que enronchan a la derecha. Para efectos del proyecto político de la derecha es condición esencial la existencia de un sistema educacional divido en clases sociales paralelas. No es posible creer que la derecha, matonesca, brutal, odiosa y vengativa, considere en su proyecto de mil años una burbuja democrática que entregue malos ejemplos a los inadvertidos. El proyecto educacional de la derecha es un proyecto que afina la represión contra los potenciales rebeldes y a los otros, les ofrece herramientas para ser emprendedores en las colas de las ferias. En ese sentido, los liceos de excelencia lo serán a condición de que sus estudiantes no levanten la voz, ni incumplan los reglamentos internos, cuya centralidad es la represión del pensamiento libertario y del pelo largo.
La Concertación, en su convencimiento, en su sordera, en su gigantesco engreimiento, dio el pase gol y la derecha, brutal y vengativa, anota.
La derecha y su plan es un todo armónico y tiene por fin mantenerse en el poder hasta el fin de los tiempos. Para el efecto, ha desarrollado cuadros jóvenes que conforman un reemplazo a las anteriores generaciones que hicieron el trabajo duro. El ministro Hinzpeter no es comprendido cuando avisa el concepto de nueva derecha. Lo que quiere decir, es que es la misma de siempre, pero pareciendo otra. El avance de la derecha, que no comenzó con las últimas elecciones, pretende refundar Chile y una condición necesaria es la tabla rasa. Para el efecto, por vías inescrutables, ha domesticado a casi todo el movimiento social, gremial y sindical. Siendo el gremio de los profesores el más grande del país, requiere un tratamiento especial: liquidarlo por la vía de restarle socios, credibilidad y capacidad de movimiento. La nueva ley apunta también en esa dirección.
Veinticinco mil personas marcharon por las calles de Valparaíso en protesta por los exiguos resultados de las negociaciones del sector público. No se sabe de algún honorable que haya mirado por la ventana y, alarmado, haya exigido resolver las exigencias de los trabajadores. Ese tipo de manifestación ya viene siendo sistémica y no alerta sino a la policía, que los reprimirá no bien llegue la orden de la Intendencia.
Cabe preguntarse dónde está la Izquierda en este escenario que parece pesimista, pero que, sin embargo, lo es.

(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 724, 10 de diciembre, 2010)
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