Documento sin título
Buscar |
|
último Editorial |
|
Carta al director
|
|
Ediciones
Anteriores. |
|
En
Quioscos |
|
Archivo
Histórico |
|
Publicidad del Estado |
El fallo de la Fiscalia
 |
Regalo |
|
|
La maquila de los bostezos
Autor: Eliades Acosta
Mucho más que económica o militar, la guerra contra Cuba es cultural. Eso explica su prolongación y encarnizamiento. Y si alguien tiene dudas, que revise por estos días cómo marchan las cosas por el frente mediático.
Contra Cuba no importa lo que se publique, no importa si se miente, ni que se hagan llamados a la violencia. Todo vale, con tal de aislarla y vencerla.
Ya se sabe que la isla actúa sobre ciertos sectores de la política norteamericana del mismo modo como influye la luna llena sobre el hombre-lobo. La razón de esta obsesión que ha sobrevivido a más de diez administraciones, incluso a la guerra fría, la hallamos en un informe de 1965 redactado por Albert Wohlstetter1, asesor de todos los presidentes entre Eisenhower y Bush padre:
“Debe exigirse a Castro la liberación de los prisioneros políticos… para dar un paso más en la formación de una oposición a su gobierno... Sacarlos del país… tendría menos valor para el futuro… El bloqueo deberá mantenerse… El solo hecho de que esta avanzada del comunismo pueda fácilmente sobrevivir a nuestra hostilidad, e incluso, florecer con nuestra ayuda, estimulará futuras imitaciones de Castro”.
Mark Falcoff ha actualizado estas razones2. “Desde el punto de vista de la política, de la ideología y la cultura, Cuba es mucho más importante de lo que debería ser… El culto a la Revolución pervive en América Latina, y Cuba es el único país que lleva adelante el ideal de las transformaciones totales hasta las últimas consecuencias… Es el tipo de bandera bajo la cual pueden reunirse todos los izquierdistas antinorteamericanos y las tendencias utópicas del mundo”.
Quienes participan en esta santa cruzada se presentan como idealistas en pos de derechos y libertades, pero no pasan de ser poleas de transmisión de una maquinaria mayor. Los verdaderos empresarios están más arriba. Lo demás es maquillaje y máscara carnavalesca: una forma de vida.
Existe un abultado manual de cómo montar campañas contra los enemigos reales o supuestos de Estados Unidos. Las contiendas de la guerra fría dejaron un valioso know how, que sólo tiene el defecto de repetir las fórmulas “exitosas”. Lo que contra los soviéticos pudo ser eficaz y creador, contra los cubanos es remedo mediocre y surtidor de bostezos. Lo que queda hoy es la elevación forzada a los altares de cualquier logrero, de cualquier vocinglero: la guerra era de ideas, hoy se ha panfilizado. Más bajo no puede caer.
La CIA depuso en 1953 a Mossadegh, primer ministro de Irán, usando la subversión, las deserciones, los conflictos religiosos, campañas de prensa y guerra sicológica, al costo de un millón de dólares. Fue la operación “PBAJAX”. El mismo CIA Art Group fue movilizado, un año después, para derrocar a Jacobo Arbenz, presidente de Guatemala. Esta última operación se llamó “PBSUCCESS”, y costó el triple que la de Irán.
Contra la URSS y el campo socialista se fabricaron disidentes en serie, y organizaciones “independientes” a granel. Nada escapó a la contienda: ni el diseño de lavadoras, ni los discos que se exportaban, ni los libros que se traducían, ni el repertorio de las giras de “buena voluntad”, ni los programas People to People, ni las becas Fullbright, ni el jazz. Ni hablar de Hollywood o Radio Free Europe.
Existe en Estados Unidos una Ley de Libre Acceso a la Información (FOIA), que es el resultado de las luchas del pueblo norteamericano por controlar el accionar del gobierno. Gracias a FOIA, y a Internet, hoy se sabe, al detalle, cómo se organiza una de estas campañas.
La industria de la subversión contra Cuba sigue empleando mano de obra nativa, y sigue guiándose por el enfoque de que todo vale. Nada nuevo bajo el sol: las mismas campañas con los mismos objetivos, guiadas por los mismos principios y con costos crecientes.
Gracias a FOIA, un día sabremos cómo se llamó esta operación contra Cuba y su costo; cómo se montaron blogs “disidentes”, se fabricaron organizaciones “independientes”, y qué indicaban los talking point a la red clientelista de la prensa mundial. Mientras, no nos queda más que bostezar de tedio.
Para la maquila de la subversión contra Cuba, cualquier tiempo pasado fue mejor.
1. Albert Wholstetter: “On Dealing with Castro’s Cuba. Part I”. 16 de enero de 1965. En: Http://www. rand.org/publications/wohlstetter
2. Mark Falcoff: “Cuba’s Future and Ours”. AEI, Bradley Lectures, 13 de enero de 2003. En: Http://www.aei.org/ID 15 713
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 707, 16 de abril, 2010)
Suscríbase a PF
punto@interaccess.cl |
Documento sin título
|