Edición 703 - del 22 de enero al 4 de marzo de 2010
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Comunistas vuelven
al Parlamento

Autor: HERNAN SOTO

 

LAUTARO Carmona Soto, diputado electo por Atacama.

Después de treinta y siete años, los comunistas vuelven al Parlamento con tres diputados elegidos el 13 de diciembre. Su victoria fue un quiebre del sistema binominal que sigue vivo. No fue producto de una modificación legal, sino de un pacto instrumental con la Concertación que perseguía, además, obtener algunos doblajes que en definitiva fallaron. El regreso de los comunistas fue uno de los hechos más significativos de la jornada electoral, opacado por la elección presidencial que en primera vuelta dio amplia ventaja al candidato derechista. Con todo, el triunfo comunista fue todo un símbolo, tanto de la debilidad que hace tambalear al sistema binominal como del hecho histórico de que la dictadura militar fracasó en su intento de erradicar al PC en nuestro país.
Los tres diputados, Guillermo Teillier, Lautaro Carmona y Hugo Gutiérrez, llegarán en marzo decididos a poner su impronta en el trabajo parlamentario, ligándolo al trabajo de masas. Más allá de lo simbólico, su presencia tendrá también importancia práctica, dado el virtual empate que existirá en el nuevo Congreso entre la Concertación y la alianza derechista.
PF entrevistó a Lautaro Carmona, diputado electo por Copiapó y secretario general del PC

 

¿Cuál será el sello que pondrán los comunistas a su trabajo parlamentario?
“Si consideramos las dimensiones legislativa, de fiscalización y también la de representación de la base social, creo que marcaremos una diferencia. Aspiramos a un vínculo regular y permanente con los movimientos sociales y el mundo popular, especialmente con los trabajadores y el movimiento sindical, a los que aspiramos a representar. Desmentiremos una de las críticas más reiteradas: los candidatos vienen, hablan, prometen y después no aparecen más. No ocurrirá con nosotros.
Tendremos que buscar -para el trabajo legislativo- acuerdos políticos, porque tres diputados no constituyen una bancada, y eso significa restricciones. Nuestro trabajo se orientará hacia los temas que importan a grandes sectores: derechos laborales, la discriminación, la defensa del cobre y de nuestras riquezas naturales, incluyendo en lugar prioritario el agua, el medioambiente, la defensa de los discriminados, los derechos humanos.
No trabajaremos exclusivamente para nuestro distrito. Nos interesa, también, la regionalización, abriéndola a mayor democratización y manejo de recursos. Un eje central debe ser la participación ciudadana. A mayor participación, mayor democracia, y a mayor democracia, más y mejores logros para los sectores populares.
Deberemos estar alertas para incentivar el uso de energías renovables y abrirnos a la comprensión de los nuevos fenómenos del mundo globalizado”.

Lucha política y social

La participación en el Parlamento ha provocado históricamente debates en los movimientos revolucionarios. Se sostiene que produce fenómenos negativos en desmedro de la lucha de masas. Y también en el desempeño de los propios parlamentarios. ¿Cuál es el criterio de los comunistas?
“Desde el origen del Partido Comunista, en Chile se ha rechazado la existencia de un abismo o un antagonismo entre la lucha política parlamentaria y la lucha política sindical o social. Existe una relación de complementariedad, que potencia la capacidad partidaria en su objetivo de cambio social orientado a la liberación de los trabajadores.
Nunca hemos planteado que haya una relación excluyente. Eso ya estaba en el ADN de Recabarren. Lo vinculamos a una visión del poder, en que los trabajadores que presionan con su lucha encuentran un apoyo para hacerla más efectiva y como una preparación para hacerse cargo de la sociedad en el futuro. No caemos en el espejismo electoral ni tampoco en el desprecio a la actuación en el Congreso.
Una experiencia reciente ejemplifica lo que digo. Evo Morales, como gran líder de los cocaleros bolivianos, comprendió que tenía un techo si no politizaba el movimiento. Se postuló como parlamentario en la lista del Partido Comunista, porque el MAS no tenía legalidad. Como parlamentario y en medio de una lucha que producía acumulación de fuerzas, pudo ganar la Presidencia. Se daba una vinculación natural entre la lucha social y la lucha política que aumentaba su fuerza. Si vamos más allá en el análisis, la batalla por construir una sociedad distinta adopta formas que están condicionadas históricamente. Y se producen cambios que deben considerarse para no insistir en caminos que llevan una y otra vez a chocar con un muro.
Lo que no se debe perder de vista es que, a fin de cuentas, la evaluación de nuestro trabajo está en relación directa con la eficacia de las transformaciones reales respecto del movimiento de los trabajadores organizados. Si esta es la concepción que tenemos acerca del papel de la lucha parlamentaria en la lucha de clases, es evidente que el parlamentario en sí mismo no es una unidad autónoma o autosuficiente para alcanzar las metas. No somos, por lo tanto, los dueños de nuestras tareas de representación. Los dueños son quienes nos las han entregado, los ciudadanos, y como además portamos una idea, estamos sometidos al control de los pares. Lo que incluye el control de los ingresos que se entregan a los parlamentarios para que ejerzan sus funciones. Es lógico, entonces, que el partido tome el control de esos ingresos y los utilice entregando al parlamentario lo suficiente para que viva en forma modesta.
Es importante tener en cuenta esa relación. Contrasta con otros comportamientos. Quiero citar, sólo como ejemplo, el que tuvo el senador Fernando Flores, elegido bajo un determinado compromiso concertacionista. Sin embargo, después resolvió a su propio arbitrio, sin respetar ni consultar a sus electores y se transformó en uno de los responsables de que el senador Jovino Novoa haya sido elegido presidente del Senado, cargo que constituye la segunda autoridad del Estado, a pesar de haber sido estrecho colaborador de Pinochet. En el caso del senador Flores, pienso que hubo una apropiación indebida de las ventajas de su situación, que evidencia la necesidad de que exista el derecho de revocación del mandato por parte de los electores.
Situaciones como ésa -y muchas otras- desprestigian al Parlamento. Nosotros estaremos permanentemente bajo observación crítica que incluso puede llegar a ser exagerada. Pensamos que tenemos la obligación de mantener una conducta correcta y consecuente, que (…)

(Este artículo se publicó completo en Punto Final, edición Nº 703, 22 de enero al 4 de marzo de 2010)
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