Edición 703 - del 22 de enero al 4 de marzo de 2010
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Pequeños agricultores y vecinos agrupados en el Comité de Defensa del Valle de Huelehueico, cuyo territorio se reparte entre las comunas de Renaico y Collipulli, se atrevieron a desafiar al holding que la CMPC mantiene en esta zona de la Región de La Araucanía. En noviembre de 2009 presentaron una querella criminal por delito medioambiental contra altos ejecutivos y representantes legales de CMPC Celulosa S.A., Planta Pacífico; Forestal Mininco; Erco Word Wide, División de Paneles y Quimetal, ubicadas en la localidad de Mininco, comuna de Collipulli. Todas son empresas conectadas a la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), propiedad del grupo Matte, uno de los más poderosos y tradicionales del país.
La planta de celulosa se instaló en 1992 a un costado del pueblo de Mininco. Un año después lo hizo Quimetal, proveedora de productos químicos para la celulosa, y en 2006 llegó la Plywood (CMPC Maderas), constructora de paneles de madera. Por su parte, Forestal Mininco aporta la materia prima, primer eslabón del circuito de producción de los Matte, que culmina con la fabricación de papel y paneles de madera.
El problema es que este negocio arruinó la vida de los 700 habitantes del valle de Huelehueico, que hasta hace cuatro o cinco años era conocido por su fertilidad y floreciente producción agrícola. Todo cambió el 12 de junio de 2005 debido a un desastre ambiental provocado por el derrame de petróleo (Fuel Oil Nº 6) del complejo industrial Celulosa Planta Pacífico en los cauces de la Quebrada Sin Nombre y del Estero Tijeral, cuyas aguas eran usadas para dar de beber a los animales y para riego restringido.
Las consecuencias ambientales y sociales fueron enormes, a pesar que la empresa realizó algunas faenas supuestamente orientadas a limpiar el sector. Lo que hizo fue depositar el petróleo recolectado en pozos sellados ubicados en predios aledaños al estero Tijeral. Y eso fue todo, no hubo medidas de remediación reales. Después del derrame llovió durante varios días y el estero se desbordó.
“El petróleo ha quedado en las napas hasta la fecha, después de varios días de lluvia vuelve a salir a la superficie, evidenciándose mediante manchas azulejas en el suelo”, señalan los querellantes en su demanda ante el juzgado de Collipulli.
Desde entonces la gente se ha enfermado y la producción agrícola, la flora, fauna y la calidad de las aguas han sufrido daños severos. Muchos animales han muerto.
El lonko Bartolo Ñanco Candia, en representación del Comité de Defensa que preside Adolfo Obreque, agotó las posibilidades en busca de soluciones a nivel de gobierno. En febrero de 2007, con un informe técnico en mano sobre el riesgo de contaminación del Estero Sin Nombre, recurrió a las empresas responsables como a las autoridades, sin resultados hasta hoy. En octubre de 2008 el lonko llegó a Santiago con cartas de denuncia para la presidenta de la República y para la ministra de Mideplan, Paula Quintana. También informó al SAG y pidió que se investigara la muerte de los animales, pero funcionarios de ese servicio se limitaron a ordenar la quema de los animales sin indagar las causas de la mortandad. Además, una delegación de la comunidad tuvo una audiencia con la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados en marzo de 2009, donde entregaron abundante documentación.
La única respuesta a todas estas gestiones fue un recurso de amparo que interpusieron las empresas CMPC contra el lonko Bartolo Ñanco, como representante de las familias del valle Huelehueico. Entonces, los vecinos decidieron recurrir a los tribunales.

Metales pesados

La querella incluye testimonios de 32 parceleros y habitantes del valle de entre 21 y 68 años de edad. Declaran estar padeciendo un deterioro creciente de su salud con síntomas coincidentes, como decaimiento, dolores de cabeza, de huesos y de estómago, mareos, náuseas, diarreas, problemas bronquiales, principios de asma, afecciones a la piel y a la visión, entre otros. Los niños son los más afectados. Han muerto peces y animales silvestres -ranas, coipos y patos-, también gallinas y ganado, presumiblemente por beber agua contaminada del estero. Al parcelero Adolfo Obreque Liguén, presidente del Comité de Defensa, se le han muerto 38 animales; a Sergio Carrasco 25, y a Arturo Obreque 5, para citar algunos casos. También han aumentado los abortos y nacimientos de animales con malformaciones. Después del derrame de petróleo, el agua del estero huele mal. Y a veces hasta el agua potable tiene color amarillento, mal sabor y olor pestilente.
Lamentablemente los desastres ambientales continuaron. El 16 de noviembre de 2006 murió gran cantidad de peces debido al volcamiento de un líquido contaminante no identificado, proveniente de la empresa Quimetal, en la Quebrada Sin Nombre. El hecho fue denunciado al SAG, al Sernapesca de la Región de La Araucanía, a la Municipalidad de Renaico y a Carabineros. Tampoco esta vez hubo respuestas. La Universidad Católica de Temuco recogió muestras limitadas, sin tomar en cuenta las indicaciones de la gente del lugar.
Y como si eso fuera poco, los esteros y quebradas están siendo contaminados con aguas servidas provenientes de Forestal Mininco y de la planta Plywood, que luego derivan al canal BíoBío y al canal de regadío Santa Elena 2. La empresa Plywood también contamina el aire, perjudicando aún más la producción agrícola -que ha disminuido en 40%-, los suelos y la salud de las personas. Muchos árboles se han secado y la calidad de los productos es cada vez menor, incluyendo porotos y maíz malformados. “A esto se agrega la contaminación social por la serie de iniciativas de ‘cooptación’ que han dividido a la población”, dicen los querellantes.
La querella está avalada por un diagnóstico preliminar de la calidad del agua en el interior del valle y un análisis preliminar de la calidad del agua superficial y subterránea realizado en 2009. Ambos estudios, entregados al tribunal junto con la querella, son producto de un trabajo de seminario de título de estudiantes de ciencias ambientales (con mención en química y biología) de la Universidad de Chile, que además de permitirles obtener su título benefició a la comunidad con este valioso aporte técnico.
El Diagnóstico preliminar de calidad de aguas de tres puntos al interior del valle Huelehueico, del licenciado en química con mención en ciencias ambientales Nicolás Inostroza Codoceo, informa los resultados de análisis efectuados en el agua de pozo consumida por la población; en el canal de regadío Santa Elena, al cual se vierten directamente residuos líquidos provenientes del lavado de maquinarias, y en un charco de aguas lluvias en un sector con evidencias de contaminación con petróleo.
En los tres casos se encontraron parámetros excedidos de manganeso. En dos, la norma máxima permitida se superó 40 veces, y en el otro 15 veces. Pero además, en el agua potable también se hallaron niveles de nitrato y hierro por sobre los límites permitidos. El hierro sobrepasó cerca de cuatro veces la norma.
En el sitio afectado por el derrame de petróleo, los aceites y grasas superaron aproximadamente en cuatro veces el valor máximo establecido, lo que confirmaría la presencia del combustible. “Es de suponer que luego del derrame de petróleo, éste quedó depositado en el suelo y por efecto de las lluvias puede aparecer en la superficie de los charcos y/o percolar hacia las aguas subterráneas”, explica el informe. En ese sitio el manganeso superó el valor máximo establecido en 1.400%. Según el estudio, podría existir relación directa entre el manganeso encontrado en el agua y el lixiviado de los residuos sólidos de la Planta Pacífico. Hay dos posibilidades: o el proceso de tratamiento de residuos líquidos es incompleto, o se producen fugas en el transporte de los lixiviados a la planta de tratamiento.

Liceo con agua contaminada

La otra investigación que sustenta la querella, Análisis preliminar de la calidad del agua superficial y subterránea en cuatro puntos del valle de Huelehueico, es un estudio comparativo de aguas en el cual se analizaron parámetros químicos y también biológicos. Realizado por Nicolás Inostroza y las licenciadas en ciencias ambientales con mención en biología Javiera De la Paz y María del Sol, permitió corroborar algunas conclusiones del estudio anterior, pero además demostró que la contaminación afecta también al valle Manzanares.
Lo más preocupante es que en el agua potable del Liceo Manzanares -proveniente de napas subterráneas- se encontraron los mayores niveles de contaminación por metales y la peor calidad biológica de los cuatro lugares analizados. “Se puede presumir fuertemente que esta agua no es apta para el consumo humano ni de animales, presentando un posible riesgo para la salud de la población más sensible, especialmente niños, adultos mayores y mujeres embarazadas”, señala el estudio.

PATRICIA BRAVO

(Publicado en Punto Final, edición Nº 703, 22 de enero al 4 de marzo de 2010)
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