Edición 698 - Desde el 13 al 26 de noviembre de 2009
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Montaje “mapuche” en La Moneda

Niños de una comunidad mapuche de Ercilla: el gobierno intenta hacer creer que sus padres los utilizan como “escudos humanos”.

“Un histórico encuentro sostuvieron ayer en La Moneda la presidenta Michelle Bachelet y lonkos de la Alianza Territorial Mapuche, entidad que ha liderado las últimas tomas de predios en La Araucanía. En la inédita reunión también participaron los gremios empresariales que han sido objetivo de ataques, como los agricultores y camioneros. Los mapuches realizaron una rogativa en el Salón O’Higgins para bendecir el encuentro. Luego, la mandataria agradeció su presencia y destacó la importancia de lograr acuerdos a través del diálogo”.
Lo anterior, publicado por La Nación el 6 de noviembre y reproducido por la cadena de periódicos de El Mercurio, pretendía ser una bomba noticiosa. Tras meses de conflicto declarado, con comunidades movilizadas, fundos ocupados, cientos de familias mapuches violentadas por Carabineros, un joven comunero asesinado por la espalda y observadores internacionales arribando al país para constatar dicho escenario de conflicto, el gobierno se anotaba un triunfo político de proporciones. No sólo lograba que la Alianza Territorial Mapuche, entidad duramente reprimida por su liderazgo en las movilizaciones, aceptara deponer su actitud “beligerante”. También que sus dirigentes se sentaran en una misma mesa con empresarios representantes de diversos gremios del sur, sectores -en teoría- enemigos acérrimos. Y todo ello posible gracias al liderazgo de la presidenta Michelle Bachelet, paladín del “diálogo” en la resolución de un conflicto histórico para el país y que anteriores administraciones jamás lograron siquiera comprender. Grandioso.
¿Qué diferencia al gobierno de Bachelet de las administraciones Aylwin, Frei o Lagos? Su departamento de relaciones públicas. Y es que la denominada “cumbre” entre mapuches y empresarios publicitada por La Nación no pasó de ser una estudiada operación comunicacional. Una operación de desinformación pública, de manipulación, de contrainteligencia, a fin de cuentas, que sólo buscaba desviar la atención de la ciudadanía de lo central: un escenario de conflicto que lejos de aminorar, se agrava día tras día en el sur de Chile. De otro modo, ¿cómo entender que se publicite, con bombos y platillos, una reunión donde uno de los actores principales no estuvo presente?
En los hechos, ningún dirigente de la Alianza Territorial Mapuche asistió a la reunión. Más grave aún, los dos lonkos invitados a La Moneda y señalados por La Nación como voceros de la entidad mapuche jamás fueron tales. Arnoldo Ñanculef, uno de ellos, resultó ser un ex operador político del departamento indígena del Partido Socialista, hoy presidente de una asociación indígena dedicada a la gestión empresarial y con nexos que van desde CorpAraucanía -gremial empresarial de Temuco- hasta Forestal Bosques Cautín. Hugo Alcamán, el otro lonko citado por La Nación, resultó ser un suboficial retirado de la Fach y actual empresario del rubro turístico en Temuco. Es, además, uno de los más entusiastas promotores del megaproyecto Aeropuerto Internacional de La Araucanía, impulsado por el MOP en la comuna de Freire y al cual se oponen diversas comunidades mapuches de la zona.

Maniobras publicitarias

En la recta final de una campaña presidencial que se observa compleja, la orden del día en La Moneda pareciera ser mentir, mentir, que algo queda. “¿Conflicto en la zona mapuche? En absoluto, las partes dialogaron en La Moneda y todo resuelto. ¿Niños heridos por el actuar indiscriminado de Carabineros? Nada más alejado de la realidad. La culpa es de los mapuches, que los usan como escudos humanos”. Esto último lo señaló el subsecretario del Interior, Patricio Rosende, tras ser el gobierno duramente cuestionado por organismos internacionales.
En el mundo al revés de Rosende, que niños y niñas mapuches resulten golpeados, heridos con perdigones, intoxicados con gases lacrimógenos e insultados, no es responsabilidad del Estado. Por extensión, tampoco del gobierno, de Carabineros y mucho menos de la autoridad encargada. Es responsabilidad de los propios mapuches. Así lo señaló el subsecretario de Interior, de la misma forma en que su antecesor Alberto Cardemil, subsecretario de Pinochet, responsabilizaba a los detenidos desaparecidos de haber optado por desaparecer.
No fue casual la afirmación de Rosende. Su aparición en La Nación y El Mercurio -paradójicamente unidos como buques insignias en esta campaña-, coincidió con el arribo a Chile de una misión oficial de Unicef, encabezada por su representante Gary Stahl, quien sostendría reuniones con diversas autoridades de gobierno tanto en Santiago como en Temuco. Pero lo de Rosende no sólo quedó en declaraciones. Un video filmado por Carabineros en Temucuicui y editado a conveniencia en sus cuarteles, era a ojos del personero del Estado la prueba fehaciente del último salvajismo acreditado de los mapuches. Allí se observaba a dos niños junto a un comunero a rostro cubierto que interpelaba al carabinero que los grababa. Quedaba claro que los menores más que escudar al comunero, se protegían tras su figura. Pero la duda en los enviados de Unicef ya había sido instalada por Rosende. Pese a ello, al acudir el 2 de noviembre a La Moneda, Gary Stahl demandó del gobierno la “protección de los niños durante los allanamientos policiales a comunidades. No es que cuestionemos que haya o no allanamientos, pero que en su actuar protejan a los niños. Hay diferentes maneras de actuar si hay niños presentes o no”, enfatizó     Stahl. “(Hasta el momento), no hemos visto ninguna investigación imparcial para saber exactamente qué ha pasado. Para que no haya otra generación de chilenos marcada por la violencia, tenemos que saber qué ha pasado, y buscar una solución para que esto no vuelva a ocurrir en el futuro”, interpeló el personero de Unicef, en directa alusión al violento actuar de Carabineros en el sur, actuar acreditado y documentado hasta el hartazgo por las propias organizaciones mapuches, organismos de derechos humanos y las instituciones públicas encargadas de la asistencia a los menores.

Daños en niños mapuches

La suerte que corren los niños mapuches con la violencia policial es un tema conocido desde hace tiempo. En septiembre pasado, según reporte de El Diario Austral, de Temuco, circulaba en la Junta Nacional de Jardines Infantiles de la IX Región (Junji) un informe elaborado por Juan Carlos Catrío Huentecol, profesional de la entidad estatal. Este documento detallaba el daño psicológico observado en los niños producto de la constante irrupción policial en las comunidades. “Trastornos del sueño, angustia ante el ruido de helicópteros, miedo a la presencia policial y juegos donde simulan enfrentamientos entre carabineros y comuneros, son las acciones más comunes”, apreciaba Catrío. Pero no se mencionaba nada de “escudos humanos”.
No lo entiende así El Mercurio. Menos aún su brazo armado, La Segunda, que llegó a editorializar con la historia de los niños como escudos humanos, inventada por Patricio Rosende. “Resulta sumamente grave que un recurso tan cruel e injustificado pueda estarse dando en el sur del país”, advierte horrorizada La Segunda en su editorial del 6 de noviembre. Ello tras homologar -sin rigor periodístico y mucho menos escrúpulos- la situación de los infantes mapuches con el fenómeno de los “niños soldados” en el narcotráfico, el paramilitarismo colombiano e inclusive, ¡en el terrorismo islámico de Al Qaeda! Huelga destacar que la preocupación de La Segunda no sólo es artificial. También es malintencionada. Como la actitud del general de Carabineros y jefe de la Novena Zona Policial, Hero Negrón, quien tras recibir denuncias de niños afectados por la acción policial de parte del abogado del Observatorio Ciudadano, José Aylwin, tergiversó todo el trasfondo de la reunión anunciando en El Mercurio que su institución investigaría a fondo la “utilización de niños” en las acciones de protesta mapuche.
La nota de El Mercurio, titulada “Carabineros investigará presunta participación de niños en protestas mapuches”, versaba sobre la supuesta preocupación de la ONG encabezada por Aylwin porque “algunos comuneros usan a menores dentro de las acciones violentistas”. Aylwin calificó la nota como una manipulación y tergiversación absurda. “La denuncia de El Mercurio y el subsecretario Rosende no corresponde a la realidad. En el trabajo de documentación que desde el Observatorio hemos desarrollado de las situaciones de conflicto interétnico que se viven en La Araucanía entre comunidades mapuches y efectivos policiales, no hemos constatado un solo caso de niños mapuches que hayan sido utilizados como escudos humanos por las comunidades a las que pertenecen”, señalaría en un comunicado posterior. A juicio del abogado, “tanto el subsecretario como el general Negrón no pueden alegar desconocimiento de esta realidad, puesto que diversas entidades nacionales e internacionales, incluyendo el Observatorio Ciudadano, hemos proporcionado información, ya sea verbal o escrita, sobre estos casos de violencia policial, instando a su investigación y sanción”.

Responsabilidad de
agentes del Estado

“¿Qué hay detrás de estas denuncias?”, se preguntó Aylwin. “Lo que está detrás de ellas, lo que se quiere esconder con ellas, es la responsabilidad de los agentes policiales del Estado en la violación de derechos humanos, en este caso de niños y niñas mapuches. Lo que se pretende escudar con ellas -utilizando la terminología de las autoridades- es la impunidad administrativa en que el alto mando de Carabineros, así como las autoridades gubernamentales de quienes dependen, han dejado impunes los delitos cometidos por los funcionarios policiales en estos casos, a pesar de existir procedimientos administrativos para su investigación y sanción. Lo que se escuda, además, es la impunidad en que los tribunales militares han dejado los mismos hechos, dada su absoluta falta de imparcialidad para juzgar delitos que involucran a integrantes de las instituciones armadas, como lo son Carabineros”, subrayó.
A Paul Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda nazi durante la segunda guerra mundial, se le atribuye la autoría del “principio de la orquestación”. Goebbels decía que una buena mentira debía ser repetida incansablemente, ser presentada una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero convergiendo siempre sobre un mismo concepto. En este caso, sean los niños utilizados como “escudos humanos” o “conexiones subversivas” con las FARC, ETA o Al Qaeda, lo que se pretende instalar es que el movimiento mapuche, además de “infiltrado”, es hoy intrínsecamente perverso en sus métodos y fines. Y ante ello, todo esfuerzo represivo es válido. Es lo que nos dice el subsecretario Rosende sin decirlo. Es la famosa frase de Goebbels: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. En todo conflicto bélico -y la política no es más que la continuación de la guerra por otros medios- la primera víctima es la verdad. Y la acción sicológica, la propaganda y el control de la opinión pública son fundamentales. Sun Tzu hace siglos afirmaba que “todo el arte de la guerra está basado en el engaño”. Rosende, Pérez Yoma y Bachelet -todos con estudios de postgrado en el ámbito de la Defensa- no solamente conocen esta máxima. La han transformado en un dogma a la hora de abordar el mal llamado conflicto mapuche

PEDRO CAYUQUEO
En Temuco

(Publicado en la la edición Nº 698 de Punto Final. 13 de noviembre, 2009. Suscríbase a PF. punto@interaccess.cl)