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Los motivos del lobo
¿Qué se propone
“El Mercurio”?
Una candente pregunta cruza por estos días el espectro político: ¿por qué El Mercurio y su cadena de diarios ha concedido tanto espacio a la candidatura de Marco Enríquez-Ominami? Algunos sostienen que la irrupción del joven diputado en la campaña así lo amerita, y que los diarios de Agustín Edwards sólo cumplen su tarea de informar. Otros, en cambio, afirman que los responsables de la cadena mercurial están tratando de disminuir el impacto que genera el comando de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, en un intento por impedir que la elección se polarice entre el abanderado de la Concertación y el candidato de la derecha, Sebastián Piñera. Jorge Arrate, candidato del Juntos Podemos, sostuvo en un foro en CNN-Chile que no lo sorprendería que su campaña también empiece a ocupar más centimetraje en la prensa mercurial. Ello, aseguró, con el propósito de dañar la postulación de Frei.
Estas versiones, sin embargo, pierden en parte sentido al considerar el vertiginoso crecimiento que Marco Enríquez-Ominami ha tenido en casi todas las últimas encuestas. ¿Acaso El Mercurio -vocero del gran empresariado nacional y extranjero- preferiría una segunda vuelta entre Sebastián Piñera y el ex militante del Partido Socialista? Todo parece indicar que no.
Un artículo de Claudio Díaz Pizarro, magister en ciencias políticas de la Universidad de Chile (publicado en www.elecciones.cl) entrega valiosos datos para suponer una tercera alternativa en los propósitos de la manipulación noticiosa que efectúan los encargados de la línea editorial de El Mercurio.
Sebastián Piñera necesita el 50% más uno de los votos para ganar las elecciones. En los últimos veinte años los sufragios válidos han variado, dependiendo del tipo de elección. Las presidenciales son las que convocan mayor número de electores, bordean los siete millones. Los comicios que menos electores convocaron fueron las parlamentarias de 1997, las de concejales de 2004 y de 2008, con 5,7 millones, 6,1 millones y 6 millones de votos válidos, respectivamente.
El máximo caudal de votos que ha obtenido la Concertación lo alcanzó en la presidencial de 1993, con 4 millones de votos (Frei, que ganó en primera vuelta); la derecha, en cambio, lo consiguió en la segunda vuelta de la presidencial de 1999, con 3,68 millones de votos. El peor resultado de la Alianza fue en la presidencial de 1993, con 1.7 millones de votos y el de la Concertación fue en alcaldes de 2008, con 2,4 millones de votos.
Crecen los independientes
En la historia electoral reciente, sostiene Claudio Díaz, el único conglomerado que ha obtenido mayoría absoluta de votos válidos ha sido la Concertación, en los años 1989, 1992, 1993, 1996, 1997, 1999, 2000 y 2005, en un total de once procesos electorales. La Alianza, por su parte, lo más cercano que ha estado de alcanzar la mayoría fue el año 1999, con 48,7%, y sólo en cuatro comicios ha superado el 45%.
En las elecciones presidenciales es donde la competencia entre los dos grandes bloques políticos se ha hecho más estrecha. No obstante, ambos han bajado sus votaciones desde 2005, especialmente en los comicios de alcaldes de 2008, cuando los independientes fuera de pactos crecieron a costa de la Concertación y de la Alianza.
Claudio Díaz afirma que si se considera la elección de alcaldes de 2008, suponiendo un universo de votos válidos cercano a siete millones, a la derecha le faltaría un millón de votos para alcanzar la mayoría absoluta. ¿De dónde saldrían esos votos?, se pregunta. Y se responde: “Si se observan todas las demás opciones expresadas en la elección de alcaldes 2008, un 59% no votó por candidaturas de la Alianza y este porcentaje se compone de 2.4 millones de votos de la Concertación, 400 mil del Juntos Podemos, 280 mil de otros pactos y 646 mil de candidaturas independientes fuera de los pactos. Queda claro entonces que si la Alianza hubiese capturado el 100% de los votos de las candidaturas independientes, le hubieran faltado 350 mil votos más para cumplir con la meta del 50% más uno”.
Y agrega: “Haciendo el ejercicio inverso, es decir observar lo que le ha faltado a la Alianza para llegar al 50% de los votos válidos, es posible constatar que en las dos últimas elecciones el 59,3% no votó por sus candidatos a alcaldes y un 63,9% no lo hizo por sus candidatos a concejales; en la última presidencial un 53,5% no votó por Piñera en segunda vuelta, en circunstancias que en primera vuelta un 51,4% no lo hizo por ninguno de los dos candidatos de la Alianza; esto es así ya que la suma de Lavín más Piñera obtuvo 150 mil votos más que Piñera sólo”.
Claudio Díaz concluye que las opciones de alcanzar el 50% de las candidaturas de la Alianza han disminuido en las cuatro últimas elecciones nacionales (presidencial de 2005, primera vuelta; presidencial 2005 segunda vuelta; alcaldes y concejales 2008). O sea, luego de la primera vuelta presidencial de 2005, el camino a La Moneda se le ha puesto a la derecha cada vez más cuesta arriba. Salvo -y esto no lo menciona Díaz en su trabajo-, que los electores en una próxima segunda vuelta presidencial disminuyan drásticamente, y que los que se resten hayan votado en ocasiones anteriores por la Concertación.
En otras palabras -para ponerlo con peras y manzanas-, que los partidarios de Marco Enríquez-Ominami se nieguen a votar por Frei Ruiz-Tagle en la segunda vuelta de enero, anulando, votando en blanco o simplemente quedándose en sus casas.
De allí, entonces, que para El Mercurio sea tan relevante fomentar una creciente pugna entre “marquistas” y concertacionistas. Cada 1% de electores que prefiera a Enríquez-Ominami, representa poco más de 32.000 votos de la elección de alcaldes de 2008 y cerca de 70.000, en la segunda vuelta de la presidencial de 2005. Es decir, mientras menos “marquistas” voten en la segunda vuelta, más oportunidades tendrá Piñera de vencer a Frei.
Encuesta en la
IV Región
El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (Cesop) de la Universidad Central de Chile y el Centro de Estudios del diario El Día (CEED), efectuaron una encuesta en la región de Coquimbo que difundieron a mediados de octubre y que pasó casi inadvertida en el resto del país.
En la medición, efectuada en las principales ciudades de la IV Región, Enríquez-Ominami consiguió un 22,7% de las adhesiones, aventajado sólo por Piñera con 25,7% de las preferencias y relegando a Frei a un tercer lugar, con el 12%; Arrate consiguió el 8,2% de las menciones.
Los resultados de esa consulta confirmaron la tendencia que registró en mayo el ex diputado del PS. En aquella ocasión, el 31,7% de los encuestados optó por Piñera, seguido por Frei, con 22,3%. Entonces, Enríquez-Ominami alcanzaba el 16,3%, 16 puntos más que lo registrado en abril. En tanto, Arrate creció algo más de seis puntos, considerando que en el último estudio no superaba el 3 por ciento.
En el sondeo de octubre, un 16 por ciento aseguró que aún no ha decidido por quién votará, mientras que algo más del 10% anulará su sufragio. El 3,7 por ciento restante sufragará en blanco. Enríquez-Ominami es, según esta encuesta, el postulante a La Moneda que menos rechazo genera entre los electores de la zona, ya que sólo el 1% de los consultados asegura que en ningún caso votaría por el diputado.
Para Sebastián Piñera, en cambio, el escenario es opuesto, un 41,2% asegura que no votaría por el empresario.
Otras encuestas efectuadas en los últimos meses en Punta Arenas, Temuco, Concepción e Iquique, casi todas muy criticadas por su aparente falta de rigurosidad, han marcado importantes repuntes de Enríquez-Ominami, quien iguala e incluso supera a Frei en las cifras parciales.
La afiebrada “encuestitis” -la devoción por las encuestas- que se ha apoderado de las esferas políticas, mantiene a los comandos presidenciales hipersensibles, preocupados casi exclusivamente de las coberturas mediáticas y, en especial, de la preparación de la franja televisiva que consideran poco menos que fundamental, y que parte el 13 de noviembre.
Un oráculo
que inquieta
Otra variable que inquieta a los comandos es la nueva encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) aclamada como el oráculo de Delfos de la política criolla. Sus resultados se esperan para poco antes del inicio del período legal de propaganda. Para esa ocasión los analistas y observadores se aprontan a desmenuzar algunos datos que consideran claves. Uno de ellos es el pronóstico en las cifras de la Región Metropolitana, escenario de la madre de todas las batallas electorales. En la primera encuesta CEP, Enríquez-Ominami obtuvo 13% de las preferencias a nivel nacional y en la RM registró 17%. En el segundo sondeo consiguió 17% en todo el país y cerca del 20% en la RM.
Algunos especialistas han declarado que en la encuesta del CEP Frei debiera mantener o aumentar su actual diferencia de 11 puntos por sobre Enríquez-Ominami y acortar los 9 puntos que le separan de Piñera.
Otro aspecto crucial de la encuesta será ver si Piñera consigue superar la barrera del 40%. De no hacerlo y mantener su 37%, podría indicar que topó techo y ya no consigue superar la votación histórica de la derecha, insuficiente con el actual padrón electoral para llegar a La Moneda. Su actual 37% representa cerca del 44% a nivel nacional si se consideran sólo los votos válidamente emitidos.
En el caso de Frei, sus partidarios esperan que no baje del 25% y que, idealmente, se acerque al 30%. Esto revelaría que empieza a captar parte del apoyo de que hoy goza la presidenta Michelle Bachelet.
Los “marquistas”, por su parte, confían que su abanderado supere el 20% y se ponga a tiro de escopeta de Frei, aumentando sus posibilidades de pasar a segunda vuelta. Tanto en la Concertación como en La Moneda se resisten a admitir un escenario en el cual Enríquez-Ominami supere a Frei en la medición del CEP. Eso -confiesan en voz baja- sería un terremoto de intensidad nunca vista en las últimas elecciones chilenas.
MANUEL SALAZAR SALVO
(Publicado en Punto Final, edición Nº 697, 30 de octubre 2009. Suscribase a PF, punto@interaccess.cl) |