El Salvador busca su destino
Insurrección
electoral
Autor: ELAINE FREEDMAN (*)
En San Salvador
(*) Educadora popular y corresponsal en El Salvador de la revista Envío, de la Universidad Centroamericana (UCA), Managua, Nicaragua.
MAURICIO Funes, presidente electo de El Salvador: el movimiento social se unió para apoyar al FMLN.
El 15 de marzo, 50 mil salvadoreñas y salvadoreños alborotaron las calles de San Salvador para celebrar el triunfo electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En el Bajo Lempa, al sur de Usulután, se armó espontáneamente una fiesta. Los bailes en Guarjila, en el norteño departamento de Chalatenango, duraron dos noches seguidas. Y miles y miles de personas pasaron la semana felicitándose como si fueran las fiestas de fin de año o un cumpleaños colectivo.
¿Qué celebraban? ¿Por qué todas las felicitaciones terminaban con “gracias por el trabajo que hiciste”? El triunfo del FMLN en las elecciones presidenciales, más que el triunfo del partido, ha sido el triunfo de un pueblo que soñaba con cambiar, sacando a Arena del gobierno. Con un 51.32% de los 2 millones 638 mil 588 votos válidos, Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén -la fórmula farabundista- se convirtieron en presidente y vicepresidente electos.
Desde 2008, distintas organizaciones del movimiento social, agrupaciones de observadores electorales, representantes del FMLN y el entonces candidato Mauricio Funes, denunciaron insistentemente que podrían darse intentos de fraude. El fraude no ha sido novedad en la historia de El Salvador. Las elecciones salvadoreñas de 1972 y 1977 son dos ejemplos bien documentados de fraudes electorales en la historia de América Latina. La distribución extra de documentos de identidad y la intervención en el secreto del sufragio fueron claves en esas dos ocasiones.
Aprendiendo a derrotar
el fraude
Las elecciones municipales y legislativas de 2003 tampoco fueron la excepción. Un informe de los observadores internacionales de la ONG suiza GVOM afirmaba: “Como ya es costumbre, los padrones electorales demostraron irregularidades” y señalaba los votos emitidos por ciudadanos guatemaltecos, la aparición de actas electorales en basureros municipales y la violencia electoral en el día de las elecciones, perpetrada por supuestos miembros del partido oficial.
En las elecciones municipales de enero de 2005 el FMLN estuvo a punto de perder la alcaldía capitalina debido
a un fraude. En la noche del 12 de marzo, tanto Violeta Menjívar -candidata del FMLN-, como Rodrigo Samayoa, de Arena, se declararon vencedores. El propio presidente de la República, Elías Antonio Saca, se encargó de proclamar, en cadena de radio y televisión, el triunfo de su partido -Arena- cuando aún el TSE no había dado un resultado preliminar. Para el FMLN no se trató simplemente de una decisión apresurada del presidente, sino de la evidencia de su voluntad política de robarse la alcaldía de San Salvador.
Con estas experiencias en la memoria, el FMLN pensó que sería posible combatir el fraude en las elecciones municipales y legislativas de enero de 2009. Sin embargo, irregularidades en el padrón, la movilización de votantes de un municipio a otro, la documentación de extranjeros con el Documento Unico de Identidad salvadoreño para que votaran, y una incesante y sucia campaña del terror, siguieron siendo los rasgos característicos del acto electoral.
Después de los exitosos resultados del 15 de marzo, Lorena Peña, miembro de la comisión política del FMLN y jefa del comando de campaña de San Salvador, hizo esta reflexión: “La derrota del FMLN en la capital en enero nos puso ante la magnitud del fraude. En dos meses tuvimos que hacer un viraje, como debimos hacerlo en estos diez años… Si no hubiera pasado lo que pasó en la elección de San Salvador, ahorita estaríamos lamentándonos”.
En marzo de 2009, el FMLN llevó a cabo todo un plan anti-fraude. Estaba dirigido a aquellos puntos donde se esperaban manipulaciones de Arena. Entre otras acciones, durante la semana anterior a la votación militantes del partido se movilizaron en las principales rutas de acceso y en los puntos ciegos de las fronteras para vigilar y devolver a sus países a todos los centroamericanos que pretendían entrar a El Salvador con intención de votar.
Otra acción anti-fraude consistió en la revisión de los padrones electorales en cada municipio para identificar fallecidos y personas que ya no vivían en el país. Además, en los centros de votación, los miembros de las Juntas Receptoras del Voto fueron orientados a ser minuciosos en la observación de todo el proceso, haciendo las preguntas respectivas a todas las personas cuyo documento de identidad generaba dudas. Eso contribuyó a que se descubriera mucha gente que era de otros países.
No sólo el FMLN aprendió la lección. Jaime Martínez, abogado y candidato a la Corte Suprema de Justicia, lo relata así: “Para personas e instituciones que, sin concertación previa, nos dimos a la tarea de denunciar la posibilidad de un fraude electoral en 2009, basados en fundamentos sociológicos, culturales, jurídicos e históricos, nos llena de satisfacción saber que estos esfuerzos no fueron en vano”. El Movimiento de Profesionales y Técnicos “Patria Exacta” y el Foro para la Defensa de la Constitución fueron voces importantes en la documentación y denuncia preventiva del fraude. Sacaron varios comunicados, realizaron foros, tertulias y conferencias sobre el tema, y mantuvieron informados a académicos en Estados Unidos para que contribuyeran presionando desde su país.
“Nosotros, los medios de comunicación alternativa, somos más que un mecanismo para comunicar la lucha del pueblo. Somos parte de este pueblo, y parte de esta lucha”, explica Kenni Bolaños, de la Radio Cadena Mi Gente. Por eso, su trabajo fue educar sobre cómo identificar los distintos tipos de fraude, cómo y en qué instancias denunciarlo y cómo defender el voto. “También nos dirigíamos a la población indecisa, para crear conciencia sobre la existencia real del fraude y la necesidad de un cambio real en el sistema electoral y en el rumbo del país”. Esto se hacía a través de programas educativos -como “Consultoría Legal”-, y también en editoriales, programas culturales y programas musicales. En todas las radios alternativas, en los tres días previos a la elección, la programación fue de “micrófono abierto”, para que a través de llamadas telefónicas la gente denunciara anomalías o irregularidades, y la presencia de extranjeros en lugares pocos usuales. Todas esas denuncias ayudaron a disuadir y contener el fraude.
Movimiento social
empuja el carro
El movimiento social salvadoreño, fragmentado por diferentes visiones sobre formas de lucha y por rivalidades sobre protagonismos, logró unirse con los principales movimientos multisectoriales, gremiales y redes de ONG en la Concertación Popular por el Cambio, un esfuerzo para “marcar una diferencia en la coyuntura electoral de refundar un nuevo país”. Las organizaciones integrantes de la Concertación eran mayoritariamente autónomas y muchas habían tenido contradicciones con el FMLN. Pero la lucha para sacar a Arena del Ejecutivo fue la demanda que los cohesionó. La Concertación Popular por el Cambio realizó marchas, vigilias, caravanas, volanteo a favor del “cambio”, denunciando las políticas económicas antipopulares de Arena, sus promesas no cumplidas y alertando sobre el inminente fraude.
Ricardo Ayala, del Bloque Popular Juvenil, valora el esfuerzo colectivo realizado: “La respuesta de los pobres de El Salvador fue verdaderamente inspiradora. Se defendió cada voto con uñas y dientes”. Un ejemplo concreto se vivió en la Villa Centroamericana, un complejo deportivo ubicado en el municipio de Mejicanos, construida para albergar a los atletas que participaron en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2002. Según un reportaje del periódico digital El Faro, desde las 9 pm. comenzaron a recibir, vía telefónica, denuncias de vecinos que aseguraban haber visto entrar autobuses “llenos de nicaragüenses” a las instalaciones de la Villa. El reportaje dice: “A las 10 pm. la Villa Centroamericana ya estaba sitiada por vecinos y militantes o simpatizantes del FMLN que se apostaron en las afueras con el propósito de evitar que los cientos de personas que se encontraban adentro -según la versión popular, nicaragüenses- pudieran salir a votar la mañana de ese domingo”.
Señaló la jefa de campaña del FMLN en San Salvador, Lorena Peña: “Tuvimos una especie de insurrección electoral. Por centenares y miles la gente cercó lugares de concentración de votantes extranjeros con DUI falsificados pero empadronados, en el estadio Cuscatlán, en la Villa Olímpica y en hoteles cinco estrellas. Los persiguieron y capturaron en los centros de votación.
Si esto pasaba en la capital, en todos los pueblitos fronterizos, chiquitos y perdidos, los campesinos montaron retenes, e hicieron de todo para parar los buses de Honduras y regresar a los que venían a votar”.
Estados Unidos:
siempre con la derecha
“El presidente de Estados Unidos es más presidente de mi país que el presidente de mi país”. Hasta ahora, esta frase escrita por Roque Dalton hace cuarenta años, ha seguido válida y resume el eficaz funcionamiento del imperialismo estadounidense en El Salvador. Por eso, no se puede leer ningún proceso electoral salvadoreño sin tener en cuenta el posicionamiento y la actividad de EE.UU.
Durante veinte años, Arena fue la apuesta de Estados Unidos para garantizar sus intereses en El Salvador. Arena cumplió con todos los mandatos de manera eficaz: el programa de ajuste estructural, la dolarización, la firma del Cafta (Tratado de Libre Comercio). Fue un incondicional portavoz contra Venezuela y Cuba y fue el único país de América Latina que mantuvo tropas en Iraq. En una reunión sostenida el 27 de junio de 2008 entre el entonces embajador de Estados Unidos, Charles Glazer, y un grupo de profesores, estudiantes, artistas y activistas comunitarios de Estados Unidos, Glazer contestó afirmativamente a la pregunta de si la embajada de Estados Unidos había intervenido directamente en las elecciones presidenciales de 2004 a favor del partido Arena.
Sin embargo, el desgaste de Arena ha sido evidente tanto a nivel internacional como nacional, poniendo en entredicho su capacidad de seguir garantizando los intereses del capital internacional, y por tanto, los del gobierno de Estados Unidos.(…)
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