Edición 680 - Desde el 6 al 19 de marzo de 2009
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Festival de la Digna Rabia

Autor: Guillermo Ravest
En México

Pese a la guerra contra el narcotráfico en que sigue empeñado, el ejército mexicano los mantiene cercados, con ayuda de grupos paramilitares. Los partidos de Izquierda ya no solidarizan con ellos. A los grandes medios dejaron de interesarle sus pasamontañas. Sin embargo, desde este relativo aislamiento, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) continúa siendo protagonista político y animador de esperanzas a nivel nacional e internacional. Prueba de ello es que sus bases supieron culminar, el 5 de enero, el Primer Festival Mundial de la Digna Rabia, cuyo lema fue “Otro mundo, otro camino, abajo y a la Izquierda”.
En un planeta desgarrado por la crisis y la voracidad del capitalismo, las guerras imperiales en Iraq, Afganistán y el holocausto de palestinos añaden más sufrimientos a la injusticia, por lo que sobra rabia. Pero éste no fue un evento de gente iracunda. Fueron miles de hermanos que insisten en no ser cómplices con el estado que presenta el mundo. Como lo expresaran en las diversas mesas temáticas, ellos provenían de diversas militancias y se reconocen  como inconformes, libertarios, rebeldes, insurgentes, no resignados y humanistas. “No nos refocilamos en los desencantos políticos; preferimos construir desde una santa rabia una sociedad más buena y digna, como una tortilla que alcance para todos”, expresó el dirigente indígena José Chávez. Y fueron  miles los que se expresaron en ese tono.
Además de un pequeño grupo de intelectuales invitados, participaron en sus actividades 228 colectivos y organizaciones mexicanas, 57 provenientes de 25 países, entre ellos Chile, además de 90 grupos artísticos y poetas. Las actividades del Festival, iniciadas en Ciudad de México, se trasladaron el 1 y 2 de enero al Caracol (o Junta de Buen Gobierno) de Oventic, en el corazón de Chiapas. Los más de seis mil participantes  celebraron dos aniversarios: el levantamiento del EZLN en 1994 y el cincuentenario de la Revolución Cubana. El evento culminó en la Universidad de la Tierra, de San Cristóbal de las Casas.

Solidaridad con mapuches

El que no participara el subcomandante Marcos en las dos etapas iniciales del Festival acentuó diversos rumores, ya que el legendario vocero del EZLN no aparecía en actos públicos desde hace un año. Aunque más barrigón, el Submostró su habitual energía, sentido del humor y una actitud política más decantada.
¿Por  qué rabiosos? Quién antes hizo uso de la palabra había dejado flotando la pregunta y Marcos, quien moderaba ese coloquio, dijo que deseaba contestarla: “Allá arriba nos predican para abajo la resignación, la derrota, la claudicación, el abandono de los principios. Pero aquí estamos con nuestra dignidad y con nuestra rabia. Rabia y dignidad son nuestros puentes, nuestros lenguajes. Que nuestro coraje crezca, se organice y se haga esperanza. Que la dignidad raíz sea de nuevo, y otro mundo nazca. Si el mundo no tiene lugar para nosotros-nosotras, entonces otro mundo hay que crear”.
La solidaridad fue un gesto reiterado en este encuentro: con la reciente rebelión de la juventud y los trabajadores griegos; con la lucha independista del país vasco; con los campesinos de América Latina; con los pueblos indígenas; con los inmigrantes; con los jubilados, cuyos fondos invierten los parásitos de siempre para seguir engordando a los clanes financieros internacionales; con los creadores e intelectuales; con los presos políticos mapuches, entre otros. En una breve y apasionada intervención, dio cuenta de las luchas por la autonomía y los derechos conculcados de nuestro pueblo originario la dirigente de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, América Millaray Painemal, quien al finalizar hizo entrega a los dirigentes del EZLN de un canasto con semillas de la tierra mapuche en señal de admiración hacia los zapatistas “para la germinación de nuevas auroras”.

La calidad del sueño,
no su velocidad

“En algunas intervenciones -dijo Marcos- se mostró preocupación por quién o cómo o con qué se va a dirigir este movimiento. Incluso se aventuraron estructuras, modos, formas para unir y desarrollar este movimiento. Como zapatistas, tenemos mucho contento en que las dudas o preguntas que los desvelan ya no son del tipo ¿será que se puede hacer algo? ¿Será que va a pasar algo? A nosotros no nos preocupa quién, o cómo, o con qué se va a dirigir esta rabia. Tampoco con qué paso, ritmo y compañía. No nos preocupa la velocidad del sueño.
Nosotros hemos aprendido a confiar en nuestro pueblo. Sabemos que ya no necesitan quién los dirija, que se sabrán dotar de sus propias estructuras para luchar y triunfar. Que toman en sus manos sus destinos, y que lo hacen mejor que los gobiernos que se imponen desde arriba o desde fuera.
No, a nosotros no nos preocupa la dirección del movimiento. A nosotros nos preocupa el rumbo y el destino. Nos preocupa lo que nos define, el modo. Nos preocupa que el mundo que vaya a parir nuestro movimiento y nuestra rabia se pueda parecer al que hoy padecemos.
El EZLN tuvo la tentación de la hegemonía y la homogeneidad. También antes del alzamiento de 1994. Hubo la tentación de imponer modos e identidades. De que el zapatismo fuera la única verdad. Y fueron los pueblos y la práctica los que lo impidieron primero, y luego nos enseñaron que (….).

(Este artículo se publicó completo en la edición Nº 680 de “Punto Final”, 6 de marzo de 2009. Suscríbase a Punto Final)