Edición 659 - Desde el 4 al 17 de abril de 2008
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Casilla 13.954, Santiago 21, Santiago-Chile.

Diálogo con el ex obispo Fernando Lugo

Del púlpito
a la Presidencia


FERNANDO Lugo en campaña: las encuestas atribuyen la primera mayoría al ex obispo de San Pedro, Paraguay.

“En los días venideros
cada cual tendrá su sitio;
aquellos que derramaron
su vida por conseguirlo
y su juventud volcaron
sobre los anchos caminos.
Esos llevan en la frente
duro metal encendido
simientes de sembradura
relentes de sol invicto”.
Elvio Romero
(poeta paraguayo)

 

Paraguay atraviesa actualmente una encrucijada, cuyo resultado marcará las perspectivas populares no sólo en ese país, sino en toda América Latina. Por primera vez en 60 años está seriamente amenazada la hegemonía del Partido Colorado por una fuerza electoral popular, encabezada por el ex obispo Fernando Lugo. Fernando Lugo se encuentra sin embargo, en el ojo de un huracán.
Nacido en 1951, en una comunidad rural, vivió desde pequeño la represión de la dictadura. Su padre estuvo preso más de veinte veces. Tres de sus hermanos fueron torturados y expulsados del país. A los 19 años entró al seminario, y se identificó con la perspectiva que aporta la Teología de la Liberación. En 1983 fue expulsado de Paraguay por sus “sermones subversivos”. Después de un tiempo en Roma, regresó en 1987, y en 1994 fue ordenado obispo. Durante 10 años fue obispo en San Pedro, una de las regiones más pobres de Paraguay y más castigadas por la represión. A finales de 2006, renunció al sacerdocio y aceptó la candidatura para presidente, después de recibir más de 100.000 firmas que pedían que contribuyera con su prestigio a lograr la unidad de las fuerzas paraguayas opositoras al Partido Colorado. Esa confianza se la ganó como sacerdote, primero, y después como obispo, acompañando las reivindicaciones de los sectores golpeados del Paraguay: son quienes más esperanzas colocan en su candidatura.
Realizamos este diálogo en el marco de un seminario nacional convocado por la juventud de Tekojoja, la fuerza creada recientemente alrededor de su figura, a la que todas las encuestas colocan en primer término para alcanzar la Presidencia de Paraguay. Al llegar al seminario, los muchachos y muchachas se agolpan a su alrededor para una foto, una palabra, un abrazo.
¿Quién es Fernando Lugo?
“Fernando Lugo es un ciudadano paraguayo que ama mucho a su tierra, su cultura, sus raíces; formado en la Iglesia Católica, y con una profunda sensibilidad social. Me golpea mucho la exclusión y la inequidad social en nuestro país. Creo que eso es en realidad lo que a mí más me golpea”.
¿Cómo fue el proceso por el cual aceptó dejar el cargo de obispo y dedicarse a la acción política?
“Hay un proceso de discernimiento, de conversaciones, que culmina en diciembre de 2006, cuando me hacen llegar más de cien mil firmas de todos los sectores: artistas, intelectuales, campesinos, obreros, pidiéndome que renuncie al ejercicio pastoral para aglutinar a diversos sectores sociales y encabezar la unidad social y política para cambiar la situación del país”.

Fraude y corrupción

Después de finalizada la dictadura de Stroessner (1954-1989) todas las estructuras de control de las instituciones políticas, jurídicas, militares, legislativas, quedaron en manos de sus continuadores. El modelo de acumulación que por largos años sustentó a la dictadura, basado en el esquema agroexportador, en las grandes contrataciones del Estado y, fundamentalmente, en el dinero que ingresó por las grandes construcciones de Itaipú y Yacyretá, se agotó en la década de 1980.
La crisis profunda fue sorteada con violencia política ejercida contra el pueblo y con los ajustes de cuentas entre las principales facciones del poder: los ganaderos -organizados en la Asociación Rural del Paraguay, la UIP (Unión Industrial Paraguaya), Cadelpa (agroexportadores)-, entrelazados con los narcotraficantes y grupos que han hecho de la política el camino de los negocios.
Es por ello que la posibilidad de que se concrete lo que en todas las encuestas aparece como un triunfo seguro, está amenazada. No sólo porque el Partido Colorado es un especialista en “megafraudes”, sino también por la guerra sucia que se ha venido desarrollando contra las fuerzas opositoras.
¿Cómo piensa desafiar al aparato corrupto que hoy controla mayoritariamente las estructuras políticas de Paraguay?
“Nosotros somos conscientes que no será fácil, pero tampoco será imposible. El obstáculo más grande será, por un lado, la confrontación con una estructura electoral de fraude que tiene 60 años. Muy perfeccionada. Por otro lado, hay una estructura estatal identificada con el Partido Colorado. Por eso decimos que la ciudadanía será la protagonista, el sujeto de este cambio real que estamos generando, sobre todo los grupos sociales campesinos, rurales, y también la clase política opositora del país.
 Lo que nosotros queremos es que, si Lugo llega al gobierno, el pueblo tenga el poder, sea el protagonista, elabore el programa. Yo me coloco a disposición de ese pueblo. Siempre decimos que el enemigo, el adversario, no va a ser Blanca Ovelar (candidata del Partido Colorado), o Lino Oviedo (candidato de un sector militar). Nuestro enemigo será la corrupción. Tendremos que vencer a la pobreza, a la ignorancia… Pero el 20 de abril, el día de las elecciones, el gran desafío será romper 60 años de fraude electoral. Hoy estamos seguros de que eso pasará. Porque el control electoral y la mayoría del pueblo paraguayo lo van a garantizar”.

Las fuerzas de Lugo

La fuerza electoral que lo lleva como candidato está compuesta por una franja política muy amplia, que va desde una parte significativa de los movimientos populares, hasta el tradicional (y conservador) Partido Liberal Radical. Esto genera lógicas desconfianzas entre los sectores que aún apoyando al candidato, saben que en el caso que triunfe, habrá una gran disputa al interior de las fuerzas que hoy lo apoyan.
¿Cómo caracteriza a las fuerzas que integran la Alianza?
“La Alianza Patriótica para el Cambio (APC) aglutina a nueve partidos políticos y veinte movimientos sociales, de campesinos, sindicales, de barrios, de mujeres. Paraguay es nuestra gran garantía de unidad. Todos nos unimos bajo los colores de nuestra bandera. El rojo que simboliza la justicia, el blanco que simboliza la paz, el azul de la libertad. La Alianza resume lo que es Paraguay, incluyendo a una franja colorada que también la integra. Nos hemos unido diferentes ideologías, tendencias, líderes de distintas extracciones, poniendo en primer lugar el país. Prometemos que no habrá persecuciones. No habrá exclusión ideológica, religiosa o étnica. Queremos que se cumpla la Constitución: todos somos iguales ante la ley. Si tiene que haber privilegiados, serán los olvidados.
La Alianza Patriótica para el Cambio se hizo para favorecer a los más pobres del país, y en primer lugar están los indígenas, los sin tierra, sin techo, sin educación, sin salud. Ellos nos piden, nos exigen, nos gritan -del norte al sur del país-, el cambio real de Paraguay. Esta vez no se trata de cambiar un presidente, se trata de hacer un Paraguay diferente.
Nuestro sueño es que Paraguay abra sus brazos, levante vuelo, y pueda acoger si no a todos -para ser realistas-, a la gran mayoría de los paraguayos que hoy viven deambulando por el mundo buscando, como los indígenas, una tierra sin mal, que pueden encontrarla en su propia tierra. Paraguay va a cambiar, ha empezado a cambiar, con la colaboración de todos, sin excluidos”.
¿Qué lugar tienen los movimientos populares en el proyecto de la Alianza Patriótica para el Cambio?
“Los movimientos populares llevan la delantera. Si bien acá está el partido de oposición más grande del país, el Partido Liberal, las fuerzas sociales, campesinas, sindicales, barriales, hacen un gran contrapeso.
El movimiento Tekojoja nace cuando los movimientos sociales se dan cuenta que sus reivindicaciones, desde el punto de vista social, no son atendidas, no avanzan. Cuando los sin tierra ven que su lucha social está siendo criminalizada desde el momento en que se procesa a más de cuatro mil campesinos… Estos grupos comienzan a pensar en formar un movimiento político. En Tekojoja la gran mayoría son líderes sociales jóvenes, estudiantes, artistas, y políticos que no surgen de los partidos tradicionales. Estamos convencidos que los movimientos populares hoy tienen un gran protagonismo político. Un gran paso es pensar políticamente los problemas sociales, y responder también políticamente. Ese protagonismo es el que marca la diferencia y la identidad de la Alianza”.

Programa de gobierno

¿Qué cambios espera realizar desde el gobierno?
“Nuestra visión es cambiar la historia. Es cortar con más de 60 años de un partido hegemónico que ni siquiera representa sus principios. Hay muchos colorados que están también en la Alianza Patriótica para el Cambio, porque la política actual no los representa.
¿Qué va a cambiar? Se va a terminar el robo al erario público. Nosotros no vamos a robar, como escandalosamente se hace en nuestro país. La manera más rápida de hacer fortuna en Paraguay es hacer política. ¿Qué otras cosas van a cambiar? Estarán los mejores hombres en la administración pública. La fama que tenemos de ser los primeros en corrupción, ojalá que la cambiemos y seamos los primeros en honestidad, sobre todo en transparencia en la gestión pública.
En la Alianza Patriótica para el Cambio hay seis ejes que ocupan el mismo nivel de importancia: la reforma agraria, la reactivación económica, la recuperación de la institucionalidad de la República, la justicia independiente, el plan de emergencia nacional y el tema de la recuperación de la soberanía, especialmente de la soberanía energética. Los seis ejes están al mismo nivel. Los seis ejes programáticos recogidos en todo el país tienen el mismo peso, la misma importancia.
La reforma agraria nunca se ha hecho. Hay un programa de reforma agraria elaborado por los propios campesinos. No se trata sólo de distribuir algunas tierras. Reforma agraria es posibilitar que la ciudadanía, que las 300 mil familias sin tierra, puedan tener una vida digna, con tierra, crédito, asistencia técnica, cultivo adecuado, mercado justo, y con todos los servicios. ¿De dónde saldrá la plata? De las reservas del Estado. El Estado paraguayo tiene una reserva de 2 mil 500 millones de dólares en este momento. El programa de reforma agraria presentado por el movimiento campesino requiere 150 millones de dólares.
Otro tema importante es que vamos a apoyar a las pequeñas empresas formadas de manera cooperativa. Tenemos la energía suficiente como para hacer un país industrial.
Queremos que las instituciones públicas recuperen su institucionalidad. Es difícil cambiar 60 años en que las instituciones públicas han sido de un solo color y de un solo partido. Volverán a ser de todos los paraguayos. Lo mismo respecto a la recuperación de la soberanía nacional, a la soberanía territorial.
 Decíamos en estos días, a propósito de lo sucedido en el conflicto entre Ecuador y Colombia, que nadie, absolutamente nadie, por ningún motivo, puede violentar y forzar la soberanía territorial de otro país. El principio de autodeterminación de los pueblos es un principio inviolable, que hemos respetado, seguiremos respetando y haremos respetar en Paraguay.
No se puede construir una nueva sociedad sobre el silencio y el olvido. Solamente con la justicia. En nuestro plan de gobierno, proponemos una justicia soberana, independiente y autónoma. Hoy no la tenemos. Así como están las cosas, hoy en Paraguay la justicia no es ninguna garantía. En esta transición más de cien campesinos fueron asesinados. Se han judicializado las luchas sociales y campesinas. La justicia soberana e independiente no es resultado de un pacto político de los partidos para elegir a los jueces miembros de las Cortes. Es que estén los más idóneos, los más capaces. Yo creo que los organismos internacionales están dispuestos a ayudarnos para que podamos avanzar en esto. La justicia tiene que ser igual para todos”.
Un tema fundamental es la recuperación de la soberanía energética; esto plantea la necesidad de reconsiderar los tratados de Yacyretá y de Itaipú. ¿Qué están proponiendo al respecto?
“Los tratados de Itaipú y Yacyretá son tratados leoninos, injustos, que casi no benefician a Paraguay. Paraguay exigirá la renegociación, para disponer libremente de nuestros excedentes hidroeléctricos y recibir un justo precio por ellos. Exigirá acceso técnico, sin costo adicional, de la totalidad de la energía que le corresponde de Itaipú y de Yacyretá -según establecen los tratados respectivos-, y la eliminación de todas las deudas espurias. Vamos a discutir que el precio de la energía sea el del mercado y no el precio de costo, como se hace hasta ahora. La APC demandará además la reducción de las tasas de interés usurarias, la cogestión efectiva en la administración de los entes binacionales y la transparencia en la gestión, con libre acceso público a la información y el control por parte de los entes de fiscalización pública de los países involucrados.
Impulsaremos la construcción de redes de transmisión de gran tamaño, para asegurar el suministro interno del país, estimular el uso productivo de nuestra hidroelectricidad y posibilitar que Paraguay sea el centro de interconexión eléctrica del Mercosur, exportando su hidroelectricidad a precios de mercado.
De todas formas, yo pienso que este tema no puede ser visto sólo desde el punto de vista económico, sino que es necesario también incluir en el debate la cuestión ambiental. ¿Cómo garantizar que el desarrollo económico no se haga en detrimento del medioambiente? En Paraguay, sólo a partir de 1996 las leyes contemplan delitos sobre el medioambiente. El desafío es cómo garantizar el respeto al ambiente, que es un gran tema planetario”.
La relación de Paraguay con Brasil, Argentina y Uruguay está marcada por la deuda histórica que significó la Guerra de la Triple Alianza. ¿Qué significa esta carga histórica, de cara a la integración de nuestros pueblos?
“Creo que hay una relectura y una reinterpretación de la historia. Hay reconocimiento de una deuda histórica con Paraguay, y creemos que, en justicia, Paraguay debería volver a ocupar el lugar que ocupaba entonces: el país más desarrollado, el país más unido, el país que tenía un proyecto económico diferenciado. Creemos que Paraguay tiene potencial humano, económico y riquezas naturales para volver a ocupar el sitio que tenía. El reconocimiento que los países vecinos puedan hacer de esta deuda histórica, es simplemente lo que en justicia corresponde al país.
Haremos un gobierno abierto al continente y al mundo. Abierto a las nuevas tendencias, pero con nuestra identidad bien marcada. Abiertos al Mercosur, a una integración con más equidad social, con más simetría. Los hombres y mujeres paraguayos nos han enseñado mucho en estos últimos meses. Nos enseñaron que tenemos una identidad propia fortalecida, y sobre todo que Paraguay no se arrodillará delante de nadie. Recuperaremos nuestra dignidad como Nación. Nuestras pequeñas grandes diferencias las conversaremos con los vecinos, con amistad, solidaridad, de igual a igual.
Nos uniremos con alegría a los gobiernos progresistas de América Latina. Tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos, de los países vecinos. Vamos a visitar Argentina, Brasil. Estuvimos en Uruguay. Es mucho lo que tenemos que aprender de Bolivia. Es un país que creativamente va haciendo camino nuevo”.
¿Qué significaría un triunfo de Fernando Lugo en el escenario político latinoamericano?
“Paraguay va a cambiar de imagen. En primer lugar no va a ser el país más corrupto de Latinoamérica. Va a ser el país más honesto. Con una administración transparente, un gobierno de credibilidad y legitimidad, un gobierno pluralista, popular, con participación ciudadana. Esto le va a permitir recobrar el sitio que le corresponde. Un sitio que lo ponga en igualdad de condiciones para conversar con todos, de igual a igual; y ser protagonista en el proceso de integración latinoamericana.
Tenemos un elemento de desarrollo para la integración que no se debe descartar, la energía. Paraguay es el único país que tiene reservas de energía, y que tiene superavit de energía en la región, y creo que eso nos da potencial para negociar con los países vecinos y, al mismo tiempo, ser escuchados en el concierto de las naciones como un país que puede aglutinar, unir, y que puede tener un espacio preponderante en el desarrollo y la integración del continente”.
Una joven militante de Tekojoja expresaba que todavía existe miedo entre los jóvenes para participar. ¿Cómo se da esa batalla entre el miedo y la esperanza en los sectores populares?
“Hay distintos miedos. Como en la Alianza hay sectores tan diversos -lo que hace más rica la experiencia-, hay miedo a qué intereses prevalecerán. El gobierno va a ser muy equilibrado en un primer tiempo, tomando en cuenta las prioridades de todos los sectores. En los campesinos el miedo que existe es que sus reivindicaciones no sean cumplidas y que haya un aparato represor fuerte, como el que en San Pedro, en el año 2005, judicializó la lucha agraria con cuatro mil campesinos procesados y ranchos quemados.
Es cierto que hay un gran miedo. Pero también hay una gran esperanza puesta en marcha. A esa esperanza no la vamos a defraudar.
Creemos que será un proceso posiblemente difícil, largo, pero prometimos a la ciudadanía no renunciar a los derechos de todos los paraguayos. Creo que la gobernabilidad se tiene que asegurar a través de un gran pacto social en el que estén involucrados los más diversos sectores”

CLAUDIA KOROL
En Asunción, Paraguay
Especial para “Punto Final”
(Publicado en “Punto Final” Nº 659, 4 de abril, 2008)

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